El caso de la docente que le arrojó alcohol en la cara a su alumno
Ciertos temores ocultos en torno al uso de barbijos parecen prolongarse hasta esta etapa de mayor distensión, cuando el covid-19 dejó de ser una amenaza de consecuencias graves. El uso del tapabocas ha sido declarado optativo también en Entre Ríos, dentro y fuera de las aulas, e incluso fue dejado sin efecto el distanciamiento y los aforos. Sin embargo en la Escuela de Comercio de la ciudad de Victoria, una profesora agredió a un alumno del 5º año secundario que prefirió no usarlo en el aula, arrojándole alcohol en el rostro, afectándole los ojos, que requirieron inmediata atención oftalmológica.
El hecho ocurrió el miércoles 6 en horas de la tarde en la Escuela Secundaria Nº4 Elsa Capatto de Trucco, conocida como Escuela de Comercio.
Según se denunció, en la clase de filosofía la profesora le exigió al alumno, de 15 años de edad, que se colocara el barbijo, a lo que el joven se negó expresando que desea respirar libremente. Tras un intercambio más de palabras donde la profesora dijo que hallándose en su clase debía respetar sus reglas, le arrojó alcohol en la cara –“con un rociador y desde 30 cm. de distancia” según denunció la madre del alumno–, ocasionándole daños en los ojos.
Después de retirarse del establecimiento con fuerte ardor en los ojos, acompañado por su madre, el alumno fue asistido en el hospital Salaberry por una oftalmóloga por un proceso inflamatorio, y al caer la noche de ese mismo día la mujer radicó una denuncia en la Comisaría del Menor, a la que tuvo acceso Paralelo 32. En ella describió supuestos malos tratos por parte de la docente durante la discusión y hasta que finalizó la hora de clases, afirmando que no se le permitió a su hijo lavarse los ojos después de la agresión.
Secuelas de aquello
Si hemos confiado en las autoridades sanitarias cuando dijeron –contra nuestra voluntad- que todos sin excepción debíamos usar el tapabocas, deberíamos confiar nuevamente cuando nos dicen que ya no es imprescindible.
Este caso merece una reflexión y no tan simplemente la catarata de opiniones a favor o en contra, tan previsibles en las redes sociales. La actitud reprochable de una docente que vio al alumno como un enemigo por no llevar colocado un barbijo, no es otra cosa que el emergente de una campaña en la que se unieron todos los gobiernos y todos los medios, con unanimidad muy llamativa también en esto de mostrar como un enemigo peligroso e irresponsable al que no cumplía el protocolo. La opinión de calificados científicos en cuanto a que no era necesario su uso en las aulas fue desoída en el mundo, con excepción de algunos países como Suecia (cuna de la ciencia), que no aplicó esa parte del protocolo y el tiempo le dio la razón.
Aquella abrumadora unanimidad generó un pánico colectivo que quizás fuera útil para lograr su cumplimiento por parte de las personas más díscolas, pero que ahora debería ser desactivado, tarea que a nadie importa. Ya no se habla en los medios del tema, ya no se cuentan muertos como se hizo día a día, hora por hora, durante dos años, porque ya no “garpa”, por utilizar una expresión tan común en ese ámbito, pero quedaron secuelas. La actitud de esta docente que vio a su alumno como un enemigo por no llevar barbijo, es solo el emergente de lo que subyace en la psiquis de muchas personas, a las que los grandes medios ya no podrán curar tan fácilmente. Mucho menos nuestros gobernantes, tan concentrados en otras emergencias. Pero alguien tendrá que hacerlo.