La pandemia fue una lente que aumentó los problemas existentes
Educación.- Los problemas de la educación en la provincia vienen desde antes de la pandemia. Si bien esto es obvio, también es bueno recordarlo. Antes del Covid-19 ya había deserción escolar o chicos que terminaban la primaria sin saber leer, escribir o realizar operaciones matemáticas básicas. También antes del virus, en muchos casos, las condiciones edilicias no eran las óptimas (para utilizar un eufemismo) y la conectividad era mala (aquí es difícil ser generoso).
En realidad, lo que hizo la pandemia fue evidenciar diferentes problemáticas y, acaso, agravarlas. Lo que sí hay que advertir es que, en este ámbito, sería pueril pensar en soluciones mágicas. Es decir, creer que la cuestión se resuelve sólo cambiando un método por otro es muy reduccionista, ya que no se debe (si se quiere analizar en profundidad el tópico) divorciar a la educación de, por ejemplo, la economía o la política. La pandemia, entonces, fue una lente que aumentó la visión sobre algo ya existente.
Sobre este asunto; la educación en tiempos de pandemia; dialogamos con la profesora de ciencias de la educación y ex presidente del Consejo General de Educación (CGE), Graciela Bar. Además, cuando fue presidente de la Comisión de Educación en el Senado, Bar dio conferencias en las capitales de distintos países y la UNESCO. Actualmente es asesora técnica del CGE y se nutre del diálogo con docentes y directivos de diferentes departamentos.
“La pandemia puso en evidencia la gran desigualdad social que existe a lo largo y ancho de nuestro país: estudiantes con conectividad y computadoras que pudieron garantizar su continuidad pedagógica a través de las clases virtuales y otros con serias dificultades para asegurar su continuidad en la construcción de aprendizajes o totalmente desvinculados”, dijo a Paralelo 32. Asimismo, continuó: “La función de la escuela fue relevante durante la no presencialidad, pues posibilitó el acceso al conocimiento y saberes aún con las desigualdades familiares y sociales. «Hacer escuela» no es proclamar la igualdad de oportunidades, sino trabajar por la igualdad del derecho a la educación. Es el espacio de encuentro entre sujetos, en el que interactúan y aprenden a convivir personas con diversos conocimientos y formas de conocer, con diferentes experiencias de socialización, trayectorias y saberes”.
Llegado a este punto, para definir el significado de una ‘escuela justa’, Bar citó al reconocido sociólogo dedicado a la sociología de la educación, Emilio Tenti Fanfani. “Como afirma Fanfani: «Una escuela es justa, también, cuando respeta los derechos de los niños y los adolescentes, valora las diferencias, desarrolla la solidaridad, cuando no mira al mundo social como regido por un orden natural que se desarrolla conforme a leyes inmutables, sino como resultado de una dialéctica de relaciones de fuerza entre actores colectivos que tienen diferentes intereses, proyectos y visiones del mundo»”, mencionó. Con base en lo anterior, remató: “La no presencialidad impidió, en muchos casos, enseñar y acompañar a cada estudiante en su singularidad”.
—¿Cuáles son las consecuencias educativas de la pandemia?
_La interrupción temprana de la trayectoria escolar se concentró prioritariamente en aquellos estudiantes provenientes de sectores socialmente vulnerables. A pesar de los esfuerzos gubernamentales, de docentes y de las familias, la educación no presencial debilitó el proceso de enseñanza y aprendizaje y los vínculos entre estudiantes y entre éstos y sus docentes. Si bien se desarrollaron programas de acompañamiento para posibilitar el reingreso, la continuidad de los estudios de alumnos con mayor riesgo educativo se sintió resquebrajada generándose situaciones de ‘no aprobación’ de espacios curriculares, asistencia discontinua o abandono del nivel. En los próximos años y futuras cohortes, las estadísticas oficiales sobre tasas de ingreso, egreso, repetición, promoción, atestiguarán los resultados que sin dudas significarán nuevos desafíos para asegurar la inclusión y calidad educativa de todos quienes deben permanecer y finalizar el sistema educativo obligatorio. Y aquí, en momentos de intensos debates, sobre ‘calidad’ y ‘evaluación’ nos preguntamos sobre la inclusión, uno de los desafíos más grandes que enfrenta la escuela, pues la educación es un derecho y no un privilegio. La inclusión refiere a vivir con la diferencia, es generar un ámbito donde todos se sientan que pueden aprender, es un espacio donde se tiene en cuenta las necesidades, expectativas, intereses y deseos de todos, no de algunos. La inclusión no es en detrimento de la calidad. Es promover oportunidades de aprendizaje, para que todos con sus diferencias puedan estudiar y egresar, comprometiéndose con sus responsabilidades específicas, tanto las autoridades, directivos, docentes, estudiantes, familias, los medios de comunicación, como toda la comunidad.
En línea con lo anterior, la profesora añadió: “En todos los niveles del sistema, corresponde al docente movilizar al alumno, apoyar sus esfuerzos, determinar el nivel de autonomía que puede alcanzar y permitirle adoptar una visión lo más exigente posible de su aprendizaje y producción. Significa promover una verdadera ‘pedagogía de la cooperación’, con prácticas pedagógicas diferenciadas, ya que la escuela es el lugar donde se sensibiliza y piensa en torno al bien común, más aún en tiempos de creciente intolerancia. Hoy es un momento propicio para repensar los espacios y tiempos escolares, la división del trabajo pedagógico entre profesores, favorecer las prácticas colaborativas, reorganizar el proyecto educativo institucional”.
Por último, se refirió al rol de las instituciones formadoras de docentes en este panorama. “Las instituciones formadoras de docentes no pueden estar ausentes, ya que es fundamental profundizar la vinculación con los niveles para los cuales forman, apropiarse de los cambios que se llevan a cabo, incluir la virtualidad optimizando las nuevas tecnologías, ayudar a pensar las interacciones y procesos que favorecen la cultura digital y sus soportes, promover otras estrategias de enseñanza para incluir a estudiantes con dificultades de aprendizaje o con discapacidad, proponer adecuaciones curriculares con recorridos individuales para quienes así lo requieran, cómo optimizar las horas y los días de clases, ofrecer propuestas para que las escuelas y los docentes no desistan de la enseñanza y que traten por todos los medios que los estudiantes tampoco desistan”, concluyó. En tiempos donde la educación, desde el discurso político generalizado, pareciera ser la causa y la solución de todos los problemas, donde se ha inflado tanto las expectativas que se tiene de esta institución, es necesario reflexionar sobre ciertos conceptos y competencias, como la ha hecho Bar en este diálogo. La pandemia ha servido para instalar los trípodes para que este debate se generalice.