Un día en la vida de Mariel Ávila
La figura de la esposa del gobernador Gustavo Bordet siempre se ha mantenido voluntariamente con la menor exposición pública posible. Se siente cómoda desde ese lugar y ocupa un rol altamente valioso tanto para la vida política y la vida personal del gobernador y ex intendente de Concordia, la ciudad que los unió hace mucho, seguramente sin imaginar todo lo que el destino les tendría preparado.
La realidad marca que Mariel Ávila no es funcionaria, pero que sí toma decisiones. Nació en Concordia el 6 de octubre de 1973, tercera de cuatro hermanos, hija de un matrimonio conformado por un ama de casa y un sindicalista.
Su padre, Luis Ángel Ávila, dirigente histórico de la Federación de Obreros y Empleados de Correos y Telecomunicaciones fue un hombre muy reconocido. Falleció en 2014 a los 74 años. “Tengo el mejor recuerdo de él. Hombre de trabajo, clase media, laburó desde chico e hizo un camino importante y reconocido, con las banderas de los derechos de trabajador”, recuerda emocionada en el inicio de la charla con Paralelo 32.
Cultora del perfil bajo
Ávila y Bordet se conocieron en un casamiento. Tras cinco años de noviazgo, se casaron en 1998. Son padres de Delfina y Lara. Él ya era papá de Florencia, de una relación anterior. Mariel evoca con algo de nostalgia aquellos primeros años: «Cuando Gustavo no estaba en la política viajábamos mucho y conocimos diferentes lugares del mundo juntos», recordó.
Como docente aparece a cada tanto en informaciones oficiales cuando se comunican determinadas acciones de gestión. En algunas acompañando a su esposo y en otras encargándose ella. Bastan las primeras palabras para intuir a una mujer activa y emprendedora, aunque más del ‘hacer’ que del ‘decir’. Por eso es tan difícil hallar declaraciones suyas en medios de comunicación. Prefiere construir desde los hechos. Y dicen desde su entorno que algunos grandes logros del ahora gobernador y antes intendente de Concordia fueron ideas de la ‘primera dama’.
Sin embargo, los archivos mediáticos solo la registran en gestiones vinculadas al arte, la historia, las mujeres, la educación, la docencia, y casi exclusivamente la discapacidad. Se remontan las primeras a inicios de 2016, pocos meses después de asumir Bordet la máxima responsabilidad política de la provincia.
Su rol actual
Su protagonismo fue creciendo sutilmente. Hoy preside la Fundación IAPSER, institución sin fines de lucro que, desde el Instituto Autárquico Provincial del Seguro de Entre Ríos, tiene como premisa -desde la responsabilidad social empresaria- contribuir con el desarrollo económico y productivo de la región, a través de acciones directas y alianzas estratégicas con el sector público y privado.
Ávila expresó a este medio que, “Trabajamos con una agenda con varias aristas, pero que apunta mucho a lo que tiene que ver con la educación, la capacitación, lo cultural y lo social, y también a la niñez y adultos mayores. En conjunto y con el gobierno se trabaja para ayudar a los programas que se llevan a cabo en la provincia. Nos unimos a puntuales proyectos, para que no sean esfuerzos aislados. Nos complementamos y apuntamos a lograr un valor agregado a la gestión».
Cada tarea que los comprende está orientada a la realización de acciones continuas y voluntarias de inversión social. “Estoy cómoda, decido sobre temas que me interesan y es una vidriera de función pero desde otro lugar”, dijo más de una vez.
Política, luces y sombras
En las pocas entrevistas que concedió en estos años, Mariel una y otra vez rechazó la posibilidad de asumir de un cargo político y su respuesta fue siempre la misma cuando se le preguntó: “diría que no, seguro que no”, a una posible postulación electoral. Sin embargo, algo cambió. Ahora no lo descarta. Hasta se anima a imaginar que quizás venga su tiempo, entendiendo que, mientras tanto, debe acompañar en el año y medio que le queda a su esposo como gobernador entrerriano.
“Valoro mi lugar, soy la esposa y compañera de vida de Gustavo y trato de separar las cosas. No lo descarto, pero el día que me anime, será cuando él ya no esté en cargos importantes, para que no haga ruido mi aparición. Quiero llegar como Mariel Ávila y porque la gente confíe en lo que puedo hacer o dar desde el lugar que me toque. No lo descarto, pero no es todavía el momento. Hoy es su tiempo político, el pueblo lo eligió a Gustavo. Funcionamos bien así. Cuando él decida retirarse, alejarse de todo lo que actualmente hace, tal vez sea el momento”, anticipó a Paralelo 32.
Por si no quedaba claro el concepto, reiteró: “pero a futuro, no ahora. Diría, sintetizando, que no descarto trabajar en política con un cargo, pero en otro marco y otro contexto. La política es apasionante pero también muy sacrificada. Se postergan muchas cosas principalmente a nivel familiar. Pero es gratificante cambiar la realidad de la gente. Tener el lugar para hacerlo te llena”.
Esposa y mamá
“Acompaño a mis hijas en sus cuestiones escolares. Delfina tiene 20 años y está estudiando Ciencias Políticas en Buenos Aires y Lara, de 14, que tiene TGD (Trastorno del Espectro Autista) y necesita de mi tiempo y atención. Con Gustavo arrancamos muy temprano, son largos los días. Leemos diarios, Internet. En general, hablamos mucho de política, es imposible disociar. Pero también se comparten otras cosas con la familia. La caja de resonancia está en casa, llega todo. No es fácil. Pero se convive con todo eso. Llevamos 24 años de casados, es toda una vida. Las hemos pasado todas; las buenas y las otras también”, reconoce Mariel.
Extraña Concordia y cada vez que puede, vuelve. «Quizás la gente piense que por estar en estos lugares uno tiene todo resuelto y no es así. Al contrario, se me complicaron en algún punto. Se pierde mucho a nivel familiar con la función pública. El desarraigo no es sencillo, me costó. Las nenas se adaptaron, a Gustavo le gusta lo que hace, pero a mí me generó en algún momento hasta angustia, principalmente por extrañar a mis familiares y los amigos. No tengo muchos amigos en Paraná, la función nos lleva a estar todo el día trabajando, y en el rato libre que queda la condición siempre es tratar de aprovechar para tener momentos en familia. Y si puedo viajar un fin de semana a Concordia lo hago. Mi mamá tiene 84 años, toda mi familia está allá. Cuesta, pero la voy sobrellevando. Son decisiones que se toman, te da y te quita cosas. Ganamos en muchos aspectos, perdimos en otros», confió en la entrevista, a corazón abierto.
Acompañando a Lara
“Durante los primeros años siendo Gustavo intendente, yo trabajaba como docente en la Escuela Gutiérrez. En esos años detectamos que nuestra hija menor, Lara, tenía autismo. Decidí dejar la escuela para dedicarme a ella”, describió, no sin un dejo de emoción al recordar el momento. “Lara necesita una atención especial, tanto en la escuela como en el resto del día. Tengo que estar y lo hago con mucho amor. Al autismo hoy se lo plantea como una condición que tienen los chicos, no como una patología o enfermedad”, aclaró.
“Es un camino de aceptación, duro, y tener un diagnóstico a tiempo es fundamental. Hay que saber pedir ayuda, no es fácil, pasás momentos difíciles, es un golpe movilizador en lo familiar. Pero hay que reconocer que la discapacidad está en la familia y buscar herramientas para ayudar. Lara es una adolescente que está creciendo y la estamos acompañando desde nuestro lugar”, señaló. “Tomé las riendas desde el comienzo para estar presente con ella. Amo la docencia, siempre estuve en escuelas, pero la prioridad pasó a ser ella. No es fácil, no hay que ‘romantizarlo’, llevó un camino que muchas mamás sabrán entender. Hay que tener empatía con la situación y acompañar en todo lo que se pueda”, concluyó.