Vivir con tranquilidad, trabajar y prosperar en Australia
Crespo.- El ingeniero Raúl Firpo es oriundo de Paraná y en 1991 emigró a Australia buscando nuevos horizontes. Argentina estaba pasando por una de sus habituales y periódicas crisis que obligan a muchos argentinos a buscar nuevos horizontes. Ahora, estuvo varias semanas en Paraná, su padre había fallecido y debía resolver temas familiares. Antes de volverse a su hogar en el ‘país de los canguros y los koalas’, Firpo mantuvo una amena charla con Paralelo 32, dando precisiones sobre lo que hace un argentino en Australia.
Emigrar
“Nadie tiene la mínima idea de lo que es emigrar; me preguntan mucho, yo puedo responder a todas las preguntas pero no puedo asegurarles cómo les va a ir afuera”, comenzó. El también fue uno de los argentinos que regresó. “En 2009 intenté regresar, había cierta inquietud de volver con la familia, que está viviendo acá. Estuve entre 2009 y 2012, pero no nos pudimos reinsertar de nuevo. Un poco, la parte económica, también la situación laboral y etcéteras. Entonces, nos volvimos a Australia”.
En 1991, cuando Firpo llegó a Australia no le interesó revalidar el título de ingeniero agrónomo porque no quería trabajar en el campo. Vio un mercado muy grande en el paisajismo de jardines, hizo un curso y comenzó esa actividad, que continúa hasta hoy.
Economía estable
– ¿Cuál es la diferencia entre Australia y Argentina? Empecemos por lo económico.
— Australia es el doble de Argentina en tamaño, y la población es la mitad. Recursos hay, más que nada mineros Es un país muy seco, la agricultura existe pero es marginal. La economía está bien, es un sistema estable con inflación muy baja. Hasta antes del covid-19 habían pasado 25 años sin ninguna recesión. Todo el mundo había tenido recesión, pero Australia no. Tienen un muy buen banco central, ciento por ciento independiente del poder político, que no le puede decir ‘subí las tasas, bajá las tasas’. Su función es mantener que la inflación no se les escape. Son muy racionales. Con el covid fue otra cosa, como todos los gobiernos, imprimieron dinero y ahora hay que pagar deudas.
– ¿Conseguir trabajo es fácil?
— En 1991, cuando llegué, era más difícil conseguir trabajo. En este momento no, porque por el covid se dio el fenómeno de los trabajadores extranjeros que retornaron a sus países y están demorando en volver. En este momento, Australia debe tener un 5% de desempleo, el más bajo en cien años. Porque falta mano de obra.Además el gobierno paga un subsidio por desempleo. En este momento hay mucha demanda de mano de obra.
Ingresar a Australia
– ¿Es difícil ingresar a Australia, hay muchas trabas?
— Le tiro otro número de la estadística: un cuarto de la población australiana es nacido fuera del país. La mitad nació afuera o es hija de un inmigrante. Están muy acostumbrados a recibir gente de todos lados, de Asia, de Europa. Hay muchos sudamericanos también. El grueso llegó en los años setenta con la represión en nuestros países. Ahora está llegando mucha gente nueva de Argentina.
– ¿Son bien recibidos los argentinos?
— En realidad no hacen discriminación a nadie por su origen. Es más lo que ignoran que lo que saben de cada país. Sobre la facilidad para inmigrar, creo que hoy es más fácil que cuando yo llegué. Ahora dan a los argentinos, por ejemplo, una visa que se llama ‘working visa’ por la que uno puede ir a pasear y de paso lo dejan trabajar. Si uno quiere quedarse, puede hacer un trámite a través de una empresa que lo requiera, depende de la edad, de su nivel de inglés, de su profesión. Llega mucha gente de Nepal, India, Corea, China, muchos chilenos, muchos colombianos. El inmigrante llega con sus valores, su manera de ser, su religión. Pero después los hijos de ese inmigrante van a la escuela y se encuentran con hijos de otros inmigrantes. Se van mezclando, se van integrando y adquieren la manera de vivir de los australianos.
Identidad cultural
– Vayamos al aspecto cultural: la identidad australiana se va afianzando de esa manera.
— Creo que sí, cuánto más generaciones pasan en el país, más se afianzan. Como que dicen ‘acá estamos viviendo bien, tenemos educación, para qué vamos a meternos a hacer lío y pelearnos por las cosas que pasaban en nuestro país’.
– En Argentina, hoy hay mucho pesimismo por el presente y las proyecciones del futuro. ¿En Australia no es lo habitual?
— No. El que estudia, trabaja; si no quiere estudiar, tiene trabajo. Hay otras cosas como la mentalidad de las generaciones nuevas, que no están tan dispuestas a quedarse en un trabajo fijo. Saltan de un trabajo a otro. Es su manera de pensar y es respetable.
La monarquía y la política
– A propósito de la muerte de la Reina Isabel y el ascenso de Carlos, ¿Cómo se llevan con la monarquía? En Australia hay un fuerte republicanismo que cada tanto aflora para terminar con lo que se llama ‘monarquía de la Mancomunidad’.
— Mi experiencia es muy personal. Al preguntarles a los australianos sobre este tema, escuché un argumento que me parece factible. ‘Si Ud. le confía todo a los políticos, estamos fritos’. Para ellos, el monarca es una salvaguarda.
– ¿Cómo es la cultura política del pueblo australiano? ¿Discuten, se acaloran en el debate?
— Totalmente lo opuesto. El pueblo australiano es muy parco en ese punto. Es muy difícil sacarles una definición política. Primero, no votan por un mismo partido toda la vida. Hasta que no termina una elección, nadie sabe cuál será el resultado. Creo que actúan así por la sencilla razón de reservarse el derecho a cambiar para un lado o para el otro. Creo que es un mecanismo de defensa de los electores para no ser tomados como voto cautivo.
– Tampoco hay clientelismo…
— No. Cuando a uno le dan subsidio por desempleo, eso no tiene que ver con ningún partido político. También hay subsidios por discapacidad, por ejemplo. En ningún caso se puede decir que porque se conoce a alguien se lo van a dar más rápido.
– ¿Ud. puede votar?
— Sí. Y si me interesara, podría presentarme como candidato. Muchos políticos de carrera son nacidos en otros países.
– ¡Cuáles son los partidos en Australia?
— Están los laboristas y los liberales. En el contexto general, son ambos liberales. También los verdes y otros partidos. En la práctica con laboristas y liberales se plantea un bipartidismo. En política internacional están totalmente alineados con Estados Unidos y Occidente.
– Pero hacen negocios con los chinos (sonrisas)…
— Exactamente (sonríe). Ese es un conflicto grande para Australia. Por un lado, los americanos presionan para que corten lazos con los chinos. Pero, por otro lado, los chinos les compran todo el mineral, todo el hierro, el carbón. Están al lado, y es muy fácil venderle a China, que requiere cantidades muy grandes de insumos. Están alineados pero, como en todos lados, negocios son negocios.
– ¿Hay escándalos políticos o mediáticos? O es un país aburrido donde no pasa nada.
— Comparado con Argentina, es muy ‘aburrido’. Por un lado, mejor. En estos días estuve mirando informaciones de Australia, aburridísimo. Todas son noticias sobre la muerte de la Reina Isabel, señal que no hay otros temas para poner. Escándalos grandes no me acuerdo. El único conflicto serio que vi en 30 años fue con el covid-19. Gente que se oponía a las políticas del gobierno, que cerró el país. Cuando llegó la vacuna se hizo obligatoria. Mucha gente no estaba de acuerdo, no consideraban seguras las vacunas y la mortandad no había sido grave. Fue la primera vez que vi gente manifestando en las calles y la policía reprimiendo. Yo creía que nunca lo iba a ver. Nada comparado con Argentina, acá pasan en un mes cosas que allá se ven en treinta años.
Pobreza y marginalidad
– ¿Quién es el pobre o el marginado en Australia?
— Los aborígenes, por ejemplo. Son personas con otra cultura y no se adaptan a trabajar y producir, tienen otra cosmología. El gobierno con el ‘les robamos las tierras’, se siente culpable y les paga. Tienen problemas de alcoholismo, propios de una cultura que va desapareciendo. El marginal en Australia es, fundamentalmente, el drogadicto, el que tiene adicciones y no puede trabajar.
– ¿Hay villas miseria?
— Yo no vi. La gente vive en casas de material. Hay una diversidad de ingresos, millonarios y gente que vive con lo mínimo para sostener una familia. Hay problemas con las drogas, ese es un problema.
– Si tiene una escala de comparación, Ud. gana mejor en Australia que lo que podría ganar acá.
— No soy de hacer números, y no podría comparar. Para lo que yo trabajo, el beneficio en bienestar económico es mucho. Mi interés no es hacerme rico. Quiero levantarme todos los días y hacer mi trabajo, sin preocuparme cuánto es la inflación, cuánto vale esto o lo otro. No puedo cuantificar los ingresos, pero allá gano en tranquilidad. El inmigrante busca hacerse de una casa. Las nuevas generaciones están más relajadas, viven con altísimo consumo, compran y tiran.
Quién es
Raúl Carlos Firpo es ingeniero agrónomo recibido en la UNER. Vive con su familia en Sidney, trabaja como paisajista jardinero. Tiene 62 años, está casado con Susana Elena Jozano, oriunda de Victoria, y tienen un hijo de 20 años; Juan Salvador.
Entre 1985, recién recibido, y 1991, trabajó en el área agropecuaria de La Agrícola Regional. “Ahí aprendí lo que es el cooperativismo, y tuve la suerte de trabajar con el ingeniero Eduardo Gorostiaga que me enseñó todo el oficio, tanto en el trato con la gente como en la tarea de extensión rural; tenía mucha experiencia y era una excelente persona”.
En 1991, Firpo decidió emigrar a Australia.
Tranquilidad
– ¿Qué significó emigrar a Australia?
— Me dio tranquilidad, la posibilidad de crecer como persona, me dio una familia. Esquivar el estrés y los problemas cotidianos que había pasado acá. No quiero endiosar a Australia, es otro país.
– ¿Qué tendríamos que cambiar en Argentina para que nuestra sociedad gane en tranquilidad?
— El único cambio es lo que está dentro de nuestras cabezas; ni un líder, ni buscar alguien con carisma. La gente tiene que cambiar. Hay que sellar la famosa grieta. Cambiar la manera de percibir la sociedad, no pensar que ‘ellos son los malos’ y yo estoy con los buenos. ‘Ellos roban y yo soy honesto’. Debemos llegar al día que entendamos que estamos en el mismo barco, este barquito que se llama Argentina, y que todos debemos remar para el mismo lado. El problema empieza cuando alguien se queda de brazos cruzados. Todos la pasamos mal. Hasta los ricos, que acá necesitan guardaespaldas, cuidarse de robos, vivir en barrios cerrados. Allá no existen los barrios cerrados, no tienen un propósito para encerrarse. ¿Para qué vivir en un barrio cerrado si se puede convivir normalmente con todos los vecinos?