Ingeniero Alejandro Carrere
Cómo se prepara la universidad pública frente a los recortes
El decano de la UTN-Paraná dijo que ante el nuevo gobierno nacional “estamos expectantes por la pauta presupuestaria” • Descartó que por el ajuste se puedan cobrar cuotas a los alumnos • “Serían 200 mil pesos por mes, como mínimo, algo inabordable para cualquier ciudadano de este país”, subrayó.
Crespo.- Durante la presentación de la Tecnicatura en Mecatrónica, carrera de pregrado que dictará la Facultad Regional Paraná de la UTN en la extensión áulica Crespo, Paralelo 32 dialogó con el decano de la institución académica, ingeniero Alejandro Carrere. El cambio de gobierno encuentra al sistema universitario público argentino con una gran cantidad de interrogantes sobre su futuro.
– ¿Cómo se ve la política universitaria con el cambio de gobierno y las decisiones drásticas del tipo ‘plata no hay’?
-- Estamos expectantes para ver qué sucede con la pauta presupuestaria. Lo único que se sabe, en términos informales, es que va a existir una prórroga del presupuesto 2023 reconducido en 2024. En los próximos días nos iremos enterando. En esa situación, vamos proyectando y organizando nuestra propia dinámica, para afrontar las dificultades que puede entrañar una situación de esa naturaleza. Porque aproximadamente el 8% del presupuesto universitario queda disponible para gastos de funcionamiento, pagos de servicios, que demanda poner día a día la actividad universitaria con todas sus dimensiones; el resto, 92%, es sueldo. Eso nos implicó ir evaluando horarios de funcionamiento y la atención de distintas funciones sustantivas, cómo optimizar nuestro funcionamiento para resentir lo menos posible nuestra rutina. Sin dudas, vamos a tener afectaciones, y vamos a tener que adecuarnos, en principio, a esa situación. Debemos manifestar lo que importa el sistema universitario en su conjunto y los aportes que brinda, porque formamos más de 3 millones de personas, como estudiantes que pasan por el sistema universitario público. Están hoy dentro del sistema y al graduarse, hacen un aporte significativo para el desarrollo y el avance de la sociedad. Es algo que no pueden dejar de atender las autoridades que están asumiendo: lo que implica el financiamiento, y la importancia del mismo, para atender el importante rol social que tiene la universidad
– Ahí aparece el fantasma de cobrar cuotas a los alumnos de universidades públicas.
-- Es una falacia, porque si uno calcula el costo por estudiante que requiere poner el sistema en funcionamiento, estamos hablando de cuotas que serían inabordables para cualquier ciudadano de este país, alrededor de 200 mil pesos mensuales, como mínimo. Esto sin considerar la realidad de carreras como son las ingenierías que, además, tienen el soporte de actividades de laboratorio y formación práctica que las hacen más costosas que el promedio de las carreras que se dictan en nuestro país.
El negocio del crédito universitario
En países donde la educación universitaria pública es paga, como Estados Unidos o Chile (países que admira el presidente Milei, dicho sea de paso), floreció un negocio muy redituable para los bancos: otorgar créditos a los estudiantes universitarios. Mientras están estudiando, con el crédito van pagando las cuotas. Luego de recibirse comienzan a devolver el préstamo.
En la práctica y con la crisis económica que afecta a todas las clases medias del mundo occidental, esos créditos se hacen más y más gravosos. En Estados Unidos, según datos del Departamento del Tesoro y del portal Education Data Initiative, actualizados a 2021, 45 millones de universitarios que tomaron créditos para pagar sus estudios deben más de 1,7 billones (¡millones de millones!) de dólares. Esa cifra fabulosa, representa casi el 6% de la deuda total del país. Y por supuesto, una parte importante de los egresados tienen muy difícil pagarla. En Estados Unidos se ha podido comprobar el impacto que la deuda estudiantil tiene en las familias deudoras que, en muchos casos, han disminuido el consumo y la compra de viviendas o de automóviles, por ejemplo.
El tema se transformó en un mayúsculo problema político; el presidente Biden y el Partido Demócrata prometieron algún tipo de solución.
Con sus medidas y desregulaciones, queda en claro que el gobierno libertario de Javier Milei representa los intereses del sector financiero, el FMI y la banca internacional. La producción y la industria quedan relegadas. O condenadas.
En ese contexto, para desgracia nuestra, con el discurso ‘plata no hay’ que el gobierno nacional inauguró, se abre una ‘ventana de oportunidades’ con 3 millones de jóvenes como ‘demanda cautiva’, para que la banca nacional y extranjera inicie un nuevo negocio masivo en nuestro país con los créditos a estudiantes, si las universidades públicas se ven en la obligación de cobrar cuotas para resolver sus apremios presupuestarios. Es decir, si la universidad pública deja de ser un ‘derecho’ a la educación profesional como mecanismo de ascenso social, para transformarse en mero ‘contrato entre privados’: una juventud privada de dinero, una universidad privada de fondos y un banco privado que se beneficia de tantas privaciones.