Victoria.- Es una mañana confusa. Garúa lo suficiente como para considerar cualquier baldosa rota una amenaza. Nos encontramos con Daniel Gómez para dirigirnos a un bar y beber algo de café caliente. En el camino hablamos de música, de cómo Internet nos permite ser testigos de clases magistrales dictadas en Salzburgo y del profundo goce que produce una obra que no sea pasatista.
Basta observarlo para darse cuenta que Daniel es guitarrista, las uñas de los dedos de su mano derecha son largas y afiladas, en cambio en la izquierda están sumamente cortas. Además, saluda con un apretón de manos comedido, algo característico en músicos y cirujanos.
Daniel Gómez nació en San Martín, Buenos Aires, en 1967. Aproximadamente a los siete años comenzó a rasguear una guitarra que su padre tenía y aquel contacto despertó en él un interés que se fue volviendo más complejo. Luego, estudió en la Escuela Argentina de Guitarra, y posteriormente cursó en el Conservatorio Nacional de Música Carlos López Bouchardo.
En la actualidad Daniel vive en Victoria y da clases particulares de guitarra, armonía y contrapunto. Sus conocimientos musicales abarcan tango, folklore, jazz, rock y un largo etcétera. Su pasión por el jazz hace que disfrute de improvisar, arte que además enseña a sus alumnos.
El sábado 20 de mayo, probablemente a las 21:00 horas, presentará en la Agrupación Cultural (Italia 744) su nuevo CD Rumbos de Guitarra. El mismo contiene doce composiciones propias basadas en ritmos argentinos. Asimismo, en cinco de esos temas toca como invitado el prestigioso percusionista Facundo Guevara.
–¿Cómo es la tarea del intérprete en la actualidad?
—El Floklore, por ejemplo, es la transmisión oral de la cultura. Yo he aprendido mucho también de las noches de peñas donde escuchaba a guitarristas que tocaban de oreja. Eran tipos que no sabían leer una nota pero que tenían un corazón enorme para tocar, que va más allá de la técnica. Algo que también contribuye al desarrollo de un intérprete es escuchar, escuchar y escuchar. Ahora tenemos la facilidad de que podemos ver recitales, clínicas o clases completas de los mejores del mundo y desde nuestra casa. Sin embargo, el maestro que te corrija personalmente y con frecuencia sigue siendo imposible de remplazar.
–¿Qué es lo que más debe tener en cuenta un músico a la hora de componer?
—Una de las cosas más importantes es lograr un estilo. Eso forma parte de entender quién sos y qué querés decir. En ese sentido yo me considero afortunado de querer la cultura y la música nacional. El noventa y ocho por ciento de mis composiciones son de ritmos argentinos, y esto también tiene que ver con que son el reflejo de mis vivencias como músico y como persona.
–¿Qué significa la música para vos?
—La música no es solamente el arte de combinar los sonidos, según reglas establecidas que dice la teoría, sino que es el reflejo de las vivencias de una persona o grupos de personas. Ahora, en el siglo XXI, todo está asociado a la imagen, entonces es muy sencillo relacionar un tema musical con una imagen. En definitiva, cada uno de nosotros vamos sumando temas a la banda sonora de nuestra vida. A mí me pasa que hay músicas que me remiten a mi infancia o a una etapa determinada de mi vida. En esos casos importa poco si el tema está bien grabado o no. Entonces, además de un valor musical hay un valor afectivo.
Daniel presentará su CD en todo el país, pero empezará en Victoria junto a Emilio Otero en percusión. Luego, analizará continuar con la presentación en ciudades como Rosario y Buenos Aires para después abarcar todos los lugares posibles. Los temas cuentan con una calidad sonora excelente fruto de una parsimonia inviolada por el apremio del tiempo. Entre bromas, ya, y en un diálogo más coloquial, Daniel nos cuenta que un compañero suyo que era operador de sonido siempre le decía: “Los CD no se terminan, se abandonan”. En este sentido, el guitarrista explica que la grabación se realizó a medida que él iba componiendo los temas y sin ningún tipo de apuro.
El abrazo del guitarrista con el instrumento despierta celos y chistes entre otros músicos. Siguiendo ese espíritu hilarante, a los pianistas les enseñan desde pequeños que no deben confiar en músicos que puedan cargar su instrumento (o sea, casi todos). Y Daniel junto a sus colegas se gastan este tipo de bromas en el escenario para enfrentar al público. Así las cosas, construyó una especie de anti-héroe para combatir los nervios. “Entre el público y yo está la guitarra”, dice. Sí, la guitarra: su instrumento, su único arma, su medio de expresión.
Ese día Daniel estaba desarmado, o sea que no llevaba su guitara. Entre medio estaban los cafés, la lluvia y el rigor de una entrevista. Aun así pudimos ver y escuchar quién era Daniel Gómez. Después de todo, él lo dijo, la música no es sólo un fenómeno sonoro, también es “el reflejo de las vivencias de una persona”.