La malnutrición como problema educacional y socio-económico
Victoria.- Cada vez es más evidente que la correcta alimentación debe ser parte de la educación integral de las personas. Muchas veces, los problemas alimentarios se deben a malas costumbres y desconocimiento sobre qué estamos llevando a nuestro cuerpo.
El responsable de la Dirección de Salud de la municipalidad, el médico pediatra Federico Picchi, dialogó sobre esto con Paralelo 32. “La obesidad, el sobrepeso y el bajo peso son ramas de un mismo árbol: el de la malnutrición. Esto, en nuestro país, tiene sustento en raíces educacionales y socio económicas”, comenzó.
Sumando a lo anterior, agregó: “La malnutrición se asocia en un 34,5 por ciento con sobrepeso, y en un ocho por ciento con bajo peso. En nuestro país, el sobrepeso y la obesidad dan cuenta del 40 por ciento de los niños, y seis de cada 10 adultos la presentan. En nuestros niños, la problemática no sólo afecta la salud física y emocional, sino también el rendimiento escolar, tienen mayor riesgo de padecer diabetes, enfermedades cardiovasculares y cierto tipo de cánceres en la adultez”.
—¿Por qué sucede?
—Fundamentalmente se debe al reemplazo de la comida casera por alimentos y bebidas ultra procesadas con alto contenido de grasa, azúcar y sal, y el sedentarismo. La industria ha colaborado muchísimo en eses aspecto; dos de cada tres publicidades de alimentos en los medios promocionan alimentos no saludables y alcohol. Argentina es el mayor consumidor de bebidas gaseosas por persona por año en el mundo. Contamos con una de las mayores producciones de alimentos ultra procesados de América Latina. Por eso somos el país con el mayor índice de obesidad y sobrepeso de los países de la región y toda América Latina.
—¿Qué se puede hacer?
—Educar en la construcción de hábitos de vida saludables: fomentar la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses y extensiva hasta los dos años; realizar mayor actividad física regularmente, por lo menos 30 minutos diarios; evitar el agregado de sal y azúcar a las comidas; tomar agua segura con el fin de hidratarse, por lo menos 8 vasos diarios, dependiendo de la actividad; ingerir regularmente todos los alimentos disponibles carnes, lácteos descremados y aceites; limitar el consumo de bebidas alcohólicas responsablemente, las personas embarazadas, niños, adolescentes y aquellos que manejen vehículos no deben tomar alcohol.
La nutrición como educación
Por su parte, la nutricionista Ayelén Belluzzo dijo: “La mayor parte de mi trabajo consiste en educación nutricional. El trabajo con niños debe abordarse de forma familiar, porque los chicos no comen solos. Es decir, alguien le cocina y le provee. Una buena educación nutricional desde la niñez es importante porque luego, a la hora de que esa persona deba elegir qué come, lo podrá hacer a consciencia”. Referida a los malos hábitos alimentarios, dijo que es importante que toda la familia y el entorno se sume para que los resultados puedan ser sostenidos en el tiempo.
En relación al marketing a través del cual muchas veces se disfrazan golosinas como alimentos saludables, opinó: “La industria necesita abaratar costos, entonces utiliza aditivos que tienen algo dulce o salado; hay productos que son dulces, pero que tienen muchísima cantidad de sodio: mermeladas, por ejemplo, que uno piensa que es algo dulce, pero tienen muchísima cantidad de sodio; otro ejemplo es el jarabe de maíz de alta fructosa (se usa en las gaseosas, un montón de golosinas y galletitas) que es un azúcar muy barata, pero es pésima para las arterias y nuestro organismo. Todos estos son resaltadores de sabor que usa la industria para abaratar costos”.
La importancia de leer el rótulo nutricional
La nutricionista señaló la importancia de leer el rótulo nutricional, más que nada los ingredientes. “Siempre hago hincapié en que se fijen en esto. El primer ingrediente que figura en el rótulo nutricional es el que tiene en mayor cantidad. Si ponemos como ejemplo una galletita va a decir: «Harina de trigo», luego, en la mayoría de los casos, sigue el azúcar”.
También, sostuvo: “Tenemos que volver a lo básico: frutas, verduras, algo que puedas lavar, pelar y listo. Es importante formar a los niños en su alimentación. En las meriendas se puede consumir más frutos secos y legumbres, se puede hacer un montón de snacks con legumbres”.
Cómo mejorar los platos de los niños
Referida a cómo mejorar las comidas de los niños, aconsejó: “Yo hago hincapié en las rutinas y los horarios de las cuatro comidas: desayuno, almuerzo, merienda y cena. Tener un horario donde haya tres o cuatro horas de diferencia en cada comida principal”. Asimismo, continuó: “En desayuno y merienda puede haber un lácteo, una infusión, algo con harina porque el almidón nos provee esa glucosa que necesitamos y una fruta o mermelada; en el almuerzo, la proteína (carnes variadas en la semana y/o huevo), cereales y verduras son importantes; en la cena se debería comer más liviano, por lo que es recomendable, por ejemplo, algo como huevos con verdura, se puede preparar un omelette, tartas, tortillas”.