Poco tiempo atrás, dos de los hijos de Elena, tras su fallecimiento, abandonaron por un día sus ocupaciones para hacerse a la tarea de desocupar su casa a efectos de resolver el destino de la misma. Esto significa vaciarla de cachivaches de bazar, trastos, cacharros, artesanías, libros, utensilios ociosos y otros artificios…

Fue un trabajo tedioso, de llamadas a hermanos, nietos, sobrinos, amigos… ¿Quién quiere una sopera? ¡No gracias, tengo y no sé para qué! ¿Y una foto de los abuelos enmarcada en cedro 45x45? ¡Nop!, sabes que vivo en un departamento chico y prefiero el arte abstracto.Es el problema de miles o millones de personas en el mundo, que deben hacerse cargo de lo que el último de sus seres queridos fue acumulando a lo largo de décadas sin saber por qué ni como sucedió. Desde ropa vieja hasta prendas sin estrenar, desde electrodomésticos de usos cuestionables hasta fotos de gente de la que ya ni recordamos su nombre, se suma en esa tendencia acumular mucho más de lo que necesitamos para vivir, o de guardar, como describió con admirable maestría Eduardo Galeano en “¿Guardamos o desechamos?”Y si, a veces los propios usuarios no sabemos qué hacer con tanto chirimbolo, imagina el dolor de cabeza que pueden llegar a ser tus cosas para tu familia el día que dejes de existir.Lo que para nosotros tiene algún significado, valor sentimental, o que hemos comprado por error (¿quién no compró cosas que no le sirvieron?), para los que deben hacerse cargo después de nuestra partida son un dolor de cabeza que no deberíamos dejarles.&nbsp;Según he leído hace un tiempo en la BBC en español, los suecos parecen haber encontrado una manera muy pragmática de lidiar con esta situación: organizan y se deshacen de gran parte de sus pertenencias antes de que la parca les toque a la puerta.“Se trata de una práctica bautizada döstädning -un término relativamente reciente para nombrar una antigua costumbre- que combina la palabra dö (muerte) y städning (limpieza u orden).No me agrada el “do” en esa definición, aun tratándose de una realidad que deberíamos aceptar con naturalidad, pero es muy razonable alivianar la casa antes de entregarla a la posteridad. Y en ese plan podríamos beneficiar a muchas personas que aceptarían gustosas lo que desechamos poco a poco.

¡Pero qué buena idea!

Nunca más oportuno que la Semana del Huevo de gallina (6 al 12 de octubre) para responder a una pregunta que muchas amas de casa han preferido no hacerse, vencidas quizás por otros enigmas del huevo, como el misterio de quién fue primero…&nbsp;Hemos hallado en Infocampo un título inquietante: “¿Por qué guardamos los huevos en la heladera si en el súper están afuera?”&nbsp;Después de comprar huevos en el supermercado o la verdulería, la mayoría de las personas los colocan en la puerta de la heladera. Pocos podrían explicar por qué lo hacen si en el supermercado estaban afuera. En busca de la respuesta el sitio Infocampo habló con Luis Riera, un especialista en alimentos y director general de la consultora de seguridad alimentaria SAIA, quien explicó que los huevos pueden conservarse perfectamente a temperatura ambiente siempre que estén a menos de 25ºC.&nbsp;La cáscara del huevo, que es porosa, tiene una capa llamada cutícula que protege el interior del huevo de la contaminación por salmonella, que puede estar en la cáscara debido a las heces de la gallina.“Mientras la cutícula esté intacta, el huevo se mantiene en perfecto estado a nivel higiénico”, asegura Riera. Los cambios bruscos de temperatura pueden dañar esta cutícula, lo que explica por qué en el supermercado los huevos se conservan fuera de las heladeras.&nbsp;Las puertas de la heladera se abren y cierran constantemente, provocando variaciones de temperatura que podrían afectar a la cutícula.Riera también menciona que “la clara es muy densa y, a medida que pasan los días, pequeñas cantidades de aire entran en el huevo, reduciendo la densidad de la clara”. Esta transferencia de aire ocurre más rápido si el huevo no está en la heladera, lo que afecta la frescura visual del huevo.“Para entender mejor, Riera sugiere un experimento: “Si freís un huevo que estuvo una semana fuera de la heladera y otro que estuvo una semana en la heladera, verás que el último tiene la yema centrada y una clara más espesa, mientras que el otro puede quedar más desparramado”.“En resumen, guardar los huevos en la heladera tiene más que ver con la estética que con la higiene o la seguridad alimentaria”.

Otra gran pregunta que esperaba su condigna respuesta

¿Qué tanto mejor o peor que en 2002 están los guarismos de la economía nacional en el presente? La respuesta podría situarnos con más claridad a qué profundidad estamos en el pozo.

El 2002 tiene como hito la salida de la Convertibilidad. En aquel año el&nbsp;2,4% de los argentinos se consideraba de nivel alto. Actualmente, menos de la mitad se ve de esa manera: el 1,1%. Con respecto al nivel medio, estaba compuesto por el 35,2% de los encuestados en 2002. Hoy representa al 24,8%. Si nos detenemos en el nivel bajo medio, conformado por un público muy ligado a Milei, estaba conformado por el 38,7% hace dos décadas. Ahora alcanza al 33,6% de las personas. Sin embargo, la gran novedad se encuentra debajo de estos niveles: ¿Quién se considera pobre? En el 2002 que nos dejaron Menem y De la Rúa era el 23,6%. En el 2024 el 40,5%. Cabe destacar que ambos fueron años en los que había crisis.Otra encuesta, esta vez de Isonomía, compara los mismos datos, pero comprendidos en 2011 y 2024. En el 2011, el 70% representaba a quienes querían vivir en un país donde la mayor parte de las cosas las hace el Estado por sobre el privado. Fue el año en el que Cristina Kirchner ganó por el 54% de los votos. Hoy, en 2024, sólo el 42% quiere residir en una Argentina que sea estadocéntrica.&nbsp;Hay un cambio de sensibilidad respecto del Estado. “¿Cree que el Estado es más ineficiente que el privado?”, es otra de las preguntas que plantea el estudio. Hace 13 años atrás, el 69% coincidía con aquella afirmación; actualmente, solo bajó un punto y se encuentra en 68%. En relación a la percepción de la ciudadanía respecto de su nivel social, en 2011 el 70% se incluía dentro de las clase media. Ahora solo el 35%. El fenómeno inverso y llamativo, que hace juego con la labor de Hugo Haime, ocurre para con la clase baja. En 2011 representaba al 29% y hoy está conformado por el 63% de los encuestados.Como sea, semejante desastre no se logra en pocos años y menos en pocos meses, ahora preguntándonos si estaremos trepando desde el fondo del pozo, parados sobre él, o cavándolo más hondo? Dios quiera y tenga resortes.

Mal pero acostumbrados

El prócer más venerado de Sudamérica, el general José Francisco de San Martín, habría muerto prematuramente en un hospital, en la misma indigencia que azotó en sus últimos días al Gran Belgrano, de no haber sido por su amigo Alejandro María Aguado, quien le da nombre a una calle de Buenos Aires (lateral al Instituto Sanmartiniano) y un retrato suyo ocupa un lugar destacado en el Museo Histórico de Cuyo (Mendoza).

Existen numerosos testimonios acerca de la profunda amistad entre el Gran Capitán en su exilio y el marqués Aguado, famoso en toda Europa y mimado por sus soberanos, por la expansión de sus negocios. Poco se sabe acerca de su filantropía.¿Quién fue? Nació junio de 1784 o 1785. Era seis o siete años menor que San Martín, quien en 1832, enfermo y sin recursos, fue auxiliado por Aguado ante las deudas que peruanos, chilenos y el Estado argentino tenían con el prócer, que finalmente fueron mal pagadas y a destiempo, tras muchas gestiones.&nbsp;Bartolomé Mitre (siglo XIX), historiador, militar y presidente argentino, lo testimonia escribiendo:&nbsp;‘... su destino, según sus propias palabras, era ir a morir a un hospital. Un amigo, compañero de armas suyo en la guerra de la Península, un español, el opulento banquero Aguado, vino en su auxilio y le salvó la vida sacándolo de la miseria. Le hizo adquirir la pequeña residencia de campo de Grand Bourg, a orillas del río Sena...“.&nbsp;Provenía de una familia judía sefardí, algunas la precisan como judía-portuguesa. El historiador español Gregorio Marañón señala: “...en los documentos de París hay una concomitancia entre don Alejandro (Aguado) y los comerciantes y banqueros judíos, lo que me hace presentir, con casi seguridad, que aquel benemérito varón perteneció a dicha raza... ’. Agrega: Yo he conocido varios Aguados de procedencia Navarra entre los sefarditas que aún existen en el mundo.&nbsp;En una extensa semblanza, el prestigioso lingüista argentino Pedro Barcia escribió: “Murió Alejandro Aguado una noche de abril de 1842. Por su testamento se supo que había nombrado a San Martín su primer albacea, tutor y curador de sus dos hijos menores en unión con la madre. También le correspondió un legado importante, que le aseguraba una posición económica holgada: Aguado le había dejado en herencia todas sus joyas y condecoraciones”.Continúa Barcia: “En septiembre de 1842, José de San Martín le escribía al general Guillermo Miller: "Mi suerte se halla mejorada, y esta mejora es debida al amigo que acabo de perder, al señor Aguado, el que, aun después de su muerte, ha querido demostrarme los sentimientos de la sincera amistad que me profesaba, poniéndome a cubierto de la indigencia".

¿De qué vivió el general San Martín en Francia?

La ideología del globalismo, en plena marcha, confirma sin dudas una nueva Era, aunque no parece ser la continuidad de la anterior New Age, a la que nos referimos la semana anterior. Ésta nos trae maravillosos adelantos, tan beneficiosos como tramposos, a los que sin embargo es difícil oponerse sin ser desmentido o crucificado. ¿Quién se opondría, por ejemplo, a las antenas 5G y 6G, que nos multiplican la velocidad para subir y bajar archivos a la nube?

Esta nueva era se basa en los dictados del Grupo Bilderberg, En este nuevo tiempo se trata de que confiemos ciegamente en que la Inteligencia Artificial resolverá todos nuestros problemas y hará todo por nosotros para que dejemos de pensar. Nos recuerda a nuestras viejas Fuerzas Armadas con su lema: “El soldado no piensa; obedece”.&nbsp;Podríamos llamarla quizás la Era del “mono feliz”, subyugados, seducidos, atrapados todo el tiempo por la enorme red mundial tecnológica, donde se nos dictará qué es verdad y qué no lo es, y punto.Nótese que a la par, se van extendiendo por el mundo los Fact checkers (verificadores de hechos); sitios web donde se analizan noticias y se dictamina si los datos son verdaderos, falsos, exagerados, engañosos, apresurado y otras tipificaciones. Esos sitios forman parte de la Red Internacional de Verificación de Hechos (IFCN, según sus siglas en inglés). En Argentina tenemos Chequeado.com, que según su informe de transparencia se sostiene mediante contribuciones de personas, aunque las más generosas y permanentes suelen ser entidades como la Fundación Ford y la Open Society Foundations (de George Soros). También recibe contribuciones de la Fundación Nacional para la Democracia (NED), con sede en Washington siendo uno de sus fundadores Ronald Reagan.Las influencias del Grupo Bilderberg sobre el planeta es determinante. Se trata de un club privado y secreto con una célebre reunión anual a puertas cerradas. “Hay quienes incluso consideran al grupo de Bilderberg como una continuación de los Illuminati, una sociedad secreta creada a fines del siglo XVIII cuyo fin sería establecer un nuevo orden mundial con un gobierno global” (BBC Internac.).&nbsp;Lo integran los hombres y mujeres más poderosos de la tierra en cuanto a su influencia, poder económico o propiedad de empresas transnacionales imprescindibles para el funcionamiento de las comunicaciones, la salud, el entretenimiento y la economía global. Se les atribuye ser inspiradores de la célebre Agenda 2030.Entonces, ¿marchamos aceleradamente hacia una sociedad de amos y esclavos, como afirma la periodista y escritora española Cristina Martín Gimenez? Es algo que hasta ahora parece inevitable y el ensayo mundial de la supuesta pandemia de Covid19 ha demostrado cuán posible es dominar al mundo mediante dos armas: el miedo y los chupetines para monos felices.

La Era del Mono Feliz

El término "New Age" (Nueva Era) como movimiento cultural y espiritual tuvo su apogeo en la década del 80, y aunque sus ideas y prácticas siguen siendo influyentes, la etiqueta en sí misma no es tan utilizada hoy en día. ¿Se cumplieron sus proyecciones?

En realidad, la New Age no parece haber provocado grandes cambios en la humanidad, aunque muchas de sus ideas quedaron dispersas, fueron asimiladas por la cultura popular y ciertos movimientos menos mencionado en términos explícitos hoy en día, que sin embargo siguen influyendo en la cultura contemporánea a través de prácticas de bienestar, espiritualidad alternativa , ecologismo, sostenibilidad y respeto por todas las formas de vida. Alcanzó popularidad el yoga, la meditación y otras prácticas orientales en Occidente, y el esoterismo, que caló hondo en muchas culturas a finales del siglo XIX ayudado por la Sociedad Teosófica fundada un siglo antes de la New Age, en 1875, por Helena Petrovna Blavatsky, quien proponía “una sociedad para la búsqueda de la sabiduría divina, sabiduría oculta o espiritual”.&nbsp;A nuestro criterio y según consultas que hemos hecho en diversas fuentes literarias afines al tema, también se avanzó en cuanto al sincretismo, es decir al propósito de llegar a un mix de todas las doctrinas, religiones y corrientes espirituales y filosóficas, creencias y ocultismos, con el propósito de lograr la paz de la humanidad. En esta especie de “jarra loca” no se rechazaría a nadie, forzando la mezcla de ingredientes entre la Biblia, el Corán, el sistematizador del espiritismo Allan Kardec y los libros de la astróloga Ludovica Squirru.De hecho, otro&nbsp;ideal de la Nueva Era fue y es la creación de un mundo de paz, armonía y amor universal, trascendiendo barreras políticas, culturales y religiosas. He aquí su gran fracaso. Los odios están intactos sobre el planeta, a pesar de haber logrado millones de adherentes al ideario de hombres como Krishnamurti, Maharishi Mahesh Yogi (introdujo la Meditación Trascendental en Occidente) y otros inspiradores del movimiento New Age.Nos hallamos hoy en medio del acelerado proceso de una “nueva Nueva Era”, que esta vez se cumplirá inexorablemente porque viene dictada desde la élite del oscuro gobierno mundial, maquinado por las organizaciones más poderosas del orbe y que cuenta con herramientas tan eficaces como la gran red tecnológica universal para imponer su orden.&nbsp;¿Qué se proponen? Posiblemente convertir a los humanos en una especie de “monos felices” y obedientes a la jerarquía mundial. Ampliaremos en la próxima entrega.

¿Después de la New Age, viene la Era Monos Felices?

Cuando uno lee un escueto repaso acerca de las baterías que alimentan a los vehículos eléctricos, supuestamente amigables con el medio ambiente, comprende que la tecnología se halla en un espiral sin salida por ahora.&nbsp;Los poderosos del mundo echaron a perder los grandes inventos de energía limpia de Nicola Tesla porque estropeaban sus negocios. Ahora aparece una nueva generación que propone resolver la contaminación con automóviles y trenes a batería.

Una breve explicación sin autor, con datos que hemos chequeado valiéndonos de la inteligencia artificial (IA), nos ilustra que las baterías que almacenan la electricidad que se produce en otro lugar, atentan en su origen contra el planeta, igual que los paneles solares y turbinas eólicas, haciendo el bien por producir energía limpia y el mal por lo mucho que ensucian para ser fabricados.&nbsp;&nbsp;“Las baterías de los vehículos Tesla y Nissan pesan en promedio 450 kg y contienen: 11 kg de litio, 27 kg de níquel, 20 kg de manganeso, 14 kg de cobalto, 90 kg de cobre y 180 kg de aluminio, acero y plástico. Hay más de 6.000 células individuales de iones de litio dentro”.“Para hacer cada batería BEV, se necesita procesar 11.000 kg de sal para litio, 15.000 kg de mineral para cobalto, 2.270 kg de resina para níquel, y 11.000 kg de mineral de cobre. En total, se requiere extraer 225.000 kg de tierra para una batería”. Se utiliza agua y se contaminan efluentes.Las baterías, algo que se olvida decir, duran de 10 a 15 años y aunque después se les puede dar un uso estático, en tierra, alguna vez se convertirán en chatarra tecnológica contaminante.&nbsp;Por otra parte: “El mayor problema con los sistemas solares (en este caso paneles) son los productos químicos utilizados para convertir el silicato en la grava utilizada. Para producir suficiente silicio limpio, debe tratarse con ácido clorhídrico, ácido sulfúrico, fluoruro, tricloroetano y acetona. Además, se necesitan galio, arseniuro, diselenuro de cobre-indio-galio y telururo de cadmio, que también son altamente tóxicos. El polvo de silicona supone un peligro para los trabajadores y las baldosas no pueden reciclarse”.Visto desde lejos, la propulsión vehicular por baterías parece aceptable para el Going Green (Volverse ecológico) pero cuando se lo mira con lupa, es para dudar.&nbsp;Teniente Ripley

¿Qué tan verdes son las “energías verdes”?

En promedio, el 26% de los estudiantes del último año de Secundaria del país reconocen tener 20 o más faltas por año y solo un 3% tiene asistencia completa. Para el 49% de los directores del mencionado nivel educativo, el ausentismo estudiantil es el principal problema en el proceso de enseñanza y aprendizaje, según las respuestas que brindaron al cuestionario de las Pruebas Aprender 2022.

En provincia de Buenos Aires son un 36% los que tienen 20 faltas o más, y es el peor nivel de asistencia. El mejor es de San Juan (9%), donde al parecer la tradición del Padre del Aula Sarmiento inmortal todavía pesa. Entre Ríos se encuentra a mitad de tabla con 18% de los que acusan un mínimo de 20 faltas.&nbsp;El estudio segmentó a todos los sectores sociales, sin hallar diferencias significativas en la cantidad de faltas que tienen los alumnos de distintos niveles socioeconómicos. En cambio, sí se observan diferencias en los motivos. Para los estudiantes del quintil más bajo (los de menores recursos), la razón más importante para ausentarse son problemas de salud propios (54%), problemas de acceso a la escuela por el clima o el transporte (30%) y la falta de ganas de ir a la escuela (24%). En el quintil más alto, las razones que predominan son problemas de salud propios (67%), falta de ganas de ir a la escuela (48%) y llegadas tarde a clases (24%).Evidentemente muy pocos alumnos hoy están inspirados por Sarmiento, quien según la construcción histórico cultural nunca faltó al aula, seguramente sus educadores tampoco faltaron. Sepamos que los niños y adolescentes aprenden más con los ejemplos que con el discurso.Lo curioso de este estudio es que concluye en que la escuela se desliga de esa responsabilidad y la traslada afuera de su ámbito: Se opina que “la familia” debiera poner límites al “no tengo ganas” (uno de los motivos principales de ausencia), la precarización laboral y sanitaria de las familias, etcétera.&nbsp;De hecho, son razones atendibles y el problema es complejo, pero si se lo va a debatir habrá que analizar también cuánto influye en el concepto de “obligaciones” que tienen los chicos, si cada semana son sus docentes los que no asisten por razones de paro, feriado, asamblea, día institucional, día de desinfección (nunca un fin de semana), razones personales del docente, que le quitan valor a la importancia de cumplir con el calendario educativo anual. Si el debate se cumple con la honesta intención de solucionar el problema, que ya es crónico, habrá que incluir también estas consideraciones, porque si el Estado no se ocupa de los chicos, los docentes no asumen su parte de su responsabilidad y los padres tampoco, ¿a los chicos quien los defiende? ¿Quién?

¿A los alumnos, quién los defiende?

En realidad, la New Age no parece haber provocado grandes cambios en la humanidad, aunque muchas de sus ideas quedaron dispersas, fueron asimiladas por la cultura popular y ciertos movimientos menos mencionado en términos explícitos hoy en día, que sin embargo siguen influyendo en la cultura contemporánea a través de prácticas de bienestar, espiritualidad alternativa, ecologismo, sostenibilidad y respeto por todas las formas de vida. Alcanzó popularidad el yoga, la meditación y otras prácticas orientales en Occidente, y el esoterismo, que caló hondo en muchas culturas a finales del siglo XIX ayudado por la Sociedad Teosófica fundada un siglo antes de la New Age, en 1875, por Helena Petrovna Blavatsky, quien proponía “una sociedad para la búsqueda de la sabiduría divina, sabiduría oculta o espiritual”.&nbsp;A nuestro criterio y según consultas que hemos hecho en diversas fuentes literarias afines al tema, también se avanzó en cuanto al sincretismo, es decir al propósito de llegar a un mix de todas las doctrinas, religiones y corrientes espirituales y filosóficas, creencias y ocultismos, con el propósito de lograr la paz de la humanidad. En esta especie de “jarra loca” no se rechazaría a nadie, forzando la mezcla de ingredientes entre la Biblia, el Corán, el sistematizador del espiritismo Allan Kardec y los libros de la astróloga Ludovica Squirru.De hecho, otroideal de la Nueva Era fue y es la creación de un mundo de paz, armonía y amor universal, trascendiendo barreras políticas, culturales y religiosas. He aquí su gran fracaso. Los odios están intactos sobre el planeta, a pesar de haber logrado millones de adherentes al ideario de hombres como Krishnamurti, Maharishi Mahesh Yogi (introdujo la Meditación Trascendental en Occidente) y otros inspiradores del movimiento New Age.Nos hallamos hoy en medio del acelerado proceso de una “nueva Nueva Era”, que esta vez se cumplirá inexorablemente porque viene dictada desde la élite del oscuro gobierno mundial, maquinado por las organizaciones más poderosas del orbe y que cuenta con herramientas tan eficaces como la gran red tecnológica universal para imponer su orden.&nbsp;¿Qué se proponen? Posiblemente convertir a los humanos en una especie de “monos felices” y obedientes a la jerarquía mundial. Ampliaremos en la próxima entrega.

El 4 de octubre próximo se cumplirán 67 años de cuando el mundo estaba asombrado por el lanzamiento del primer satélite orbital, el ruso Sputnik, en 1957. Chicos y grandes salían en las noches despejadas para ver el paso de una estrellita móvil, asombrados por comprobar que daba una vuelta al planeta cada 98 minutos y sumó 1.440 órbitas antes de incinerarse al reingresar a la atmósfera. Apenas 4 años más tarde vendrían las transmisiones vía satélite.

Sesenta y siete años son apenas el tiempo promedio de la fugaz vida del ser humano y en ese lapso se fue haciendo común los satélites y las misiones tripuladas a partir del ruso Yuri Gagarin. Desde hace pocos años las órbitas de la Tierra se están llenando de satélites a un ritmo asombroso. Ya hay más de 9.000 orbitando el planeta y más de 5.000 pertenecen a Starlink, la constelación construida por la corporación SpaceX para proveer el servicio de internet a la Tierra. A ellas se les unirán miles de satélites más de otras empresas y países en las próximas décadas. Sirven para comunicar, espiar, pronosticar…Por ejemplo SpaceX, la compañía fundada por Elon Musk, lanzó sólo en 2023 casi cien cohetes, la mayoría de los cuales fueron destinados a&nbsp;crear su constelación de satélites&nbsp;Starlink, con la que provee de Internet de banda ancha a personas que viven en espacios poco poblados o de difícil acceso. Eso es lo bueno. Lo malo es que cuantos más haya, mayor será su interferencia en la capacidad de la astronomía terrestre para responder preguntas sobre el Cosmos y el lugar de la humanidad en él, privilegio que quedará reservado a las naciones que ya tienen plataformas en órbita para escudriñar el universo desde allí.Si resulta ser&nbsp;un buen negocio, como parece ser, algunos analistas pronostican un millón de estos dispositivos en órbita en la próxima década. De su impacto en términos de contaminación debido sus despegues, ¡chitos la boca! Las empresas se muestran reacias a brindar&nbsp;detalles sobre las consecuencias&nbsp;de estos satélites -los voceros de SpaceX, por ejemplo, no hablan del tema-. Los gobiernos también parecen estar haciendo la del perro que tumbó la olla, ya que no existen proyectos para regular esta floreciente actividad. Mientras tanto, tratan de regularnos la vida a los del promedio de 67 años.

Apenas en un descuido nos poblaron el cielo

Un informe del Foro Económico Mundial estimó que para 2025, la automatización podría desplazar unos 85 millones de empleos en todo el mundo. Aunque también se prevé la creación de 97 millones de nuevos roles adaptados a la nueva división del trabajo entre humanos, máquinas y algoritmos, la transición no será sencilla. Las personas afectadas por la pérdida de sus trabajos actuales tendrán que adquirir nuevas habilidades y adaptarse a diferentes roles, lo que podría generar una brecha significativa en el mercado laboral.&nbsp;

Autores como Yuval Noah Harari, tan valorados en estos tiempos, han llegado a estimar que, en un futuro no muy lejano, el ser humano podría volverse innecesario en muchas áreas laborales. Harari sugiere que podríamos enfrentarnos a un escenario en el que miles de millones de personas se encuentren desempleadas debido a la automatización, lo que obligaría a los gobiernos a implementar subsidios universales para asegurar la supervivencia de estas personas. Y adivine quiénes están en la primera fila del ejército perdedor; los jóvenes que no ponen empeño en superarse.Esta visión pesimista plantea importantes interrogantes sobre el futuro de la economía global y el bienestar social. ¿Cómo garantizar que las personas desocupadas mantengan una calidad de vida digna? ¿Qué papel jugarán la educación y la capacitación en este nuevo contexto? ¿cómo se redefinirá el concepto de trabajo en una sociedad donde la inteligencia artificial desempeña un papel central? Y, quizás lo más crucial, ¿seguirán los dirigentes sindicales argentinos, y los responsables de la educación, actuando como si ignorasen todo esto?&nbsp;A pesar de los desafíos, algunos expertos creen que la IA también tiene el potencial de generar oportunidades sin precedentes. La clave estará en cómo gestionemos esta transición. Es fundamental que los gobiernos, las empresas y las instituciones educativas trabajen de manera conjunta para desarrollar políticas y programas que faciliten la adaptación de la fuerza laboral a las nuevas realidades tecnológicas.La educación y la formación continua serán esenciales para preparar a las nuevas generaciones para los empleos del futuro. Y el futuro está aquí. Es hoy.

¿Qué el futuro no te sorprenda distraído?

No sin antes aclarar que no estamos obsesionados con el tema de la población del planeta, que nos ocupó en las dos entregas anteriores, digamos que una cosa trae la otra y buscamos respuesta a la pregunta del título, porque es la que desvela a demógrafos, estadistas, geógrafos y otros científicos.

No todas las estimaciones son científicas, parte de ellas son políticas, por eso se juegan cifras que van desde 4.000 millones (hoy somos justo el doble) hasta 16.000 millones. Lo único que está claro es que veníamos creciendo como hormigas en verano y actualmente se desaceleró el crecimiento.En el año 1800 éramos 1.000 millones, cantidad que se duplicó en 1927, y apenas 47 años luego (1974) se había duplicado esa cantidad. Cuando Paralelo 32 nació a la consideración popular en el Planeta (1972) éramos poco menos de 4.000 millones y cuando cumplió 50 años sumábamos poco menos del doble. Cuatro mil millones más en medio siglo.&nbsp;Es probable que la Tierra no pueda soportar más de 11.000 millones de humanos y esa cantidad podría completarse en el año 2100. Claro que la élite del mundo ya está trabajando para que, en lo posible, llegue solo la mitad.Naciones Unidas (ONU) calcula 10.400 millones para 2080, pero todos son datos atados a variables futuras impredecibles. La realidad presente es que cada 5 ó 6 días se añaden un millón de almas más a la población; son 80 millones anuales, un equivalente a la población total de Alemania o diez ciudades como Nueva York, cada año. ¿Cuánta naturaleza hay que eliminar para hacerlos caber, y cuánto más suelo se necesitará para alimentarlos?En 1679 Anton Van Leeuwenhoeck, llamado el padre de la microbiología, fue el primero en estimar y dijo que el planeta Tierra estaba en condiciones de soportar 13.400 millones de personas. No sabemos si el afamado aficionado que construyó los primeros microscopios, calculó que la Tierra se poblaría de infiernos pavimentados rebosantes de humanos capaces de producir casi un kilo de basura per cápita y que los seres humanos también consumirían energía.

Periscopio

¡Pero qué buena idea!

Otra gran pregunta que esperaba su condigna respuesta

Mal pero acostumbrados

¿De qué vivió el general San Martín en Francia?

La Era del Mono Feliz

¿Después de la New Age, viene la Era Monos Felices?

¿Qué tan verdes son las “energías verdes”?

¿A los alumnos, quién los defiende?

¿Después de la New Age, viene la Era Monos Felices?

Apenas en un descuido nos poblaron el cielo

¿Qué el futuro no te sorprenda distraído?

¿Cuánta gente cabe en el planeta?