Caso Enrique Fabiani
Sobre desaparecidos y desaparecedores de Entre Ríos
Cuando se conoce el lugar donde una persona fue vista por última vez y se la busca durante todo un mes en donde debería ser hallada, sin hallar un solo indicio de ella, es altamente probable que se trate de una desaparición forzada. Y cuando eso pasa, es indispensable aislar a los sospechosos. Es simple y lo resumió muy bien en una frase uno de los abogados de la familia Fabiani, Rubén Pagliotto en declaraciones a Paralelo 32: “los animales no comen huesos, ni borceguíes y mucho menos un arma”. De haber sido muerto o fallecido Fabiani en el campo, algún resto se habría hallado.
Enrique Fabiani, oriundo de la localidad de Santa Clara de Buena Vista (Santa Fe), vino a Entre Ríos con amigos de caza deportiva a un campo emplazado en Mojones Sur Segunda, en el departamento Villaguay, y desde el día 4/06 nada más se sabe de él. A la medianoche del día anterior había ingresado, con su rifle en mano y evidentemente extraviado, a la finca de un campo vecino al que recorría junto a un hijo y amigos con autorización para cazar. Ese campo vecino es propiedad de Julio Lodi, quien dice haberle pedido que se fuera, que Fabiani se retiró y luego él llamó a la policía de Abigeato, que acudió al lugar y hoy no está clara su actuación de esa noche.
Hay un férreo encubrimiento, de eso no hay dudas. Se cree –con fundamento- que hay quienes saben qué sucedió con Fabiani pero no lo dirán, aunque van cayendo en contradicciones que hacen recaer las sospechas sobre ellos, los policías de Abigeato que acudieron al llamado de Lodi, que fue el último que lo vio y tampoco está muy claro si el hombre buscado salió caminando de su finca. Cuatro policías de división debieron designarse abogados y están siendo peritados sus teléfonos. Ahora los abogados de la familia pidieron que se investigue a un quinto policía.
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No se desaparece sin dejar rastros ni indicios, a menos que intervengan expertos en hacer desaparecer y los necesarios encubridores, que en Entre Ríos parece haberlos. Si así no fuera, no se habrían esfumado para siempre Gómez y Basualdo, Mencho Gil y toda su familia, Elías Gorosito, el contador Amado Abib, el arquitecto Mario Zappegno de quien no quedó ni el automóvil ni una huella de nada; Juan José (Pocho) Morales; el empresario gualeyo Omar Benvenuto; Kevin José Sánchez, el nene bonaerense de 5 años (la edad de Loan) desaparecido en Gualeguaychú en 2004. Y mucho antes, ni un pelo ni una pisada se halló jamás de Fernanda Aguirre (2004), donde fue detenido el secuestrador pero nada más, quien luego “se suicidó” en su calabozo mientras le faltaba declarar ante la justicia.
“Para hacer desaparecer un cuerpo de la faz de la tierra, hay que tener poder, logística y oficio. ¿Y quiénes sino las fuerzas de seguridad reúnen estas tres características?”, expresa el abogado Pagliotto produciendo el enojo del ministro de Seguridad de la provincia, un hombre muy bien formado, de foja limpia, que vino a mejorar las cosas en Entre Ríos. Es natural que defienda la integridad del personal de su fuerza, es lo que hace un jefe, pero es necesario actuar en consecuencia. También debería reaccionar el fiscal general accediendo a las peticiones de una familia angustiada y en honor a la búsqueda de la verdad.
En Entre Ríos sabremos que algunas cosas han cambiado si lo de Fabiani se esclarece y su nombre no se añade a los desaparecidos en democracia aquí nombrados.