El negocio de la salud
Soledad Ferrari es periodista y escritora, vive en la ciudad de Buenos Aires, trabajó para la Editorial Atlántida en distintas revistas y para la cual impulsó la creación de la revista Para Ti Mamá, de la cual fue editora general. Es autora de las biografías no autorizadas “Máxima. Una historia real”, junto a Gonzalo Álvarez Guerrero, y de “Las Blaquier”. En su último libro “El negocio de la salud”, producto de años de investigación, y en el que aborda entre otros temas los inconvenientes burocráticos y financieros de los sistemas de salud, la corrupción, cómo operan algunas prepagas, el rol del Estado, cómo trabajan los médicos, el lugar de los pacientes ante la mercantilización de enfermedades y las estrategias comerciales de los laboratorios, etc., además de proponer otros modos posibles de vida saludable. Convertida en una referente del periodismo para temas vinculados a salud, colabora activamente desde sus redes sociales difundiendo distintas causas que le hace llegar la gente. Actualmente produce un podcasts, titulado “Bien curados”; disponible en distintas plataformas.
Veo que enfocás en la cuestión salud en cierta forma a partir de ciertas experiencias personales…
El año pasado me pasó un tsunami, que fue la muerte de mi hermana, salí un tiempo de las redes, luego focalicé en difundir eso que pasó, y ahora me reenfoqué en lo que estaba haciendo, fundamentalmente con mi libro, pero sin dejar de abordar lo que le pasó a mi hermana, que es lo que le pasa a mucha gente. El enfoque desde lo personal depende de los temas, por ejemplo, en el último podcast sí, porque estoy atravesada por este tema en este momento, además estoy estudiando tanatología, que es la ciencia que estudia la muerte. Y en estos formatos me siento como más libre.
Dentro de tu trayectoria, hay toda una vida profesional anterior digamos, dedicada a otros temas, en Editorial Atlántida por ejemplo…
Sí, la vida te va modificando, te va cambiando de lugar, uno va evolucionando, cambiando de opinión, de gente, de todo. Lo que me divertía hace 20 años no tiene nada que ver con lo de hoy.
Toda esa etapa la disfruté, aprendí mucho, soy lo que soy gracias a Atlántida. Hoy no me llenaría hacerle una entrevista a una modelo, por ejemplo, como lo hice en su momento. Tiene que ver con la vida, la madurez, la experiencia, como le pasa a todo el mundo.
¿Y cómo es que llegar a poner la mirada en los sistemas y situaciones vinculadas a la salud?
Hace casi 22 años, cuando quedé embarazada de mi primer hijo, me hicieron una mala praxis. Me dijeron que el bebé se había muerto, que me tenía que hacer un raspado. Hicieron el raspado, en la Clínica Basterrica de Capital. Estuve sangrando durante semanas. Para quedarme tranquila pedí a la obstetra que me haga un control. Fui al sanatorio, me hizo tacto en el útero, y me dijo que estaba perfecta, que el útero ya estaba más chico, etc. Le pedí igual si podría hacerme una orden para una ecografía, para saber que no haya quedado resto de placenta o algo. La hizo, a regañadientes. Luego fui a la guardia a hacerme la ecografía, y le conté la historia al ecografista, y él me dice “¿no te das cuenta que estás embarazada de 4 meses?”, lo cual me provocó un ataque de nervios, “¿¡qué?!” salí corriendo…te resumo, fue una mala praxis, mi hijo hoy tiene 21 años y está perfecto, pero bueno. A partir de allí empezó a moverse mi mundo de investigación hacia cuestiones de salud. Allí llevé la idea de hacer “Para Ti Mamá” a Editorial Atlántida, donde ya trabajaba, surgió esta revista que amé hacer, luego firmé contrato para hacer mi primer libro, que es la biografía no autorizada de la reina Máxima, luego vino “Las Blaquier” y luego “El negocio de la Salud”.
Hay múltiples aristas de los modos perversos en los que funciona la salud, vos abordas entre otros temas ciertos funcionamientos de clínicas y obras sociales, ¿en qué medida esto tiene que ver con la corrupción estatal o privada?, o tiene más relación con hacer de la salud una mercancía…
El Estado muchas veces está ausente, las obras sociales están en muchos casos intervenidas por el Estado, que no hace nada, como es el caso de Osdepym, que es la que tengo yo, que la están vaciando literalmente. El Estado por ejemplo maneja PAMI, que funciona en algunas cosas bien y en otras es un desastre, esto significa muerte de personas. Tenemos IOMA, que es del Estado, la segunda obra social más importante de la provincia de Buenos Aires, que abandona sus pacientes. Yo estoy en contacto permanente con sus afiliados, sigo algunos casos puntuales, como el de Bruno que es un chiquito que tiene autismo y epilepsia refractaria, está cada día peor porque le cortaron su tratamiento. Bruno tiene 6 años, usa pañales y los cínicos le mandan pañales de bebés. Obvio que no le entran, claramente. De esos maltratos te puedo contar miles. Ahí el Estado es responsable. El director de esta entidad, que se llama Homero Giles, un médico formado en Cuba, es el responsable, a mi criterio es una mala persona, porque esto va más allá de su pericia como funcionario, sino de ser buena gente o mala gente, no podés ocasionar semejante daño y dormir tranquilo.
Vos decís “es mala persona”. Yo en algunas entrevistas con médicos por ejemplo u otra gente con la que compartimos algunas preocupaciones vinculadas a temas de estos, nos hemos preguntado hasta qué medida estos profesionales son ingenuos sobre los modos en los que funciona el sistema que los incluye, o bien, en qué medida son cómplices.
Obvio que los médicos son responsables, no todos, pero muchos. Por omisión, por maltrato, por cumplir con lo mínimo indispensable, por la falta de ganas, la falta de vocación. Entiendo que están mal pagos, que son maltratados por las obras sociales y prepagas, que le pagan a 90 días 2 pesos con cincuenta. El tema es que, si vos no estás conforme con el lugar donde estás trabajando, tenés que tener la dignidad de retirarte. Conozco muchos médicos que se han retirado del sistema privado o de obras sociales por esto mismo, y trabajan de manera independiente. Bueno, bancate la incertidumbre de no tener un sueldo a fin de mes. Somos millones los que trabajamos de manera independiente en diferentes profesiones. Estás trabajando con la salud, que es lo más importante que tenemos. Entonces me parece que, si hiciste un juramento hipocrático, si elegiste medicina, es para acompañar procesos fisiológicos, a veces poder curar, tenés que tener esa consciencia. No sos ferretero, abogado… todas las profesiones conllevan responsabilidad, son todas importantes, pero de todas, la medicina, aún más, porque podés morir o vivir.
Yo creo que en nuestro país la profesión de médico siempre ha estado envuelta en una cuestión de status o cierta jerarquía social que hace que muchos médicos, tiendan a acomodarse. Es decir, como que quizás no se llevan bien con esa incertidumbre, como que muchos están acostumbrados a que los cuiden, los respeten mucho. Con la pandemia observo que muchos han sido críticos con las cosas que evidentemente se han hecho mal, sin embargo, no arriesgan su cuota de status.
Si, obvio, yo no conozco muchos médicos valientes. Ayer por ejemplo vino a hacerme un suero de vitaminas, un médico el cual me parece muy interesante, tanto su postura como su forma de tratar a sus pacientes. Él se corrió de la estructura, porque la estaba pasando mal, ahora se dedica a atender a los pacientes en sus casas. Y no es que te pone el suero, cobra y se va, sino que te escucha, te orienta, te pregunta sobre tu vida. Hoy por ejemplo lo llamé a las 7 de la mañana porque había dormido mal y quería saber si tenía que ver con el suero y me explicó todo lo que me había hecho, lo que tenía que hacer yo, cosas que tenía que cambiar, ciertos hábitos para descansar mejor. Yo le pedí algo para dormir y me dijo “no, apagá la tele a las 21, apagá el celular, quedate tranquila en tu casa”. Necesitamos eso, volver a lo natural, al sentido común, a bajar la medicación, confiar en nuestros procesos. Todos sabemos cuáles son buenos y cuáles son malos hábitos y nos cuesta muchísimo sostenerlos. Yo fui a Vida Sana (Centro Adventista de Vida Sana, Puiggari, E.R.) para incorporar buenos hábitos y me cuesta mucho, algunos puedo, otros tengo que trabajar muchísimo más, poner más voluntad.
Y sobre la formación de los profesionales de la salud, tenemos otra cuestión compleja, si está atravesada por intereses o cuestiones que no responden al fin que debería…
La formación está atravesada por la industria farmacéutica, que es la más millonaria, la más potente del mundo después de la bélica, por eso ahí estamos complicados, por eso me parece que está buenísimo poder consultar con médicos que tengan una visión holística del ser humano, que vea que no somos dos pulmones, dos riñones, somos un ser integral… y que los medicamentos pueden ayudar, no digo que no, pero no son todo. Si vos estás medicado, pero tenés relaciones tóxicas, te alimentás pésimo, fumás, comés mal, no hacés actividad física, de nada te van a servir los medicamentos.
Y una industria que este tiempo de crisis sanitaria creció terriblemente
Fue la industria que más se enriqueció, totalmente…
En este tiempo que tanto crece la industria, y que tantas poblaciones responden a estas condiciones que se le ofrecen, no será que también se abre una oportunidad, como que más gente empieza a desconfiar de todo este sistema médico, de la industria farmacéutica…
Por suerte cada vez más gente desconfía. Esta crisis va a cambiar muchas cosas, hay que animarse a romper con algunos paradigmas, pero cada vez hay más gente con una mirada diferente sobre su salud y sobre el sistema de salud, por suerte hay cada vez más médicos que se abren a otras formas de salud también.
Si te preguntara qué creés que pasó en este tiempo, qué fue esto de la pandemia…
Todavía no te lo puedo decir, creo son procesos históricos que vamos a entender con el tiempo.
La pandemia fue un gran negocio, y es, porque tampoco terminó. Es un momento muy oscuro que nos sirve para cambiar de vida, resignificar, a partir de todo lo que nos pasó en estos dos años, una oportunidad de valorar la salud, de confiar en nuestro poder como seres humanos, ni te digo como pacientes, porque primero somos seres humanos.
¿Cómo ves el futuro?, ¿Te parece que dentro de los sistemas gubernamentales es posible revertir este estado de cosas?
Sí, con muchos años, en el mundo, sobre todo. Aquí, es complejo, este país es muy corrupto, con funcionarios ineficientes, con personajes como Manzur, Ginés y tantos otros. Esta gente no podrá revertir nada. Confío en generaciones jóvenes, no solo los de la política, sino los que se preocupan por el medioambiente, por ejemplo. No creo que lo vea yo, quizás mis hijos…
A nivel más macro hay una tendencia de los gobiernos a globalizar ciertas medidas o abordajes, por ejemplo, respondiendo a la Organización Mundial de la Salud, que, a mi criterio, se han visto tantas falencias en tantas decisiones, y así y todo, los gobernantes vuelven a apostar en ese sentido…
Yo muchas veces cito a la Organización Mundial de la Salud, en cuanto a algunas cifras o algunos puntos, en otros disiento totalmente, creo que está atravesada por intereses económicos, de los gobiernos, de las farmacéuticas. De hecho, en mi libro cito a una médica canadiense que se animó a criticar a la OMS y le sacaron la matrícula directamente, la expulsaron del sistema. En mi libro cuento la historia de la OMS, de los Rokefeller, de toda la incidencia de los megapoderosos en las vacunas, en la salud… Creo que nada es eterno, absolutamente nada, y la OMS tendrá que reformularse o va a aparecer otra entidad mucho más poderosa y más consciente conformada con gente nueva. Seguramente.
Necesitamos una cuota de optimismo…
Hoy me levanté optimista. Quizás tiene que ver que tuve una charla muy interesante con este médico que contaba, y veo que el mundo está cambiando. Así como pasa cosas pésimas, como tenemos una guerra, entre Rusia y Ucrania, también pasan cosas nuevas, hay procesos positivos. Algo está cambiando, creo que van a surgir nuevos paradigmas. No lo digo desde un enfoque de positivismo tóxico, lo digo desde el sentido común, desde la investigación que hago y lo que creo.
Pensando en tu práctica profesional, ya que citás tu investigación… vos te has convertido en referente para estos temas, veo cómo la gente te pide ayuda, sin embargo, no parece haber muchos colegas trabajando en este sentido. Parece que el periodismo se hace el desentendido, no quiere meterse en líos…
Es así, de hecho, me pasó cuando hice la denuncia en Swiss Medical, que fue muy grave, y con la cual se armó un revuelo enorme. Me habían llamado empleados de SMG Laundry, que es el laboratorio de SMG, para decirme que recibían sábanas e uniformes para lavar, que llegaban contaminados con pedazos de órganos, bolsas con sangre contaminada, me mandaron fotos, pruebas irrefutables, que yo publiqué en mi Instagram, y se armó un gran revuelo, los apretaron mal. Yo hablé con gente del gremio y me dijeron que no pudieron hacer nada. Mentira, no hicieron nada, y en el Ministerio de Trabajo no le tomaron la denuncia porque el gremio no los apoyaba. Esto lo compartí con un montón de periodistas, supuestamente “progres”, pero ninguno se hizo eco de nada, absolutamente.
Lo mismo me pasó con laboratorios Asofarma Graffo, de donde me contactaron para decirme que no había control de calidad en medicamentos oncológicos y de mal de Alzheimer. Hice la denuncia, también se armó un revuelo importante, los re apretaron, no pasó nada. De hecho, hay un jefe de ahí, Omar Flores que tiene una denuncia de abuso sexual, no pasó nada. Porque la gente denuncia, luego le da pánico quedarse sin trabajo. Pero si hay un paciente que está en riesgo, seamos solidarios. No se pueden echar a 300 empleados simultáneamente. Igual los entiendo, porque de Swiss Medical, el dueño es Claudio Belocopitt, un tipo re poderoso, que yo entrevisté para mi libro. Pero seamos solidarios, yo me la juego, quizás porque no trabajo para ninguna corporación médica, vivo de la venta de mis libros, próximamente comenzaré a dar talleres on line. Yo me la banco. He contactado periodistas muy conocidos que han salido a quejarse de sus prepagas, muy levemente, y cuando los convoqué diciéndoles, “pasa esto que es recontra grave”, no hubo respuesta. Ni quiero dar detalles porque no me interesa discutir, pelear, quiero poner la energía en ayudar, cada uno tiene su consciencia, yo tengo la mía, respondo todos los mensajes, difundo todo, comparto todo, ayudo todo lo que puedo, quizás porque con mi hermana la pasé pésimo y si no hubiera sido así, también lo haría, me considero consciente y solidaria, soy periodista y los periodistas estamos para mostrar la realidad.
Sufrís algún de amenaza, escucho algunos nombres “pesados”…
La verdad que no. Lo único que me pasó cuando estaba escribiendo el libro de Máxima, hace 20 años, época que no había redes ni nada, me contactaron por mail de la Casa Real de Holanda, diciéndome que abandone la investigación, que iba a tener consecuencias legales. Lo cual compartimos con periodistas amigos de Perfil y la noticia se difundió en todo el mundo y nos vino bárbaro para la difusión del libro. Luego me escribieron para decirme que no había sido así, que había malinterpretado. Luego cuando escribí “Las Blaquier” uno de ellos, sé que no todos, pero por ejemplo de la rama de Carlos Pedro Blaquier, que son dueños de Ledesma, los de “la noche de apagón”, aliados de la dictadura militar, de hacer desaparecer un montón de sus empleados, uno de ellos me dijo, “cuando salga el libro te voy a denunciar en carta de lectores de La Nación”, sin embargo, nadie me hizo un juicio ni una carta documento. Con “El negocio de la salud”, no recibí ni una carta documento jamás, y eso que mandé al frente un montón de gente. Todo lo que digo es cierto, tengo pruebas, no publico nada que no chequee, jamás diría algo que no sea cierto. Estoy muy tranquila, lo único que me da miedo es que mis hijos se enfermen alguna vez.
Hay periodistas que sí son amenazados, con investigaciones que hacen. Yo gracias a Dios no, si fuera amenazada, denunciaría inmediatamente, no tengo miedo en lo más mínimo. No es que no tema a nada, no es que diga soy una kamikase.
Quizás tiene que ver con que no pertenecés a algún medio atravesado por alguno de los intereses éstos, por ahí me pregunto cómo deben trabajar los periodistas de América TV, los médicos mediáticos…
Por ejemplo, Florencia Cahn, que la quise contactar por unas declaraciones sobre vacunas para los niños, cuando una mujer le preguntó en sus redes sobre una dosis de más que le habría dado a su hijo, ella le respondió “no pasa nada, es una agüita…” y yo dije “perdón, ¿cómo no pasa nada? Pasa o no pasa, quién cree en las vacunas”, pero nunca me respondió. Yo lo conozco al marido, Ignacio Pérez Tomasone, que es médico obstetra y le dije, “le podés decir a tu mujer que me responda, porque veo que hace vivos con modelos, quienes no tienen herramientas para interpelarla, yo quisiera saber algunas cosas”. Yo digo Florencia Cahn como tantos otros están totalmente entongados con los laboratorios. Yo no tengo nada contra las vacunas, pero desconfío de éstas, las del bicho éste. Si una vacuna lleva hasta 40 años desarrollarse, ésta se hizo en 4 meses, cómo no voy a tener dudas. Es lógica pura. Como cuando vos ponés una torta y la sacas a los 5 minutos quizás te va a hacer mal, si lleva 45 hacerla. Desconfío de estos médicos tan mediáticos, que tienen que hablar según lo que la pauta les dicte.
Para cerrar, se me ocurría preguntarte, hoy vivimos un clima, una corriente de reivindicación del lugar de la mujer en la sociedad, en el mundo. ¿Creés que el abordaje de la cuestión obstétrica a la cual te he escuchado referirte en varias ocasiones, tiene que ver con un ambiente machista en estos lugares de la salud?
Obvio, la medicina es machista, paternalista, la violencia obstétrica existe, de hecho, tuvo que sancionarse una Ley de Parto Respetado, para frenarla. No tengo ninguna amiga que no haya padecido la violencia obstétrica y recibo todo el tiempo denuncias de esto. Yo la sufrí, la denuncié, pero en ese momento, embarazada, no podía seguir adelante en el proceso, de meterme en tribunales a litigar, prioricé mi salud mental y la de mi hija. Yo cuando denuncié a los obstetras que me habían maltratado, recién ahí conseguí un obstetra copadísimo, que es Guillermo López Rendón y María Eugenia Massa de Buenos Aires. Cuando denuncié en redes sociales mi experiencia con aquellos médicos, los de mi obra social me llamaron para que baje esas publicaciones porque tendría consecuencias legales.
Quién te cuida…
¡Claro!! Ahora que no estoy embarazada aliento a las madres embarazadas a que se informen, denuncien, que hay medios, hay herramientas que yo no tuve.
Es un trabajo muy valioso hoy en día, de abrir cabeza y desnaturalizar cosas tan instaladas. ¿no? Conozco un caso de una persona que, habiendo dado a luz, en la clínica, consultó la finalidad de una de esas vacunas “iniciales”, digamos, y le respondieron que no sabían, pero que sin esa inoculación no podrían irse…
Es un desastre, y eso es mentira, hoy hay un plan de parto respetado, que se baja de la web del Ministerio de Salud, en el que ponés lo que querés que te hagan, a vos o a tu bebé, como por ejemplo, la vacuna de la hepatitis B que podés elegir no ponerle, porque es una enfermedad que se contagia por transmisión sexual, y un bebé no tiene riesgos, ellos deben cumplir la ley.