Por Don Victoriano II
No es fácil hablar de algo tan abstracto y particular como la felicidad. El escritor británico Aldous Huxley en su célebre obra ‘Un Mundo Feliz’ lo puso en tensión, quizás con tanta visión que en aquellos años treinta seguramente haya sido disruptivo: la permanente felicidad, sin guerras ni pobreza, el buen humor, personas desinhibidas y saludable, además de tecnológicamente avanzadas. Si bien el manejo de las emociones tenía como asidero algunas drogas, que combinadas cambiarían a esa sociedad pensable.
Cuando se acercan estas fiestas, éstas en particular, es ineludible pensar en esa emoción y lo difícil de describir. Algunas de ellas tendrán sillas vacías, faltarán abrazos o se darán los menos posibles, pero resulta complejo pensar en festejos o celebraciones en el amplio sentido de la palabra. Y sin dejar de mencionar que los cristianos ven en este día una estrella de esperanza, el nacimiento del hijo de Dios, que viene a salvar al mundo.
Si ese mundo que viene siendo salvado tantas veces que los defensores de otras teorías menos espirituales y más pragmáticas dirán: ¿De qué? Quizás la respuesta sea: de nosotros mismos.
En este intento por sacar afuera esa angustia de no querer arremeter contra los pocos momentos de socialización que nos dejan tener, algunos conocidos insisten en: hoy rompemos todo, mañana juntamos los vidrios. Y qué quiere que le diga Doña Rosa, dejemos que el amor haga el resto.
Juzgarnos no ayuda demasiado, pero nos está costando encontrar la felicidad en este 2020. Se esconde en el ‘ya te llamo’; ‘mañana paso’; ‘ando a full, disculpá’, ‘La próxima’, y no está tampoco en esas mañanas de mate con la abuela, porque ¡No vaya a ser que…! Las tarde de charla a la sombra de algún arbolito; en el pasto mirando al río, o sí. Así de contradictorio es todo, si decimos esto ya no pasa más, a los cinco segundos ocurrirá, casi como una ley de Murphy.
Sí hay viejitos que se cuelan en la fila para ganar la mejor factura; sí hay pequeños maleducados e irrefrenablemente guarangos que se cruzan y voltean a esos viejitos y no les piden perdón; es un hecho como el de existir mujeres con bigote y hombres sin barba, que al encontrarse se amen para siempre, o poco menos. Todo es parte de un mundo ‘no tan feliz’, que intenta salvarse de sus propias contradicciones, pero nosotros estamos dispuestos a no claudicar en esa empresa, y vamo’ y vamo’.
En 6 días será Año Nuevo, y las tiendas venden shorts blancos a más no poder. Los chicos buscar remeras para su Outfit (conjunto de ropa y accesorios) y todo sigue girando porque detenerse a pensar sería empezar a reconocer que… bueno, ¡Todo se fue al joraca! Y traerlo de vuelta es como pedirle agua al aljibe del Santander. No será fácil, se puede, pero va a costar casi lo mismo que hacerlo de nuevo.
La cuestión es que mucho blablá… pero ya estamos a 26, y el que llegó fresco, tiene premio. Ahora, si usted entiende para la mona esta nota, quédese tranquilo, no es un síntoma post fresita, más bien es una jugarreta nuestra para evaluar si el lector fiel es una persona sobria en sus convicciones por la mañana, o tal vez, sólo tal vez, busca enfocar la vista para ver los efectos del festejo en la retina.
De igual manera, si algo bueno hay en estas fiestas es la falta de pirotecnia, los animalitos agradecidos, aunque más de un piro-maníaco ve en esas estrellitas que le compra a su pequeño, un lugar donde refugiar su lamento. Lo enciende, gira la mano de la niña como si se la fuera a arrancar del brazo y finalmente aparece esa leve chispa que, con suerte, alcance para la foto.
Nos vamos, quédese sentado, no se vaya a parar por nosotros…eso sí. Si alguien viene a decirle que ‘cuidado con el colesterol’; ‘ojo el azúcar’; ‘sodealo’; ‘la última y nos vamos’, suelte su mejor carcajada y dígales como el gran Tato Bores al cerrar sus monólogos: ¡Vermú con papas fritas y good show! De la felicidad, hablamos, quizás mientras recorre estas líneas encuentre algo que sea suyo, aférrese a eso, a lo que lo realmente lo traslada a ese lugar. Y sonría, nunca es tarde para volver soñar en ese mundo que tanto añoramos. Un mundo feliz. ¡Chau! Hasta pronto.