Entre la traición y la construcción Nacional
El olvidado legado de Justo José de Urquiza
Justo José de Urquiza, nacido el 18 de octubre de 1801 en la Provincia de Entre Ríos, fue un personaje clave en la historia argentina del siglo XIX, pero su figura ha sido injustamente relegada a las sombras. Su papel como primer mandatario en vigencia de la Constitución de 1853 ha sido eclipsado por la controversia que rodeó sus acciones, tanto desde la perspectiva revisionista como la oficialista.
Desde temprana edad, Urquiza estuvo inmerso en la política y los conflictos entre unitarios y federales. Su participación en la legislatura provincial en 1826 marcó el inicio de una carrera política que lo llevaría a convertirse en gobernador de Entre Ríos en 1842, cargo que ocupó en gran parte hasta 1870. A pesar de las críticas que recibió por su estilo caudillesco, Urquiza implementó medidas destacadas, como la promoción de la educación y el orden fiscal en su provincia.
El momento crucial en la carrera de Urquiza fue el "Pronunciamiento" de 1851, que marcó su ruptura con Juan Manuel de Rosas y su liderazgo en la Batalla de Caseros en 1852, donde derrotó al régimen de Rosas. Posteriormente, el Acuerdo de San Nicolás en 1852 y la Constitución de 1853 fueron hitos en los que Urquiza desempeñó un papel crucial, aunque con críticas desde Buenos Aires por la igualdad de representación y el reparto de rentas.
La separación de Buenos Aires en 1852 generó tensiones, pero Urquiza se dedicó a gobernar el resto de la Confederación y asegurarse de que la asamblea constituyente cumpliera su objetivo. En la apertura de las sesiones se leyó un discurso de Urquiza en el que decía: "Porque amo al pueblo de Buenos Aires me duelo de la ausencia de sus representantes en este recinto. Pero su ausencia no quiere significar un apartamiento para siempre: es un accidente transitorio. La geografía, la historia, los pactos vinculan a Buenos Aires al resto de la Nación. Ni ella puede existir sin sus hermanos ni sus hermanos pueden existir sin ella." Y luego agregó: "Seré el primero en acatar y obedecer vuestras soberanas resoluciones. Mi crédito personal está comprometido en la libertad y el acierto de vuestras deliberaciones..." Por su parte, los miembros de la asamblea, al finalizar las sesiones, le dicen a Urquiza: "Vuestra es, señor, la obra de la Constitución, porque la habéis dejado formar sin vuestra influencia ni concurso...". Fue elegido presidente en 1854, un gobierno con desafíos financieros debido a la falta de ingresos de la aduana porteña. A pesar de estos obstáculos, Urquiza impulsó la colonización agrícola, la educación y enfrentó a Buenos Aires en la Batalla de Cepeda en 1859, luego de la cual lanzó la siguiente proclama: "Basta: ¡por Dios! de sangre inocente sacrificada al capricho de bastardas ambiciones. Basta de guerra entre los hijos de la Nación Argentina, que sin ella sería hoy la más grande y poderosa nación del continente... No más unitarios ni federales: hermanos todos, la patria dolorida espera su ventura de los esfuerzos de todos. ¡No más bandos!, la Nación Argentina necesita de todos sus hijos de su felicidad y su grandeza... Cada día que durase esta situación, sería un día de calamidad; y el del ataque a la ciudad, un día de horrores...."
La Batalla de Pavón en 1861 marcó un giro en la vida de Urquiza. A pesar de sus intentos de negociar la paz, se retiró del campo de batalla, entregando la victoria a Bartolomé Mitre. Esta decisión generó críticas y enemistades, pero Urquiza buscaba poner fin a las luchas fratricidas.
En su etapa posterior como gobernador de Entre Ríos, Urquiza continuó promoviendo la educación y la economía, pero su intento de presidencia en 1868 fue infructuoso. Invitó a Sarmiento a su residencia en 1870 como gesto de conciliación, pero esto llevó a su trágico final. El 11 de abril de 1870, Urquiza fue asesinado por opositores liderados por Ricardo López Jordán.
A pesar de sus logros y sacrificios, la figura de Justo José de Urquiza ha sido olvidada en gran medida. Su legado como arquitecto de la Constitución y líder en la construcción nacional merece ser recordado y reevaluado. Su papel en momentos cruciales de la historia argentina, su visión de la unidad y sus esfuerzos por superar las divisiones internas deben ser reconocidos para comprender plenamente su contribución a la nación.