Si el frío es psicológico estamos todos para la terapia
Mencionar al frío en invierno o del calor en el verano es, más que una obviedad, un pretexto para iniciar una conversación poco interesante o quizás un defecto de personalidad. Pero, y ojalá en esto alguien acuerde con nosotros, cuando un invierno o un verano son atípicos esas menciones crecen, se vuelven casi inevitables.
Lo que pretendemos aquí es profundizar el tema. Esto no significa repetir la teoría física de que el frío no existe porque solo es la ausencia de calor, pretendemos razonarlo un poco más. El frío quiere ser protagonista y se está haciendo sentir. Se habla de él en todas las radioemisoras y lugares donde se encuentran dos o más personas, y se oyen aseveraciones como ‘hacía muchos inviernos que no sentía tanto el frío’.
Perdón a los que sostienen la teoría de que el frío no es un fenómeno fisiológico sino psicológico, argumentando que si no fuera así, no sería posible que personas a las que les fue amputada una mano, por ejemplo, sientan frío en ella. Porque eso pasa. Sostienen que no sentir frío es cuestión de concentración y meditación. Bueno, puede ser, pero sale más barato pagar la factura del gas que viajar al Tibet para estudiar meditación.
Si se tratara tan solo de predisponernos mentalmente para no sentir frío tendríamos la llave para zafar del estrés pre y post recibo de facturas de servicios. Si el frío es una sensación, algo psicológico, necesitaremos una terpia colectiva porque es la percepción de la amplia mayoría.
No podemos decir que en el valle de Calamuchita, en Córdoba, cayó esta semana una nevada subjetiva más bien psicosomática, o que esa coloración azul que aparece en los nudillos de nuestras trémulas manos puede ser eliminada con imaginación, salvo que imaginemos comprar un par de guantes o no sacarlas de los bolsillos.
Si vamos a hablar del frío hagámoslo en serio y sin subestimar lo que está pasando con el clima en todo el globo, que ya está costando vidas. Esta semana el calor y el fuego causaron decenas de muertos en Europa y Japón.
En Argentina, donde en el verano último la sequía hizo caer la actividad agrícola ganadera en un 35,2% y perdimos 8 mil millones de exportación cuando más falta hacían los dólares en el país, tenemos ahora un invierno de muy bajas temperaturas.
La contraparte se ve en el hemisferio norte, donde el verano causa estragos con temperaturas superiores a 40º y hasta 50º en algunos lugares, dejando decenas de muertos sobre todo en Canadá y Japón. Lo insólito es que en la Siberia rusa, donde los veranos no superan los 24 grados, esta semana se registraron 40º. En Suecia están acostumbrados a veranos de 22ºC y debieron soportar 41ºC, afectando también a los otros fríos países escandinavos. Cerca de Atenas (Grecia), con 40 grados, se registraron unos 80 muertos por un incendio originado en la sequía. En Estados Unidos se registraron hasta 40º en el norte y hasta 43º en el sur. Son records.
¿Qué tenemos que ver con eso? Primero porque tengamos cuidado con el contraataque cuando el verano se venga a defender sus records acá en el hemisferio sur; segundo porque el desquicio sucede sobre un pequeño globo del que no podemos huir. Cuidemos el Medio Ambiente aunque nos parezca un poco tarde.
(Luis Jacobi)