El borrador de la historia
Arnaldo Calveyra: un poeta entrerriano con raíces universales
Nacido el 23 de febrero de 1929 en Gobernador Mansilla, cerca del río Uruguay, Arnaldo Calveyra es una de las figuras literarias más destacadas de Entre Ríos y un referente de la poesía en lengua española. Creció en un entorno rural, acompañado por su padre, trabajador del campo; su madre, maestra; y sus once hermanos. Desde joven, Calveyra mostró un profundo vínculo con su tierra y su gente, un lazo que impregnó su obra a lo largo de su vida.
Los primeros pasos: de Gobernador Mansilla al mundo
Tras completar sus estudios secundarios en el histórico colegio de Concepción del Uruguay, se trasladó a La Plata para estudiar Letras en la universidad. Fue allí donde conoció a Carlos Mastronardi, poeta entrerriano y amigo de Jorge Luis Borges, quien se convirtió en su maestro y mentor.
En 1959, Calveyra realizó su primer viaje a Francia, donde comenzó a vincularse con escritores como Gaëtan Picon. Paralelamente, en Buenos Aires, se publicaban su primera obra de teatro, El diputado está triste, y su primer libro de poemas, Cartas para que la alegría.
Hacia finales de 1960, una beca lo llevó a París para trabajar en su tesis sobre los trovadores provenzales. Fue entonces cuando decidió establecerse en la capital francesa, donde vivió hasta su muerte el 15 de enero de 2015.
Un puente entre culturas: la obra de Calveyra
Aunque vivió más de medio siglo en Francia, Calveyra nunca abandonó su idioma natal en la escritura. Su poesía y prosa, impregnadas del paisaje entrerriano, combinan una sensibilidad única con una introspección profunda. Entre sus obras se destacan los libros de poesía El hombre del Luxemburgo, La cama de Aurelia, El cuaderno griego, Libro de las mariposas y Maizal del gregoriano. También exploró el ensayo, con títulos como Si la Argentina fuera una novela, y la narrativa, con libros como El origen de la luz.
Reconocimientos internacionales
Su talento fue ampliamente reconocido, obteniendo premios como la Beca Guggenheim (2000) y distinciones del gobierno francés, incluyendo el Commandeur de l'Ordre des Arts et des Lettres (1999). En Argentina, recibió el prestigioso Premio Konex en 2014.
Entre Ríos en su voz
El paisaje entrerriano fue una constante en la obra de Calveyra. Como señaló el ensayista Pablo Gianera: “Todo lo que nombra, parece nombrado por primera vez. (...) Su lengua viene de muy lejos y de muy adentro, atrapando para siempre esas cosas tan fugaces como la luz misma”.
Este lirismo quedó plasmado en Cartas para que la alegría, donde escribió:
“El viaje lo trajimos lo mejor que se pudo. De todas las mariposas de alfalfa que nos siguieron desde Mansilla, la última se rezagó en Desvío Clé (...). En el ferry fue tan lindo mirar el agua. ¿Y sabes?, no supe que estaba triste hasta que me pidieron que cantara”.
Un legado perdurable
Arnaldo Calveyra dejó una obra que trasciende fronteras y sigue siendo estudiada y admirada. Su capacidad para capturar la esencia de lo cotidiano y transformarlo en poesía lo convierte en un autor imprescindible, no solo para los entrerrianos, sino para todos los amantes de la literatura.