“Una buena escuela debe tener proyectos para desarrollar la ciudadanía y la ética”
Crespo.- La especialista y asesora en Educación, profesora Ruth Harf, estuvo en Crespo el 2 de agosto pasado, como expositora en la “I Jornada de Didáctica: Pensar la enseñanza, revisar las prácticas”, organizada por el Instituto de Formación Docente “Sagrado Corazón” D-223. Al finalizar su primera charla de la mañana, en una extensa entrevista con Paralelo 32, Harf se explayó sobre la actualidad educativa en nuestro país. Con un exposición enfática y ágil a lo largo de la entrevista, la especialista comenzó indicando los ejes de su ponencia en la jornada: “Me interesó pensar la educación del siglo XXI y tomando como eje, podemos hablar de lo que significa hoy en día educar, otro eje es qué significa ser docente en este siglo XXI, qué es una buena escuela y qué necesitan los chicos. Son las expectativas y desafíos que tenemos hoy en día”.
Desafíos de la posmodernidad
– Hoy uno enfrenta los nuevos desafíos de la posmodernidad, sobre todo quienes venimos de la modernidad.
— Creo que son conceptos relativos, modernidad, posmodernidad, modernidad líquida. Le voy a decir una cosa: la escuela tuvo siempre como demanda formar ciudadanos. La pregunta es ¿uno forma ciudadanos para el pasado o ciudadanos para el futuro? En una época feudal se tenía ciudadanos que se formaban para mantener el status quo como estaba. Hoy en día tratamos de formar individuos que, comprendiendo lo que es el presente puedan trabajar para el futuro. Futuro que ni siquiera sabemos cómo será. Pero sabemos que no queremos una sociedad estancada, una sociedad perimida, sino algo que está en constante movimiento, independientemente de nosotros. La pregunta es ¿qué hacemos, cómo formamos para aceptar y aprovechar, esos son los desafíos?
– La sociedad está en movimiento constante, pero la escuela tiene un formato estático.
— Sin embargo, estamos teniendo una serie de movimientos dentro de las instituciones educativas, donde… yo a veces explico la diferencia entre un imperativo y una prescripción, cuando trabajo especialmente con directivos. Y digo: un imperativo es algo que no se puede discutir. Por ejemplo, ningún chico sale de la escuela si no tiene una autorización firmada por los padres. No hay discusión posible. Lo que es prescriptivo es aquello que puedo discutir y fundamentar. En este contexto concreto donde yo trabajo, tal contenido se puede enseñar o no. Cómo aprovecho las experiencias. Hoy se habla mucho de qué es una ‘escuela situada’. No es la escuela de los libros, sino la escuela real. No es lo mismo una escuela del conurbano bonaerense que una escuela rural en mitad de una montaña. Tenemos una idea de lo que queremos trabajar pero también debemos tener respeto de los contextos en los cuales estamos.
Escuela situada
– Hay docentes con dificultades para saber dónde está ubicado, viene con su manualcito de formación…
— Si doy una formación de profesorado, doy una formación general. Debo, simultáneamente a esa formación, darle como se dice, no solo la torta sino el cuchillo para ir cortándola. No puedo ir formar docentes para cada una de las escuelas donde van a trabajar. Pero tengo que darles esa formación general y al mismo tiempo decirles que van a trabajar en una ‘escuela real’, dentro de un contexto real. Tenés que conocer los chicos, conocer la comunidad, y después ver de qué manera podés ir adecuando todo esto que sabés que hay que ir formando o enseñando, a esas situaciones de contexto.
– ¿Hoy se está trabajando hacia una escuela situada?
— Mi actitud siempre es optimista: ‘vamos hacia…’ Recogemos del pasado para poder plantarnos en el presente e ir sembrando para un futuro cierto. ‘Vamos hacia’. Situaciones que antes ni siquiera se planteaban, que hoy en día nos empezamos a plantear.
– ¿Por ejemplo?
— Por ejemplo, lo que significa la diversidad dentro de la escuela. Lo que significa la singularidad y el respeto por el otro. Cuando uno estudiaba en la secundaria, el profesor enseñaba su materia y aclaraba ‘yo no me tengo que ocupar de lo actitudinal’. Hoy en día todo profesor de secundaria sabe que la cooperación, la colaboración, el respeto por el otro, no tienen que ver con que esté dando matemática, historia o geografía. Sino que tiene que ver con la formación de una persona total. Son cambios que hemos ido teniendo. Otras cosas, que dependen de qué provincia, en la escuela primaria se llama o primer ciclo o unidad pedagógica; que es primero, segundo y tercero como una unidad. Que en un primer momento se interpretó ‘ah, no repiten’. No, no es esa la cuestión. La cuestión es respetar que en estos tres años hay distintos ritmos de tiempo y organización, etc. Son paulatinas modificaciones sobre las que necesitamos un Estado más presente.
Aprobar o repetir
– Sobre estos temas, llega a los medios y a la gente, con un tono negativo: ‘ahora, tienen que pasar todos’. Se termina asumiendo que ahora ‘la quieren hacer demasiado fácil’.
— Son las cosas sobre las que creo que, desde las escuelas, no logramos transmitir a la sociedad en general, los fundamentos de las decisiones que se toman. Le doy un ejemplo: hoy, están todos los docentes, como 600 personas. La pregunta que a veces les hago a los asistentes a un curso es ¿cuántos les han contado a los padres que hoy se están capacitando y están viniendo a un congreso todo el día? Me suelen contestar: ‘claro, se los tuvimos que decir porque hoy no tienen clase’. Y si tuviesen clase, porque esto se hace un sábado, se lo dirían a los padres. Muchos me miran con asombro. Cómo quieren que la imagen de la sociedad sobre lo que es un docente, cambie, si a veces nosotros mismos no lo hacemos. Les digo ‘ustedes mañana deberían mandar una nota a todos los papás diciendo que ayer estuvimos en una jornada en la cual hablamos de estos temas’. Hasta cuando nosotros vamos a un médico, no nos preocupa tanto en qué año se recibió sino cómo continuó su formación. Cuando la sociedad no sabe que el docente está constantemente en formación, se queda con los aspectos negativos, que no los voy a negar. Pero es más fácil tirar la pelota sobre los docentes de hoy, que preocuparnos sobre qué está haciendo el Estado. Ni siquiera estoy haciendo diferencias entre escuelas de gestión estatal o privada, porque son todas escuelas públicas.
– ¿Qué pasa con la repitencia?
— La repitencia es un término para continuar discutiendo. Cuando la repitencia consiste en que uno vuelva a hacer lo mismo de la misma manera, es que quieren que uno aprenda por repetición, o por machaque. La idea de que un chico deba retomar algo es que, si no aprendió, es porque la estrategia no le sirvió o los tiempos no eran adecuados… no puedo hacerlo exactamente de la misma manera. Otro tema a discutir hoy es a qué llamamos fracaso. Es muy fácil hablar del fracaso. Debemos preguntarnos si estamos ante el fracaso escolar o ante el fracaso de la escuela, del sistema, en el sentido de saber en qué medida hemos ayudado a ese chico. Hay un montón de cosas que hoy se están replanteando en los cuerpos docentes. No son temas resueltos, hay que seguir discutiendo.
Crisis en el nivel secundario
– ¿Parece que el mayor nivel de crisis se da en el secundario, con mayor ‘repitencia y fracaso’, más difícil lograr el interés de los estudiantes.
— Fijate que pasa algo interesante. Cada vez más los profesores de secundaria se dieron cuenta que su formación continua no tiene que ver con nuevos contenidos de su área disciplinar, sino que se aproximan a temas más genéricos como la atención a la diversidad, cómo se trabajan los valores, qué pasa con los límites. No es que ‘a mí no me toca eso’. Entonces, el profesor de secundaria tiene una mirada más holística y se preocupa más por otras cosas, se empiezan a armar más proyectos interdisciplinarios. Hay un cambio en las concepciones sobre ser docente, se registra que son adultos de referencia a quienes los chicos miran. Si no hubiese posibilidades de cambio sería imposible pensar en una educación transformadora.
– ¿Cómo se abordan estas cuestiones con las pruebas internacionales como las PISA?
— Qué sentido tiene la evaluación como tal, para el alumno. ¿Para qué sirve la evaluación, para saber cuánto sabe? No me alcanza. La evaluación sirve cuando ayuda a aprender. Entonces, la evaluación debe servirle a un chico para darse cuenta sobre qué debe poner más atención, etc. Para ayudarlo a aprender. Del modo como están planteadas las evaluaciones en general, si lo único que quieren demostrar es cuánto sabe, a ese chico no lo ayudan a aprender. Un chico que se saca un siete no va a preguntar ‘¿por qué me pusiste un siete?’. Dirá ‘¡zafé!’ Esa cultura evaluativa de ayudar a aprender no está instalada aún. Ahora, veamos la otra cosa. Si la prueba PISA u otra le sirve a un Estado para analizar qué es lo que él está haciendo, no qué número tiene. El sistema, qué pasa con el sistema. Porque no me gusta tirar la pelota en quién es el culpable. Un sistema en el cual un docente no es reconocido como profesional, donde sus derechos laborales son constantemente atacados, bajo todo punto de vista. Bueno, cuesta trabajo eso. Es muy difícil trabajar cuando estás muerto de frío o cuando se te inunda el agua. Ayer estaba escribiendo para mi último libro y me llama uno de mis hijos para pedirme que le tenga la nena porque en su escuela no hay clases porque falta agua. Después es fácil echar la culpa a los docentes si no hay muchos días de clases. ¡Paren la mano! Y le estoy hablando de una escuela del barrio de Núñez, en Capital Federal. Entonces, la pregunta es: ¿tiene algo que ver el docente con esto, cuidando la salud de los chicos? Puedo discutir todo lo que se quiera sobre el docente, pero discutamos primero la responsabilidad del Estado frente a la Educación.
– Entonces, las pruebas internacionales deberían servirle al Estado para saber dónde está parado.
— Ni siquiera para saber dónde está, sino para saber dónde poner el mayor esfuerzo. No para compararme con otros países, porque me interesa muy poco porque las culturas son distintas. No es para saber si son más buenos en matemática que otros. ¡Perdón! Veamos de qué manera están usando la matemática que tienen; de qué modo esos chicos se están dando cuenta que lo que están aprendiendo tiene algo que ver con su vida cotidiana. La pregunta es de qué manera implementamos una modalidad de enseñanza, que tiene que venir también desde arriba donde se impulse la salida a la calle y la realidad, donde las experiencias de los chicos sean plataforma para los aprendizajes. Estoy a favor de todos los contenidos curriculares, pero no pueden estar separados de la vida.
Las comparaciones
– En muchos países desarrollados se estudia a la vieja usanza. Mucho contenido, alumnos a tiempo completo con sus materias, apenas algunas horas libres un fin de semana. Ese sistema les funciona a esos países. Acá tenemos, sobre todo a nivel secundario, una educación muy laxa y a menudo con muy bajo contenido.
— Un momentito. Primero y fundamental, un criterio de comparación es muy difícil hacerlo. El autor Boaventura de Souza Santos, portugués que trabaja fundamentalmente con América Latina, habla de las ‘epistemologías del sur’, y plantea que tenemos acá una concepción del conocimiento hecha en el norte, que quizás no tenga nada que ver con lo nuestro. Compararnos arbitrariamente con otras sociedades, hay que discutirlo. Dentro de América Latina tenemos claro que los pueblos originarios tienen otro modo de pensar y construir. Se celebró en estos días la Pachamama. Cuando yo era chica la Pachamama era algo relacionado con grupos que estaban en el norte y tocaban la quena. Después, empezamos a ver los temas de la ecología y el medio ambiente y ¡oh, sorpresa! Nos encontramos que todo lo que plantea desde tiempos ancestrales la Pachamama habla de lo mismo, pero tuvimos que esperar que venga alguien de afuera a hablarnos de la ecobiología y no pudimos reconocer cuánto hace que estamos hablando desde acá sobre esos temas. Entonces, dejemos de estar comparándonos con otros, cuando se trata de otras culturas, otras concepciones, otra manera de pensar. ¿Es mejor o peor? ¡Es distinta! No tengo por qué establecer criterios ‘de mejora o de peora’. En Estados Unidos se maneja ahora muchísimo el homeschoolling. Tienen tanta violencia, que cada dos por tres aparece un loquito con una ametralladora por las escuelas y los padres prefieren que los chicos estudien en la casa. Nosotros priorizamos el hecho de que aprender es participar de la vida escolar. Queremos que los chicos estén en la escuela porque no es solamente qué libro aprenden y qué examen dan; sino estar en esa vida escolar. Esa es nuestra cultura: el lugar del encuentro. En otros lugares no se dan la mano, nosotros nos abrazamos y nos damos besos. Souza Santos dice, cuando habla de las ‘epistemologías del sur’, que debemos ‘ampliar el presente y achicar el futuro’. ¿Qué quiere decir esto? Ampliar el presente es no tomar algunas cosas que tenemos como excepciones porque no nos queda más remedio y empezar a entenderlas como nuestra manera de actuar y de ser. En Europa puede ser que no tengan escuelas rurales integradas con un solo maestro porque tienen 20 maestros para cada grado. Nosotros tenemos un maestro plurigrado y ¡pobrecitos nosotros! ¿No estamos formando un tipo de individuos que pueda interactuar con todos y que no solamente forme una clasesita con los de su grado? Entonces, empecemos a descubrir que nuestro presente no todo es una excepción, sino que también es nuestra regla. Regla que voy a cuestionar, analizar, investigar; pero no siempre debo estar comparándome con otros.
– No pensar siempre en eliminar la regla que tenemos.
— Claro. Me sucede en escuelas iniciales que tienen un hermosísimo proyecto para sala de tres y cuatro años integrada. Siempre les hago la misma pregunta. Si el año que viene se les anotan veinte chicos de tres años y veinte de cuatro, ¿qué hacen? ‘Entonces abrimos una sala de tres y una de cuatro, me responden. Entonces, les digo: No están pensando que el proyecto pedagógico de sala integrada tenga valor; es solamente ‘endemientras’. Hay escuelas donde el concepto de sala integrada está tan bien comprendido que, si llegan a tener más chicos, ponen dos salas integradas de tres y cuatro años. ¿No lo hacen en Europa? ¡Que no lo hagan! Mi pregunta es por qué, y esto no es un invento mío, los científicos argentinos son reconocidos en todas partes. Quizás tan tontos no somos.
Política educativa
– ¿Cómo ve la política educativa, más allá de las grietas que se han instalado y obturan muchas veces los debates?
— La veo como veo la política en general. Es cortar por donde pueden. Falta infraestructura, formación de los docentes, responsabilidad del Estado de hacer una capacitación de formación permanente a todos los educadores. ¡Es responsabilidad del Estado! Desde ese punto de vista, la pregunta que me hago es ¿hasta qué punto se consulta a los docentes, hasta qué punto se trabaja con los docentes?
– A veces, el interlocutor es el sindicato, solamente. Pero está para la defensa del salario y las condiciones laborales.
— No es cierto, es lo que se quiso hacer aparecer. Los sindicatos tienen que ver con las condiciones de vida general, la capacitación permanente. Que en este momento estén peleando porque no pueden abrir una paritaria, es otra cuestión. Ahora, tengo en mi agenda dar en los próximos días una charla para docentes de CAMyP; Suteba también me llama. También se preocupan por salud, capacitación, etc. Que uno los vea en los diarios solamente preocupados por el salario; cualquiera de ellos le va a decir que el salario no es la única lucha que llevan a cabo.
Quién es
Ruth Harf es profesora de Jardín de Infantes; licenciada en Ciencias de la Educación y en Psicología (UBA) y con postgrados realizados en Teoría y Técnica Psicopedagógica, Conducción de instituciones educativas y Expresión corporal en el ámbito educativo. Es docente de profesorados y proyectos de formación docente; coordinadora de cursos para educadores en todo el país; asesora de equipos de conducción de instituciones educativas; autora de varios libros, entre ellos: “Construcción de liderazgos en la gestión educativa” (2014), “Directivos: la mesa está servida”, “¿Qué pasa con los límites en la educación inicial?” y “La planificación en el Nivel inicial”.
Es viuda, tiene tres hijos y siete nietos.
Las necesidades del alumno
– ¿Qué necesitan hoy los chicos?
— Necesitan mucho. Necesitan sentirse bien recibidos, necesitan sentirse seguros que van a poder hablar, que no van a ser cuestionados por hablar. Necesitan que se los respete, que se los cuide. Necesita un cambio en los sistemas evaluatorios. Si se le pregunta a un adolescente para qué está estudiando. Dice ‘para aprobar’. No responde ‘para aprender’. Momentito. Yo a la escuela no vengo a aprobar, vengo a aprender. Qué imagen está brindando a la sociedad una escuela donde importa más obtener el título que ver cuánto se aprendió. No estoy en contra de dar títulos, que es, nada más y nada menos, que la acreditación de los aprendizajes que los chicos hicieron. Pero lo que aprendió no es un papel.
– El título, incluso, tiene una importancia biográfica. Marca las etapas que se van superando en la vida.
— Exactamente. Pero, suponte que como docente, alguien hizo el profesorado en siete años, cuando la carrera es de cuatro. ¿Le voy a preguntar cuántos años repitió? ¡No! Porque tuvo otros proyectos en el medio, hizo un montón de otras cosas. Tal como está armada la secundaria, si alguien dice que terminó en ocho años, se le pregunta inmediatamente cuántos años repitió. La estructura y el sistema con el cual está armada la secundaria no respeta que puede haber ritmos diferentes y que hay chicos que pueden aprender muchísimo, pero quizás 10 materias en un año exceden sus posibilidades de comprensión. No su capacidad intelectual o cognitiva, sino las estrategias que puede usar para aprender. ¿Qué pasaría si hacemos un primer año A y otro B, con cinco materias cada uno? ¿Por qué debe contabilizarse rígidamente en cuántos años?
La buena escuela
– ¿Qué es una buena escuela?
— Una buena escuela, aparte de todo lo estructural, es aquella que tiene proyectos educativos para el desarrollo de la ciudadanía y la ética; cuando despierta el interés, la curiosidad y la motivación de alumnos y educadores; cuando es una escuela de ‘ganar – ganar’
– ¿Qué significa ‘ganar – ganar’?
— Que logra aprendizajes que para todos sean significativos y relevantes. No todos los alumnos van a ser neurocirujanos, pero que lo que aprendan les valga la pena. Una buena escuela se asienta en la tarea de enseñar a partir de los derechos de los chicos a una educación de calidad; los derechos a la igualdad de oportunidades educativas; los derechos al respeto a la singularidad. Una buena escuela es cuando todos aprenden lo que tienen que aprender a su propio ritmo. La educación debe ser inclusiva y la escuela inclusora, cuando no expulsa. Una buena escuela articula con otras organizaciones. Una escuela donde se enseña y que es un lugar de encuentro, es una buena escuela. En muchos lugares una buena escuela se define en números: cuántos repiten y cuántos no; dicen, entonces, que la buena escuela es aquella donde repiten menos. Recuerdo una escuela de gestión estatal donde me dijeron ‘somos una buena escuela, acá no repite nadie’. Me sonaba un poco raro eso, pero, claro, tenían la política de que los que se llevaban materias no podían anotarse el año siguiente. ¡Vamos! Eso se llama ‘dibujar números’. Hay muchas variables que se toman para definir una buena escuela. En la OCDE, se planteó como criterio para definir una buena escuela que no rotaran demasiado los docentes, que no se fueran. A mí, me interesa poner el acento en lo actitudinal y lo ético; la ética me importa mucho.
– ¿Y lo intelectual? Porque cuando se dice escuela, se habla de aprender.
— No me cabe la menor duda. La escuela existe para aprender. Es una estructura social creada para aprender.
– Eso debe ser recordado porque a menudo se plantea como prioritario que la escuela sea un lugar de retención de menores, sobre todo en contextos sociales difíciles.
— Bueno, vamos a entendernos. La escuela debe respetar y reconocer las situaciones sociales difíciles para que los chicos puedan aprender. La escuela no es un comedor, es un ‘enseñadero’. También hay que decir que los chicos no van a poder aprender si no comen. Pero es confundir medios y fines.