** ¿Para qué nos sirven las celebraciones? Aparte de consolidar nuestra identidad, ¿aportan algo más los “Día de”? Me refiero a las fechas patrióticas, religiosas, místicas, políticas…? Cada quien les asignará el valor que desee o haya heredado, no es nuestro tema de hoy, cuando elegimos referirnos al anecdotario de algunas, o, a costumbres mundanas ya perdidas y olvidadas, recurriendo al rincón de la mente donde guardamos lo accesorio, lo anecdótico.** Quizás esta afirmación quede más clara si apuntamos algún ejemplo práctico, y para ello buscaremos la fecha especial más cercana… Cada 1° de noviembre se celebra el Día de los Santos Difuntos, instaurado por la Iglesia Católica y tiene sus raíces en la tradición cristiana más antigua. Y el 2 de noviembre que<a href="https://www.lanacion.com.ar/estados-unidos/que-dia-es-el-dia-de-los-muertos-nid27102023/">&nbsp;se celebra el&nbsp;Día de los Muertos</a>, festividad originaria de México pero extendida a buena parte de América latina, emparentada con la festividad de Halloween, difundida desde&nbsp;Irlanda&nbsp;a partir de un antiguo festival celta llamado&nbsp;<a href="https://www.google.com/search?cs=0&amp;sca_esv=6a64c5c2ce68276f&amp;sxsrf=AE3TifPUgHr-8-Hn2t_I6-pc8OKQW1Av3w%3A1761736960759&amp;q=Samhain&amp;sa=X&amp;ved=2ahUKEwixhNDNpcmQAxUOBrkGHfnvItoQxccNegQIAhAC&amp;mstk=AUtExfAk3IRgcJRRcaRVgcHYXISaEDZlihuOZ6DhyxeL1wWNTeb30TF3dTEIeoWA_f4rMSwPP2X93NHEGcl_AuhLeAZvzfhXUG_MlWgAcsfuEc92malwc8yQIO_T2-JWWUf43Gz6WL599SzXSWhFZqwkJChTzQszCuZCzzuTmMDbBzfvw05Jtwq86woWHb2214_n8jZeyC4K1xhKGfb0zC6gHoCe98WUahLdQABwPImlNIbeDt5k8R9ZHsp0FNGwC2yu6MjphrsCKNLbSjXsy0KsjIdD&amp;csui=3">Samhain</a>, donde se cae por un día la cortina que separa a los vivos de los muertos.** Pero metámonos directamente en el reservorio anecdótico de nuestra memoria, ya que como niños entendíamos poco del asunto pero algo nos atraía del 1° de noviembre. Muchos hombres y mujeres que ya pasaron largamente las cinco décadas, seguramente nos darán un pulgar arriba en el siguiente párrafo, a menos que no hayan vivido lo suficiente.** Hablemos de cuando solo había helados artesanales, cuando había. Y quizás un heladero con su carrito tirado por un caballo, que iniciaba su trabajo de producción y venta justamente cada 1º de noviembre (apertura de su temporada). Ese día se instalaba cerca de la puerta del cementerio como para pescar en la pecera, convirtiéndose en la única razón por la cual acompañábamos a nuestros padres con muy buena disposición a ese lugar tan misterioso, gris y aterrador.<h3>Flores de papel crepé &nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;</h3>** Ya no se ven aquellas coronitas de rosas hechas sin mucho arte, con papel crepé de color azul, blanco y amarillo, para colgar en las cruces. En mi pueblo las vendía el primer día de noviembre, frente al cementerio, un matrimonio que improvisaba su puesto de ventas un poco más acá que el heladero. Los chicos casi no nos dábamos cuenta de su existencia, con nuestra ansiedad puesta en el hombre de chaqueta blanca estacionado más adelante, por donde cada 1° de noviembre transitaban familias enteras.** Aprenderlo teóricamente nos costaba un esfuerzo intelectual, en cambio nos resultaba bastante más sencillo aprender in situ algo más sobre el tema. Allá íbamos de la mano de nuestras madres, rumbo al camposanto. ¡Por el helado íbamos!, pagando por ello el duro precio de pararnos frente a vetustos panteones, y aquel espeso olor a humedad y calaveras extinguidas que nos golpeaba el rostro cuando nuestros padres abrían a tirones la puerta del nicho familiar (que pocos tenían).** Alrededor se vivía, con ensayada solemnidad, una especie de fiesta donde los muertos eran invitados de piedra. Parientes que venían de lejos se saludaban efusivamente por el tiempo de no verse ni saber algo uno del otro (no había WhatsApp). Y para los que venían de muy lejos, llevarse una gallina hervida para almorzar al mediodía constituía otro ritual ineludible. Después de todo la Iglesia nunca dijo que fuera día de ayuno. Y de la gallina a las botellas y del vino al papelón (de unos pocos, los de siempre).<h3>El precio del pequeño helado&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;</h3>** Allá estábamos. De fiesta en el cementerio, soportando el baboseo de cuanta tía abuela pegaba el grito: ¡Ay, no me digas que éste es tu nene (o tu nena)! ¡Por faaavooorrr cómo creció! Y uno, poco avivado y criado en la misma cultura, se ponía contento por saberse crecido, como si lo contrario no fuera una anormalidad.** Ese era el problema. El helado se terminaba en un instante y nuestros padres y abuelos tenían planeado pasarse un par de horas en el lugar. Eventualmente encontrábamos a algunos primos, con quienes la conversación no pasaba mucho más allá de preguntarnos qué sabor de helado habíamos lamido. Chocolate y vainilla, era la única respuesta posible. Quizás a la pregunta la hacíamos con la esperanza de enterarnos que el pérfido heladero nos había ocultado que también tenía un sabor crema.** Los que vivíamos en el pueblo íbamos después del almuerzo y encontrábamos a los tempraneros que venían de lejos por la mañana, para retirarse “antes que se haga noche”. Y allí se aprendía por observación. ¡Claro que se aprendía! Nuestras madres se ocupaban de informarnos sobre nuestro árbol genealógico, aunque desordenadamente.** Salíamos con ellas a recorrer tumbas abandonadas de fieles difuntos y también de los infieles (¿quiénes somos nosotros para juzgarlos? decía con rostro solemne la tía Elisa), en las cuales, por compasión, se dejaba alguna flor de descarte (las lavaditas que se retiraban de las tumbas por reemplazo, o alguna nueva de papel crepé azul o blanco), y si la tumba abandonada era de algún conocido o familiar, nos explicaban de quién se trataba.<h3>Clases de genealogía &nbsp;&nbsp;</h3>** Por allá la cruz inclinada de “un angelito” que vivió solo tres días y todavía hay que blanquearle la tumbita a 85 años de entonces. Acullá mi bisabuelo paterno, foto con cara de cosaco en plan de ataque.A mis diez años de edad yo ya podía sorprender al encargado del registro del cementerio informándole a quiénes guardaban algunas tumbas desconocidas.** La conversación por esas horas podían darse más o menos así:–Madre: Este es el hermano del abuelo de la Martita, ¿te acordás de la Martita?_Hija: ¿La nena que hace poco fue a casa con el carpintero don Chacho?–Sí, esa. Bueno, acá enterraron a un hermano del abuelito de ella.Mientras duraba esta ilustrativa conversación nos leíamos la vetusta placa que quizás quedaba bajo la olvidada cruz, con un nuevo nombre para olvidar.** Así se iba aprendiendo genealogía. Claro que sí. Por lo menos cuando nos volvíamos a ver con la Martita teníamos tema de conversación. A la par que hacíamos contacto algunos vivos -y otros no tanto- del pueblo, que socializaban en el lugar. También nos poníamos al corriente de los que alguna vez habitaron el pueblo y fueron declarados prescindibles por Tata Dios.** No subestimemos las anécdotas, que son, además de estimulantes para la inteligencia emocional, pequeños actos de resistencia contra el olvido. Nos ayudan a seguir siendo quienes somos, a reconocernos en lo vivido y a mirar el tiempo con una sonrisa, incluso cuando ya no necesitamos explicarlo todo.

Aquellos heladitos de cada 1° de noviembre

** Aunque se me acuse de haber perdido el sentido de la originalidad, comentaré igual que, con unos conocidos nuevos, pensamos cada vez con mayor determinación, en crear el Club del Horizonte Perdido, para dar cabida a todos los que han perdido la esperanza. ¡Andáaa, lo decís así porque a ustedes ya no les queda horizonte; se les está acabando la pista y quieren culpar a alguien!, me contestó un payaso que no respeta decepciones históricas. Que la gilada piense lo que quiera, pero alguien ya se esforzó por creer, y creer, y volver a creer, cuando se da cuenta pagó esos créditos con tiempo, y si el tiempo vale oro… calculale. Tanto tiempo a cuenta (como digo en una de las olvidadas poesías que he escrito) que al final muchos argentinos empezamos a sospechar que tenemos un destino de huevo de gallina. Conscientes de que tarde o temprano terminará frito, o peor, que lo pongan a incubar para ver si todavía pueden sacarle algo más.** Oirás que el tiempo perdido no tiene retorno, que no se recupera, y otras obviedades de órdago. Y sí, ¿qué creías?, ¿que lo podés publicar en el Face de objetos peridos? Aunque si uno bien lo piensa, en este siglo XXI donde ya nada asombra (salvo las promesas refritadas de los candidatos de todos los frentes) y donde nada es imposible, quizás se podría crear un Banco del Tiempo Perdido. Un BTP (suena bien la sigla, como algo importante). Un BTP permitiría juntar millas de tiempo perdido.** Podríamos capitalizar las horas perdidas en trámites, discusiones absurdas, esperas en los semáforos, en el boludeo de mirar videos enganchados por el algoritmo, en salas de larga espera, o en sistemas caídos que te impiden pagar tus facturas. Imaginemos que juntando veinte o treinta millas pudiésemos canjearlas por horas de siesta, o de piyamada. ¿Qué no? Si alguien cree que las piyamadas son solo aptas para los pequeñines, es porque no sabe que ellos solo son sus inventores, pero no hay edad para eso. Te invito a imaginar lo que sería una piyamada en calzoncillos y baby doll para mayores de entaypico, con amigos y amigas, uno tratando de caber en una cama cucheta sin necesidad de pedir ayuda (quién no se avergonzaría pidiendo: ‘rempujame’), o evitando reírse o respirar hondo, para que no se les descosan los botones.<h3>Atrapados entre dos miedos</h3>** Hoy tuvo fin la campaña política para la elección de diputados y senadores nacionales. Debo decir al respecto, parafraseando a mi compadre Mameluco, que la falta de fe en el futuro, o sea la crisis de creer por creer y acobardarse, solía disiparse un poco durante las campañas de los candidatos a presidente, gobernador o legisladores. ¿Por qué? Porque prometían tanto que uno confiaba en que, con que solo cumplan el veinte por ciento, íbamos a estar bien. Era un paño fresco a nuestra falta de fe en el futuro, que nos acariciaba como el gato maula al mísero ratón, lo que nos ayudaba a creer en esas promesas. ¿Viste como son los candidatos?, una especie de taxistas metafísicos: si no sabes adónde querés ir, te llevan igual. Sin embargo esta vez fue diferente, ni siquiera hubo promesas, o no muchas. Toda la campaña pasó por decir “votame para que los monstruos no vuelvan nunca más”, y el retruque: “Votame para que saquemos a los monstruos del poder para siempre”. Nos aprisionaron entre dos miedos.** Por otra parte, nos salvamos en esta oportunidad del debate político por televisión. Esas puestas en escena reservadas solo para los candidatos presidenciales, eran una especie de concurso de preguntas sin respuesta. Pasa algo parecido con la enorme militancia de izquierda y derecha; unos que quieren un Estado bien elástico, tipo globo de cumpleaños, para tener cabida y engancharse en algo. Los otros son bichos raros porque predican que hay que achicarlo, vaciarlo de ñoquis y militantes golondrina, dejando solo a los que están haciendo el trabajo.<h3>Recuerdos de unanimidad &nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;</h3>** En otros tiempos se organizaban foros de debate entre militantes de pensamientos opuestos. Los organizadores esperaban que vinieran a debatir los burros que tendrán que entender que ellos (los organizadores) tienen razón. Los demás concurrían con la ilusión de hacerles entender a los burros organizadores, que están equivocados. A eso le llamaban debate, pero algo es algo. En fin, un mérito de los jóvenes es que nunca dudan de sus líderes, les caen bien y con eso es suficiente para matar o morir por sus banderas, muchas veces repitiendo frases acuñadas por viejos, algunos que hoy tendrían 130 años, o por viejas cuyo único sueño verdadero fue el de nadar en oro.** Una sola vez, entre tantas de las que fui testigo obligado, asistí a un debate, o simulacro, entre dos facciones. Todos fueron, como siempre, no a escuchar sino a ser escuchados. Pero esta vez las dos partes en disputa estaban de acuerdo en algo. ¡Aleluya! Alguien, en uso del micrófono, mentó esta frase de Jacinto Benavente: “Lo peor que hacen los malos es obligarnos a dudar de los buenos”. La unanimidad total fue sorprendente, porque cada facción estaba secretamente convencida de que los malos eran los otros.<h3>Boletas sábana en un solo banco</h3>** Y así llegamos a estas elecciones 2025, cuando se nos facilitó muchísimo la votación y el nuevo sistema corta con el viejo truco de robarles boletas a los opositores, y otras maldades históricas: oficialismos que enviaban urnas selladas dentro de las cuales ponían un manojito de boletas suyas que les sumaran en el recuento final. Sucedía en circunscripciones gobernadas por emperadores dueños de vida y hacienda de los votantes, donde también votaban muchos muertos.** Pero aún a riesgo de ser acusado de inconformable, terminaré por referirme a las nuevas boletas sábana. Antes, al ingresar al cuarto, teníamos una sábana por banco, ahora fueron resumidas en una sola, para la que basta un solo banco. Aún así, si bien hemos adelantado medio siglo de un salto, falta acabar con la boleta sábana.** Lo nuevo son numerosas boletas sábanas en una sola hoja de papel. Allí tenemos todas las opciones partidarias juntas, pero un solo casillero -por lista- para marcar en la parte superior. Bajo éste se alistan los que tienen prontuarios y causas graves mezclados con la buena gente que muchos electores votarían con gusto, y votarán. El nuevo sistema no permite tachar a los prontuariados, ni a los paracaidistas, ni a los sospechosos. Uno vota tal lista porque le gustan uno o dos de los que aparecen en ella, y tiene que tragarse los sapos que lo acompañan.** Aparte de esto, gracias a Dios, la vida pasa felizmente si hay amor. Lo cantaba Agilé y es una declaración de verdad.

El club del horizonte perdido

** Comenzaré con una perlita avícola. Es sabido que las aves de postura viven en jaulas, algo que una mujer hizo por primera vez en Canadá allá por el año 40, para protegerlas de comadrejas y otros tantos enemigos, entre otros puntos. Hoy es una práctica común y, para comenzar a batallar contra eso, en 1979 se juntaron los sabios del Reino Unido para crear lo que se llamó el Informe Brambell, introduciendo el concepto de las “cinco libertades del bienestar animal” (puede googlearlo, es posta), que servirían de base para la legislación moderna y para las militancias fundamentalistas actuales, por la libertad de las gallinas.** Los cinco puntos decían: 1.- Libertad de hambre y sed; 2.- Libertad de incomodidad; 3.- Libertad de dolor, lesión o enfermedad; 4.- Libertad de expresar comportamiento natural; 5.- Libertad de miedo y angustia.Por supuesto, esos son derechos que les quitan los avicultores que las mantienen en jaulas asegurándoles comida y agua, protección contra animales que las veían apetitosas, y buena salud. La gran pregunta aquí es qué opinarían las gallinas respecto de los 5 puntos, si supieran leer inglés.** Es muy impresionante y hasta divertido encontrarnos con una norma que no prohíbe, sino que concede derechos, por ejemplo, libres de defecarse de hambre y sed sin límites, o libertad de vivir incómodas. Es como que te digan: ¡Vaya tranquila y duerma sin frazada, usted es libre de romperse un hueso caminando por una vereda de baldosas flojas! Como palmear a un pobre diciéndole que se le otorga el derecho a vivir bajo un puente y esperar que lo agradezca ¿no es cierto?Lo traigo a colación porque me ayudó a comprender la proclamación de libertades de La Libertad Avanza y pensé, caramba, ¿por qué no hacerlo conocer para ayudar a la comprensión de muchos más que no estaban entendiendo? En fin, puede ser que esa oferta de libertades difíciles de entender, sea la contraparte de naciones que han perdido hasta la de pensar.<h3>La otra cara del bifronte&nbsp;&nbsp;</h3>** La avicultura y sus prósperas inversiones y el crecimiento imparable del consumo de huevos, nos trajo a este otro pensamiento, ahora en serio. Esta semana supe de dos empresarios más que van a invertir para crear más trabajo y además se han vinculado con empresas del exterior. Y de un médico joven que practica una intervención quirúrgica en la que se especializa solo él y dos colegas más en Argentina, que trabaja en el hospital San Martín de Paraná y lo seguirá haciendo, porque “es una operación tan cara que en el campo privado pocos la podrían pagar”. Estas realidades se encargan de poner en ‘orsay’ a los ideólogos de cabotaje que polarizan el pensamiento político, tipo&nbsp; solo Estado o solo actividad privada. Para ellos, Estado y capital son antagónicos y compiten; el que gana gobierna y el que pierde jode para hacerlo fracasar.** Ante cada una de estas oportunidades, cuando enciendo el televisor y encuentro en casi todos los colegas nacionales de la tele -salvo honradas excepciones- a los émulos de José de Zer (periodista bizarro que mezclaba grotescamente realidad con ficción) compitiendo por quién hunde más al gobierno o quién lo defiende mejor, termino creyendo que el problema son aquellos periodistas que ya no buscan la verdad. Son los creadores del célebre ‘periodismo militante’ (la sola etiqueta delata su interés).<h3>Baldazos de fecalidad&nbsp; &nbsp;</h3>Aparte de aquellas divagaciones mangrulleras, transitamos un octubre denso. Denso y previsible, por estar en el marco de un año electoral, particularidad que en los últimos treinta o más años ha sido propicia al carnaval mediático y militante. Por estos días el mundillo político pide patente de corso o se la acredita de prepo, que lo habilita para enfrentar a sus enemigos preferidos echándoles baldes de fecalidad, como diría el Turco Asís. Enemigos, sí; el concepto de adversarios se fue con los dirigentes probos. Se ha diluido la figura de los dignos opositores, convertidos ahora en enemigos a vencer para arrebatarles el botín. De eso se trata; del botín.** Y desde el llano, millones de tragasapos que miramos este show frente a la vidriera, ya no esperamos a un Mesías como lo hicimos durante tanto tiempo. Cansados de andar y esperar, estamos dispuestos a votar al que roba menos.Es eso y que no nos quiten la libertad de darles cátedra a los idiotas que no piensan como nosotros. Nos educamos en la incierta certeza de que la tenemos recontra clara y podemos dar cátedra, porque, después del fútbol, para un argentino politizado no hay deporte más apasionante que la discusión de sordos; una esgrima en la que ambos contendientes disfrutan de cada estocada, en la convicción de que el otro combate con una espada de goma.** El argentino (yo, tu, él, vosotros y ellos) solo escucha al comunicador que le dice lo que quiere escuchar; el que refuerza y alimenta lo que él quiere pensar. Y en nuestro país puede elegir como en la feria; porque los medios -salvo excepciones- han sido cooptados por periodistas militantes y ensobrados de uno y otro bando. Los sobres, obviamente, pueden venir del gobierno o de enfrente. Alguien como Cristóbal López (Grupo Indalo - C5N), por ejemplo, que evadió 8 mil millones de dólares, se las tiene jurada a los que lo mandaron en cana y trabaja para el regreso de los que le hicieron aquel obsequio. Hay oro de sobra para avinagrarle la vida a cualquiera que gobierne. Dólares de otros, otras y otres, que amarrocaron cuarenta veces más de lo que le dejaron juntar a Cristóbal.<h3>Besar, abrazar o morir &nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;</h3>** ¿Por qué un octubre denso?, ¿un año denso?, ¿80 años densos?, con algunas etapas de alegría -eso sí- cuando se repartía lo que no había, para estimular la fiesta. El país nos pesa cada vez más, se pone más denso, y el hartazgo desgasta y reseca los huesos de la ciudadanía. Más denso porque la estructura administrativa del Estado nacional argentino, igual que las provincias y sus municipios, está hecha para controlar menos y aceptar (cuando no exigir) sobornos con facilidad. Es un botín tentador para muchos y el que probó una vez ese dulce se vuelve adicto. Eso termina en una especie de Ludopatía, como un juego insaciable pero al revés de la ruleta, porque acá los que ponen son otros y el ludópata la junta sin saber para qué tanto.** Aun así, nunca dejemos de besar, reír y cantar. Cantemos, cantemos la canción que escribió Teresa Parodi para cantarla solamente cuando gobiernan los otros, nunca cuando los propios: …Se repartieron hasta lo imposible /&nbsp;Pero no pueden con nuestra canción&nbsp;/ Nos han robado hasta la primavera&nbsp;/ Pero no pueden con nuestra canción&nbsp;/ Sigue cantando como vos y yo.

Y en el cambalache se nos va la vida

** Desperté un día y me encontré en esta edad, para la cual no estaba preparado. Llega así, de golpe, el día que logra detonar la persistencia de nuestra negación. Se acumula mientras uno está abstraído por discusiones tramposas que la televisión nos quiere vender como afectaciones centrales de nuestras vidas.Que si está bien o mal que Icardi las prefiera redonditas; que si el humorista Jorge Corona tiene alguna responsabilidad en el coronavirus chino … Que si Maradona balbuceó cinco palabras y deben incorporarse a su catecismo infalible…** Eso es justamente lo que Mr.Tiempo quiere; que no nos queden momentos libres para darnos cuenta que se está devorando las semanas y los meses de nuestro paso por este polvaredal. Pensar, ¿cuándo se es viejo?, ¿qué es ser viejo?Siempre se es viejo a los ojos de alguien. Diga usted si no es así. Por mi condición de género no puedo explicar qué siente una mujer tras cada década cumplida. Quizás se preocupa más por cómo se ve a sí misma que por cómo la ven (si ambas cosas fueran separables).** Teóricos de cafetín que perecieron en el anonimato sin probar su teoría, han afirmado que la mujer es tan introspectiva que ve pasar a su lado a cientos de hombres que se creen dignos de ellas, y no los ve. Fundan su aserto en que nadie ha visto a una mujer voltear la cabeza en la calle para mirar desfachatadamente el trasero de un hombre con el que acaba de cruzarse.** Herr Alphons Grüne Mench, catedrático de la posguerra de piropos y galanterías, sostenía que los hombres babosos tienen licencia para ser mirones solo hasta la mitad de la vida, punto de quiebre que fue señalado magníficamente por Alberto Cortez en su canción: “A partir de mañana empezaré a vivir la mitad de mi vida, la mitad de mi muerte”. La composición data de cuando el cantor y compositor transitaba sus jóvenes 40 años. ¿Jóvenes para quién? Es según desde qué edad se lo mire.<h4>Aquellos fueron los días&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;</h4>** Con mayor introspección, el filósofo autodidacta Obutu Andapa Ayá, nacido en Kenia y educado en la escuela de peones de vialidad de Valladolid, España; donde egresó como baboso experto en miradas libidinosas, también se refirió a las mujeres. Sostenía que el hombre debería mirar más hacia sus protuberancias externas que hacia su interior profundo.Obutu recorría pueblos y, trepado al estribo de su viejo Chevrolet 27, enseñaba que si a los cuarenta el hombre se mirase más a sí mismo que a las mujeres, tomaría cuenta de que su barriga y papada lo inhabilitan para el piropo de calle. Uno de sus discípulos iría aún más lejos con su ironía: “no hay uno que se pueda agachar sin que el ‘yin’ le destape el trasero” (sobre todo si es de confección para venta en ferias. NdeR).&nbsp;** El caníbal Andapa Ayá –para quienes no tengan referencia de este pensador– pertenecía a la vieja escuela de caníbales de la meditación introspectiva, convertidos oportunamente al veganismo. Sostenían que el hombre barrigón mira hacia su interior y se pierde en el laberinto de sus indeseables jugos estomacales, por lo que sus contertulios procuraban eliminar ese escollo morfando menos y aficionándose a las dietas saludables. Se comían solo a los flacos, y si alguna flaca les daba oportunidad, también.<h4>Amantes del sistema decimal&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;</h4>** Sin pretensión de contradecir ni debatir con aquellos colosos del pensamiento libidinoso y alborotador, creo que a toda edad somos viejos a los ojos de alguien. La profesora o profesor que a los veinticinco se presente en el aula para dictar una clase, será llamada “la vieja” o “el viejo” de la materia en la que se ha graduado. El sujeto que a los cuarenta concurre a una playa o la pileta de un club con ‘eslip’, si no entendió que es viejo corre el riesgo de pintar más verde que revolcado en alfalfa fresca.** A los cincuenta, los Millenials te ven como el papá o la mamá de la profe, que ya es mamá… ¡correte abuelo!&nbsp; A los sesenta, si fuera certero el pensamiento del Mandeb de Dolina, al hombre solo le queda el derecho a ser amado por su limpieza, trayectoria comercial o apellido ilustre.** A esa edad tanto el hombre como la mujer pierden el favor de los periodistas jóvenes que&nbsp; pueblan las redacciones. Si al cruzar la calle te lleva puesto una chica que viene en bici mascando chicle y chequeando WhatsApp, titularán que un ‘sexagenario’, o ‘sexagenaria’, fue embestido por una adorable ciclista.¡Ah, que te re! ¿Por qué no titulas que la ‘treintenaria’ de la bici embistió a un profe de matemáticas? ¿O a una elegante mujer de rojos labios y gafas negras?<h4>Las deventuras de Obutu&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;</h4>** En fin, son puntos de vista y pensamientos que podemos objetar, lo que no podremos evitar es la metamorfosis a la que nos expone el paso del tiempo. Pero los mayores de 30 a 60 abriles también somos objeto de apreciaciones injustas. “Me choqué a una vieja”, oí decir risueñamente a un chico que metros antes se había topado con una encantadora mujer que podría ser su hermana mayor. Ambos caminaban grabando audios en sus celulares (viste que lo llevan como quien está por morder una tostada con manteca) y no se vieron. Entonces, en estos tiempos, ¿qué diferencia a un adolescente de una persona de edad madura, si van por las calles haciendo las mismas pendejadas?** Traigo a colación la vida de Obutu Andapa Ayá, el negro que en su juventud había logrado una diplomatura en el arte del requiebro, rituales de cortejo y estrategias de seducción. Mientras fue estudiante, cada domingo a la tarde se dirigía a la plaza de su pueblo para hacer sus prácticas de abordaje entre las damas que daban la vuelta del perro, sin discriminar a la madre o la tía sexagenaria que acompañaba convenientemente a la joven. Obutu registraba de uno a tres levantes por domingo. Lo levantaba la patrulla urbana por mal aliento y amenaza de muerte. (Los caníbales, en general, no son correspondidos cuando arremeten con frases tipo “te quiero comer a besos”).** La cuestión es que aquellos muchachos atropelladores, especie de depredadores de las peatonales, llegaron a la etapa discreta y afable de su existencia y con ellos se desvaneció el piropo y las miradas desvergonzadas en la vía pública. Con esas mañas sobrevive solo una mínima reserva: los repartidores urbanos y peones de calle.Otros responsabilizan de esta pérdida a la ley de acoso callejero, responsable de que los muchachos que peinan canas hayan renunciado a la mirada procaz y el piropo halagador, y las nuevas generaciones se niegan a continuar con esa tradición, prefiriendo ejercer su desfachatez en formas más novedosas.

¿Cómo fue que envejeciste?

** ¿Te comiste un garrón esta semana, estás muy tenso, ansioso?, ingresá ahora mismo en la barra de Google estas cinco palabras: “Chupetes para adultos Mercado Libre”; se abrirán frente a tus ojos ofertas de chupetes de tamaño adulto, con precios que van desde 92.999 hasta 137.099 pesos. Pero los hay mucho más baratos y ya aparecieron los chinos armándolos con desechos reciclados para venderlos a tres mangos a los ansiosos del mundo libre. Lo usan hombres y mujeres. En Canadá y EEUU bastó que, estando en la cumbre de su carrera, Justin Bieber se dejara fotografiar con un chupete en la boca, argumentando que le quita el estrés y lo calma sin necesidad de que le tarareen el arrorró. Después Tik Tok se ocupó del resto.** Se dice que es la última moda en consumo masivo y el fenómeno de ventas recorre Asia, Europa y Estados Unidos, bajo el nombre de ‘pacificador de adultos para la ansiedad’. En Asia la promovió la red social china Tik Tok. Clavado que para entonces los chinos ya los estaban fabricando y se divierten mucho viendo a los sucios capitalistas chupeteando su caucho a cambio de dólares.** Sudamérica todavía no aparece en el mapa de ventas fuertes, pero si la economía argentina demora más de lo previsto en resolverse, harán mucha falta. Incluso en las barriadas más humildes, porque algo van a querer llevar a la boca ¿no es cierto? Si no es como pacificador será como consolador, pero la idea no es mala. “Los defensores de este nuevo hábito aseguran que el chupete adulto ayuda a conciliar el sueño, a concentrarse en situaciones de estrés laboral, a dejar de fumar o incluso, ojo con esto, a reducir el ronquido nocturno (nuestras esposas querrán regalarnos uno celeste con moñito en cada cumpleaños).** Dice la revista Noticias en su última edición, que “la clave del éxito parece estar en la nostalgia y en la posibilidad de regresar a un estado infantil en el que los problemas parecían menores o, directamente, no existían”. Pregunto: ¿No sería más honorable apaciguar la nostalgia consiguiendo la antigua receta de ravioles de la abuela y darle con eso?, o chuparse el pulgar, que es menos deshonroso cuando alguien abre de repente la puerta y te pilla. &nbsp;<h3>Volver al regazo de mami &nbsp;&nbsp;</h3>** Por mal que viviéramos en nuestra infancia, teníamos la sensación de hallarnos en un puerto seguro. En esa etapa de la vida el chupete era nuestro gran aliado y quizás por eso lo asociamos con la calma y el cuidado, podía ser un refugio aún en medio de una guerra. ¿Será eso lo que buscan hoy personas con altas responsabilidades en el mundo de los negocios y las finanzas?, o quizás en el de la educación primaria, donde hay que bancarse a cada niño, y para mayor estrés… ¡a cada madre! Pero ojito, que también nos metían el chupete en la boca para que dejáramos de llorar y aquí podríamos estar descubriendo un nuevo uso para los adultos argentinos.** La cuestión es que el uso del chupete amansador en boca de adultos es un hecho pintoresco que nos invita a pasear por los más variados pensamientos, algunos críticos, otros de curiosidad: ¿es un síntoma de la época?, ¿los adultos nos estamos volviendo frágiles y buscamos refugio en lo conocido?, ¿queremos huir del presente regresando al regazo de mamá?, ¿el chupete nos parece un puerto seguro donde anclar, como en nuestra infancia?... Otros razonarán que está bueno para entrarle; los apocalípticos dirán que es un síntoma de la degradación humana; y los puristas podrían opinar que siempre será mejor taponarse la jeta con un chupete antes que putear feo delante de los chicos cada vez que sentimos en este país que nos tocan alegremente el tujes.<h3>Para morfones de garrones &nbsp;</h3>** No tenemos a quién preguntarle qué tal la experiencia de usar un buen chupete para recuperar la calma, por eso debemos seguir imaginando que quizás tenga que ver con el archivo emocional de las personas. Hay gestos y sensaciones que quedan grabados en la memoria corporal. Así como algunos buscan la comida que hacía la abuela, el olor de un jazmín de su patio, o el sonido de un juguete, otros hallan contención en la acción de succionar, porque fue uno de los primeros mecanismos de autorregulación aprendidos. El hecho de necesitar un chupete recuerda que seguimos siendo frágiles, que la madurez no nos exime del deseo de protección y ternura.** El chupete adulto quizás delata un síntoma de época, pero todavía nos falta descubrir otros usos; por ejemplo, cuando te comes un garrón que te deja tecleando y no sabes si reír, llorar, patalear, romper un vidrio o contar lentamente desde 1000 a 0 respirando profundo. Como esto es tan común desde hace algunas décadas, la ansiedad crónica parece haberse convertido en una marca de este tiempo. Tal vez el regreso a objetos de la niñez sea también un modo de protesta silenciosa contra la velocidad y exigencias de la vida adulta, una especie de gesto que dice: “necesito frenar y volver a lo más simple”.** En el Congreso de la Nación estaría bueno que algunos y algunas permanecieran con un gran chupete en la boca en vez de blasfemar. La señora del balcón también haría bien en ponerse uno y no sacárselo más hasta perder su desvergüenza y devolver la bolsa (las camionadas de bolsas en realidad), y el presidente de la Nación hubiese hecho bien en sellarse el pico con un chupete cada vez que descalificó, agredió y humilló a tanta gente (una práctica que abandonó demasiado tarde).<h3>Chupetes para los chacareros&nbsp;</h3>** Habrá que ver como resultan estos inventos en el tiempo. En la revista antes citada, nota firmada por Mariano Casas Di Nardo, la autora del libro ‘Ansiedad’, Sol Buscio, ofrece su mirada crítica: “La ansiedad no debe combatirse con recursos que generen dependencia ni con objetos que tapen los síntomas sin abordar el problema de fondo”, y habla de explorar lo que está detrás de ese estado. Tapar la ansiedad con un tapón de látex podría hacer -entendemos- que todo explote por otro lado, por falta de herramientas adecuadas para su tratamiento.** En fin, mientras unos boludean a otros les pasan cosas. Esta semana se anunció en nuestro país la quita de retenciones a la soja durante 4 semanas, pero la oferta se cerró a los tres días. ¿Tan rápido vendieron los productores? Ni di’ai. Vendieron los exportadores por 7 mil millones de dólares que Economía necesitaba para calmar la volatilidad del mercado y se cerró la compra. Se quedarán con unos 2 mil millones de dólares de diferencia y repondrán stock a precio menor (con retenciones). ¡¡Plínk, caja!! y ¡¡chupetes para los sojeros que se quedan mirando la fiambrera!!** Ingresen en Google y vean. Hay chupetes para toda clase de garrones.

Chupete: El nuevo fetiche existencial

** Escribo estas palabras con los dedos de mi mano derecha impregnados por micro partículas del plástico del ratón de mi PC, y pienso, con cierto asombro, que lo he visto nacer. ¡Lo conozco desde chiquito! No al ratón sino al plástico como material multiuso. No me extrañaría que nuestros nietos piensen que es un material más que se extrae de canteras o de minas, tan antiguo como el hierro o las prendas de lana.** Los polímeros (plásticos) en todas sus formas constitutivas, creados en laboratorios por la inteligencia humana (IH), comenzaron a aparecer en la década del 50 como derivados del petróleo y podrían dejar de existir quizás antes de cumplir un siglo de uso abusivo, aunque seguirán teniendo presencia en tierra firme y en los océanos unos dos mil años más, porque no tendremos forma de degradar rápidamente sus malditos desechos, que intervienen en nuestra vida cotidiana hasta en las formas más insospechadas.** ¿Cómo deshacernos de este mal necesario? Ya no podemos vivir sin los polímeros, pero si recicláramos todo lo que ya hemos desechado podríamos seguir disponiendo de este material hasta dos siglos después de haber agotado el petróleo.<h3>¿Cómo fue que nos plastificaron?&nbsp;&nbsp;</h3>** Durante la IIª Guerra Mundial se utilizaron varios tipos de polímeros en distintas aplicaciones y la urgencia de aquella masacre humana perfeccionó esta industria. Una vez terminada la conflagración mundial, la industria del plástico dedicada al suministro bélico se preguntó ¿y ahora qué haremos con esta gallina de los huevos de oro?, y los tipos se reinventaron fabricando baldes, palanganas, sifones de soda, chupetes, artículos para instalaciones eléctricas, juguetes y otras chafalonías que compramos para no usarlas.** Te hablo de cuando los baldes que podías hallar en tu casa eran de chapa galvanizada y los utilizados por los albañiles, de chapa negra. La reglita, la escuadra y el transportador de uso escolar, de lata. ¿Se pedirá todavía en las escuelas estos elementos?Las tapas de las llaves de luz y otros artefactos del rubro podían ser de baquelita, que era una forma rudimentaria del plástico creada en 1907 por el flaco Baekeland. Es uno de los primeros polímeros sintéticos termoestables conocidos.<h3>100% poliéster&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;</h3>** Nuestro romance con los plásticos comenzó en 1950. Cuando nuestros abuelos creían que ya no quedaba nada nuevo por inventar, aparecieron los objetos plásticos, maleables y con una amplia gama de colores. En unos años más supimos incluso lo que era una poliamida o un poliéster 100%, con lo que se confeccionaban prendas de vestir. Empilchábamos con esa porquería sintética que no dejaba respirar la piel y de yapa se cargaba con electricidad estática. Como fuera, para nosotros simbolizaba la modernidad. Pilchas futuristas. Fue la moda wash and wear (lave y use). No necesitaba plancha, además esas telas no soportaban el calor. ¿Tenés idea de lo mucho que significaba en la época? Teníamos esa novedad, la nueva ola musical, Palito Ortega, los Wawancó y la llegada del hombre a la Luna (un blef, porque ahora se sabe que nunca la pisó), en suma, el maravilloso mundo de Louis Armstrong.<h3>¡Qué momentos aquellos!&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;</h3>** Nuestros primeros contactos con este nuevo material en la escuela probablemente haya sido el recordado hilo plástico; un hilo de algodón recubierto con un baño plástico de colores básicos, con el que en la hora de “labores” revestíamos todo cuando se ponía a nuestro paso. Además, con dispar habilidad en el aula, cada uno tejía en el año uno o dos “bolsos de red” con ese hilo que se compraba por metro en las librerías. Fueron tiempos en que los gurises también aprendimos a lidiar con las duras presiones de uno y otro lado. Ahora te cuento.** Frascos de vidrio sobraban por todas partes. Lavábamos uno y le pedíamos a la vieja que nos comprara unos veinte metros de hilo plástico y un pomo de Pegatodo, para fijar el hilo con que envolvíamos pacientemente el objeto. Ella compraba tres metros, porque “está muy caro y la plata no crece en los árboles”. Así las cosas, la docente de “labores” nos apuraba para que dejásemos de cancherear el año entero llevando y trayendo un frasco cuyo recubrimiento solo avanzaba de a dos o tres vueltitas por clase. Volvías a casa y la vieja te decía que no fueras tan rápido porque no te iba a comprar más hilo, por razones que no necesitaba ni repetir. Y uno tenía que saber lidiar entre estas dos presiones.** La enorme la influencia de este subproducto del petróleo en nuestras vidas se evidencia hasta en la humilde clase de “labores”, que hoy pasó a llamarse “plástica”, a secas. “Mañana tengo plástica en la cuarta hora”, dicen los millennials.<h3>Embarrando mares&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;</h3>** El fin del petróleo será el fin de estos derivados, aunque para entonces la ciencia habrá inventado algún sustituto. Es imprescindible para que no se pare la industria mundial. El plástico reemplazó hasta la chapa de los automóviles. Está en embarcaciones y en las palas de aerogeneradores. En los muebles de nuestros hogares, en las naves espaciales, y dentro de cada uno de nosotros, por contaminación múltiple.** Su uso no para de crecer a la par del crecimiento poblacional, está en el envase del suero que nos inyectan en las venas y en las cajas de juguetes de nuestros gurisitos. En la impresión 3D, que no tiene límites para imprimir objetos con estos materiales. Se estima que la humanidad ha producido ya (desde mediados del siglo XX) unos 5.000 millones de toneladas de plástico, cantidad suficiente para envolver el planeta con una fina capa de film transparente (como el que se emplea para proteger la comida), según la original equivalencia que ha establecido en 2019 el flaco Jan Zalasiewicz, geólogo de la Universidad de Leicester (Reino Unido).** El equivalente en film plástico ocuparía 462 millones de km2, una cantidad muy cercana a los 510.000 millones de km2&nbsp;que se estima mide la Tierra si se la considera como una esfera perfectamente redonda.** Según Ángel Lozano, director general del Centro Español de Plásticos, si continúa la tendencia actual, se prevé que para el 2025 el océano albergará una tonelada de plástico por cada tres toneladas de pescado, mientras que para el 2050 el plástico ya sobrepasará el peso del pescado en el mar, a no ser que la industria tome medidas para evitarlo.<blockquote>(Esta columna fue escrita el 7.9.19, y si la proyección se cumplió, se entiende por qué a la boga o la merluza la preferimos a la pizza o provenzal, para esquivarle a su ligero sabor a tapita de gaseosa).</blockquote>

La era dorada del plástico

** Nuestro territorio muy bendecido por el Creador, es sacudido frecuentemente por algún sismo político. Mejor dicho, siempre y cíclicamente. De ahí que, ante la queja de don Leoncio una semana atrás en esta misma columna, en cuanto a que votamos “un gobierno peor que otro”, le hemos respondido con nuestra resignada teoría de que, para un perro cimarrón, solo otro perro cimarrón: “Si su chacra vive el acecho de una jauría canina brava, ¿usted los encararía con el Buki y el Firulais, que son unos tiernos, o se conseguiría cuatro mastines ingleses para tupirlos?”.** Ampliemos el concepto: Si nos gobierna el club de los malos y el pueblo no condicionado por emociones elije cambiar eso con su voto, no puede votar por el club de las carmelitas descalzas, ¿no es cierto? Hay que encarar con alguien que se anime a despeinarlos. Si les mandás a la cancha a un presidente de buenos modales como De la Rúa, lo afeitan al trote y sin espuma para despejarle el área por donde terminar de humillarlo. Donde gobiernan unos rottweilers que escupen rayos por el hocico, tenés que mandarles leones.** La historieta siglo XXI comenzó cuando llegaron al poder a mostrar sus colmillos aquellos que se toman al gobierno como un botín para la repartija. Los desbanca otro más colmilludo con aspiraciones monárquicas, y para correrlo de lugar a este hace falta otro con una Caterpillar Cat 395, diseñada para la demolición de estructuras difíciles. El problema irresuelto es que Sojamarca ha ingresado a una espiral de estas, que va in crescendo y no sabemos dónde irá a parar; en una de esas a la Caterpillar no la sacás más, como en Venezuela.** En el trayecto de esta corta historieta, a nuestra amada patria (algunos escriben este sustantivo con mayúsculas por creer que eso los hace más patriotas), la hemos llamado Bajamarca, cuando reptaba a nivel de países latinoamericanos como Haití o la cercana Bolivia. Luego el milagro de una soja a 600 dólares la tonelada y cosechas récord, nos impuso, para ser justos, llamarla Sojamarca. Últimamente se hacen grandes esfuerzos por alcanzar la categoría de Patamarca, porque la Patagonia promete petróleo y gas en cantidad suficiente como para que el Toto Kaput les diga a los sojeros que se metan el poroto donde no germina, deseo que casi se le está cumpliendo, porque últimamente cotiza entre 300 y 400, el negocio viene pinchado, igual que el sueño de convertirnos alguna vez en Altamarca.<h2>Un presente muy entretenido &nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;</h2>** Sobrevolado el último cuarto de siglo, detengámonos en el presente. Esta semana, tras la derrota por casi 14 puntos de diferencia en uno de los 24 distritos electorales del país, el gobierno del Javi anunció que rearmaría su equipo. Así lo hizo, pero con los mismos jugadores, incluida la mediocampista que distribuye el juego sin haber jugado antes en las inferiores como para entenderlo. La primera condición de ‘la jefa’ que ascendió sin escalafón, fue que no se pronunciara el número 14. Se acata y se cumple -dijo Adorni- porque el 14% es nuestra pesadilla. No por eso -corrigió la jefa-; el significado principal de la carta 14 del Tarot es la templanza,&nbsp;equilibrio, moderación y armonía, que invita a encontrar el punto intermedio en la vida, a fusionar opuestos de manera pacífica y a desarrollar la paciencia para superar situaciones con serenidad, y con eso no se ganan batallas’, explicó.&nbsp;No es lo nuestro, cerraron todos a coro.** Según una fuente de dudosa verosimilitud, en la reunión se analizó cuál es la queja mayor del gran pueblo argentino salud. Dato concluyente: la gente no llega con sus ingresos más que al día 20 del mes; los 10 siguientes hay que hacer aguantar el plástico. En suma -se atrevió Francos-, les está pasando lo que al país antes de explotar por los aires y obligarnos a este ajuste. Obligados, nuestros paisanos gastan más de lo que ganan y zafan pagando los saldos mínimos. A este ritmo sabemos que cada familia terminará como el país en 2023, es decir, serán ellos los que exploten.<h2>Aquí está la solución&nbsp; &nbsp;</h2>** ¡Tengo la solución, mandriles subdesarrollados!, rugió el león desde la cabecera de mesa, generando gran expectativa. Mañana les mando a los degenerados fiscales de la legislatura un proyecto de ley acortando los meses a 20 días y ¡chau problema!, redondeó el presi mirando por encima de los lentes. Sobre el pucho preguntó: Si tienen algo más para tratar, que sea rápido e importante, no me hagan perder el tiempo con estas boludeces que es mi hora de retuitear al Gordo Dan, mi alter ego, o sea, digamos, mi otro yo.El proyecto ingresó a Diputados, donde a Mayans le pareció una genialidad cobrar la dieta cada tres semanas y el proyecto marchó como con rueditas.** “Achicaremos los meses a 20 días”, informó Adorni con su habitual cara de ‘qué mirás bobo, andá payá’. Argumentó que la humanidad vive demasiado rápido y el calendario antiguo y lerdo es un desorden heredado de civilizaciones retrógradas. La reforma entró en vigor de inmediato. Los relojes siguieron marcando las horas como siempre, pero los almanaques se encogieron. Los años ahora contaban apenas con 240 días. Los cumpleaños, los vencimientos, seguros y cuotas del colegio, nos tupían como monstruos de videojuegos. Ni te cuento las señoras coquetas teniendo que asumir una edad cronológica que les sumaba un año más cada ocho meses. El presidente llamó a su tocayo León XIV (o sea) para contarle el mérito de haber sacado a los argentinos de la pobreza; ‘¡Santidad, hasta los jubilados llegan a fin de mes!, además les prolongamos la expectativa de vida, ahora va a ser, digamos, de 120 años’.<h2>Somos como somos &nbsp;&nbsp;&nbsp;</h2>** Pero la gente -viste como es-, empezó a patalear porque no le gustaba la pelusa del durazno. El comerciante facturaba diez días menos y pagaba a su personal los mismos salarios. Ni hablar de impuestos fijos y alquileres que vencían cada 20 días. Los contreras organizaban protestas bajo el eslogan “la guita se termina el 15 de cada mes, ya no se puede vivir”. Los meteorólogos organizaban simposios para determinar el clima de los veranos en junio. Aumentó el precio de la carne porque ahora un novillo necesita tres años en vez de dos para llegar a su peso de faena, y ni te cuento las hormigas, que salían de piquetes por no saber en qué mes atacar los jardines para armar sus reservas.** Pasado un tiempo, el autor de la idea comprendió que la reforma le acortaría el plazo de gloria que le queda, por lo que convocó de nuevo a la mesa chica. Propuso meses de 40 días, caiga quien caiga y pese a quien pese. Los legisladores se plantaron a los gritos… negociando el aumento proporcional de sus dietas.

El asombroso decreto de Bajamarca

** Nos meteremos hoy con el tema de los insultos y sus justificaciones. Toda comparación es odiosa y de yapa nos delata la edad, cuando digo, por ejemplo, que en mi infancia en vez de mandar a alguien al recalcado útero de su progenitora, simplemente le sacábamos la lengua en señal de desprecio, me calcularán la década probable de nacimiento y crianza.La persona destinataria de aquel gesto entendía que la estaban mandando al carajo, sin palabras. En el mundo infantil, donde no se podía ser ‘boca sucia’, sacarle la lengua a otro era una descarga socialmente tolerada. Cuando vos de chico le sacabas la lengua a alguien, en lenguaje gestual le estabas diciendo algo tan fuerte como “me cago en vos”, pero en versión apta para recreo escolar. Hoy esa lengua se queda adentro para encenderse en ‘malas palabras’ cuando el lenguaraz se enoja o está contento. Raro ¿no?** La célebre foto de Albert Einstein sacándole la lengua al fotógrafo traza una serie de cambios en el tiempo. Primero fue juzgada como inapropiada para un señor mayor; más acá en el tiempo se lo interpretó como un gesto de hastío con los paparazzis (fotógrafos), luego como un gesto simpático, y hoy como una genialidad o una estupidez. Porque nadie que quiera sacudir a otro mandándolo al carajo, se conformaría con tan solo sacarle la lengua.** En muchas culturas, entre ellas la nuestra, sacar la lengua —sobre todo entre chicos— funcionaba como una forma ‘light’ de insultar; un gesto irreverente que evitaba decir algo grosero pero transmitía el mismo desafío o un tímido agravio.En Argentina, y en buena parte del mundo hispano, ese gesto se usaba para marcar burla, rebeldía o desobediencia, sin llegar a lo verbal. En el código social infantil tenía el sabor de una pequeña venganza: no te pego, no te insulto, pero ¡slurp!. También podía significar ‘me resbala tu actitud’.<h3>No hay cómo empeorar &nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;</h3>** Pero pa’qué voy a contarte cosas viejas, como dice el tango, solo agregar, para el recuerdo de quienes lo vivieron, que cuando alguno de los hermanitos (generalmente ellas) pegaba el grito ¡Mamáaa, Pablito me sacó la lengua!, venía una dura reprimenda para el acusado: “una vez más y te lavo la lengua con jabón”. En 2025, cuando la hermanita buchonea: “mami, Pablito me dijo andá a la RPMQTP”, mamá ni se molesta porque sería inútil intervenir a cada rato por algo que se naturalizó.** Como sociedad, hemos escalado tanto en el ranking de la grosería ordinaria con su glosario de insultos agresivos y soeces, que estamos estancados y sin perspectiva de una mayor involución moral. Hemos tocado fondo. ¿Qué nos queda después que un chico de la primaria, o del sub 10 del fútbol, insulta a la madre y toda la familia del que lo rozó sin querer, o al compañero simplemente porque no le tiró el pase? (y los padres lo apoyándolo desde el alambrado). Ellos, pobres inocentes, son lo que los adultos hacemos de ellos.** La escalada generacional llegó al punto que ya no nos quedan puteadas superadoras como para seguir innovando y creciendo en el nivel de agresividad y desprecio. No solo eso, sino que por exceso de repetición les hemos bajado mucho el precio. Basta parar la oreja en el patio escolar, en la cancha, en la oficina o en la esquina del barrio, para oír que entre risas se mandan, ya no a lavarse las partes pudendas, sino a meterse dentro de ellas (la de su madre o la de su hermana). Por defecto de la repetición, eso ya no ofende, perdió fuerza, es vana repetición, y hasta puede ser gracioso.** Uno de los tipos más influyentes de Argentina, Diego Maradona, trató de ‘hijo de puta al mismísimo papa Juan Pablo II y lo repitió varias veces. El astro del fútbol que fue un mal ejemplo para las juventudes de su tiempo, visitó con su familia al papa en El Vaticano y luego, al verificar que el rosario que le obsequió era igual al de su esposa, y no especial, comentó a su regreso a Cuba: “Entonces encaré al chabón y le dije, ‘¿qué tiene de especial si es igual que el resto?’. Se quería suicidar el hijo de puta.”<h3>We are the champions&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;</h3>** ¿Los argentinos somos los incorregibles del mundo en este sentido? No, lo que cambia de un país a otro es la tolerancia social: en algunos lugares las malas palabras son vistas como vulgaridad que se debe evitar en público, mientras que en nuestro país se naturalizaron tanto que aparecen en la televisión, en la política, en la publicidad, en boca del presidente de la Nación (que ahora se recató -tercera persona del singular del pretérito perfecto simple del verbo "recatar", que significa "apartar”). España nunca pasó de ‘joder’, ‘hostia’, ‘coño’. Italia se mantuvo en ‘porca miseria’, ‘madonna’. En Estados Unidos, el “fuck” funciona de la misma manera que el “boludo” argentino: puede expresar bronca, sorpresa, admiración o simplemente llenar un silencio. Pero hacer del insulto grosero un deporte, un lenguaje intrafamiliar, televisivo o radiofónico… solo en Sojamarca.<h3>Vidriera cloacal&nbsp;</h3>** Hay otra particularidad nuestra, de nosotros los argentinos, yo-tú-él-vosotros y ellos, y es que justificamos todo lo que nos incomoda o avergüenza. Ser boca sucia lo justificamos pregonando que inmoral no es putear sino robar, sobornar, golpear a una mujer, explotar a los médicos hospitalarios, donde hay jueces corruptos y parciales. Decir esto en un país donde se roba, coimea y estafa a veinte uñas, tiene dirigentes sindicales corruptos y multimillonarios y jueces como Casanello, que tardó años en procesar a Cristina y dos días en allanar a los sospechosos del escándalo Spagnuolo (ANDIS), tiene sentido. ¿Qué es más indecente?** La corrupción no dejó de ser el gran tema desde Carlos Menem a esta parte, cuando los Menem volvieron y pretenden que les creamos que se han purificado. Con García Furfaro (HLB Pharma), que siendo carnicero, después verdulero y finalmente presidiario, al poco tiempo de salir de la cárcel, en los años de oro de Aníbal Fernández, se convirtió en poderoso empresario farmacológico, produciendo fentanilo (que requiere de efedrina, la joya más preciada de los narcotraficantes). Con 9 palos verdes revoleados sobre un tapial, con un secretario presidencial que invirtió miles de millones de dólares en Miami, con Pelele Alberto y la matufia de los seguros, con dos mil kilómetros de rutas cobradas y no construidas, con el affaire de las criptomonedas o el quilombete que armó Spagnuolo hablando de un 5% de cometa para fulano y un 3% para Karina… Me rindo, tienen razón los que justifican que hablar tirando caca por la boca no puede ser peor que enchastrarse las manos con ella.

La lengua supo tener lenguaje gestual

** Raros tiempos en los que el mentiroso dedica su día a acusar de mentirosos a otros, esperando que al contraste él parezca la única garantía de verdad. Vivimos como nunca la encarnadura de aquella antigua alegoría que hemos publicado en esta misma columna sobre verdad y mentira.** Cuenta que un día la Mentira y la Verdad se encontraron en un río. Allí la Mentira le dijo a la Verdad:– Buen día, doña VerdadY la Verdad, que no se fiaba mucho de su nueva amiga, comprobó si realmente era un buen día. Miró al cielo azul sin nubes, escuchó cantar a los pájaros y llegó a la conclusión de que, efectivamente, era un buen día.– Buenos días, doña Mentira.– Hace mucho calor hoy, dijo la Mentira.Y la verdad vio que tal y como decía la Mentira, era un día caluroso.** La Mentira entonces invitó a la Verdad a bañarse en el río. Se quitó la ropa, se metió al agua y dijo:– Venga doña Verdad, que el agua está muy buena.Por aquel momento la Verdad ya sí se fiaba de la Mentira, así que se quitó la ropa y se metió al río. Al toque, la Mentira salió del agua y se vistió con la ropa de la Verdad y se tomó el raje. La Verdad se negó a vestirse con la ropa de la Mentira, prefiriendo salir desnuda y caminar así por la calle. La gente no decía nada al ver a la Mentira vestida con la ropa de la verdad, pero se horrorizaba al paso de la Verdad desnuda.<h3>El paso del camalote&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;</h3>** También esa actitud de la gente ante la Verdad (sigamos con mayúscula para personificarla) ha cambiado mucho. Parece ser que cuando todo el mundo supo lo que sucedió en el río, la mentira, que ya estaba muy junada, se despojó de su disfraz para parecerse de nuevo a la verdad y ahora ambas andan en pelotas y con la misma peluca.&nbsp;** Están ocurriendo cosas inadmisibles, preludio de otras perores. El gran pueblo argentino salud debería estar alerta, pero sufre el cansancio del metal, al que el machaque diario termina por debilitarlo y quebrarlo.&nbsp;Los memes, armas de otra guerra, ayudan a mitigar el dolor enmascarando con humor las situaciones más vergonzosas que, nuestro cansancio y hartazgo, deja pasar.&nbsp;** Además, hay mentiras que calman la ansiedad, ¿o no?, y para eso siempre habrá un canal de TV que desmienta, denigre y someta a escarnio y bromas al que busca desenmascarar la pandemia, por bien que este lo fundamente. Estamos tan mal que solo aceptamos las noticias y opiniones que deseamos oír, útiles para recargar nuestros pomos de carnaval y seguir disparando aguas turbias sobre los que insisten con datos de la realidad, que suelen contradecir, y mucho, al relato de la OMS.** Esta semana hemos visto que un medio tomó datos del INDEC sobre desempleo. Datos oficiales. Y un periodista estrella ultra oficialista, tratando de desacreditar al autor de esa información, disponible para quien quiera verla al instante con solo ingresar al sitio oficial. ¿Hasta cuándo durará esta guerra por el oro y el moro? Que no es de medios sino de bandos. Los medios pueden cambiar de propietarios y con ellos cambia su compromiso, su negocio, su rencor, o cual fuera su motivación. Entre sus propietarios hay millonarios que se pasaron algunos años presos por estafa (Cristóbal López) y vuelven por la venganza en una nueva batalla de una guerra interminable. Y en ese hartazgo, mucha gente baja la guardia y busca remansos de paz.<h3>Don Leoncio embarbijado&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;</h3>** _M. Gusto en saludarlo don Leoncio, ¿cómo le va yendo detrás de ese ajetreado barbijo?--L. Y acá andamos, apagando fuegos._M. Como bombero usted no es, debo preguntarle si anda con mucha acidez estomacal o fuegos de primavera en el corazón.--L. Apagando fuegos de churrasqueras que son cada vez más innecesarios desde que la parrillada va pasando a ser recuerdo más para la nostalgia.** _M. No se aflija don Leoncio, siempre habrá algo para calentar los fierros.--L. En mis tiempos las achuras y el garrón se regalaban, resulta que ahora los cobran como si los entregaran con moño de seda y tarjeta. El caso es que si no hay parrillada no hay picada previa._M. ¡Epa! Ahora le veo la pata a la sota. Colijo que se le han caído las ventas de salame y queso manufacturados, si, facturados artesanalmente a mano, que es la única forma de que usted facture algo.** --L. Colija mal paisano, no estoy facturando ni con la choricera ni con el papel, no da para más, hoy la gente lo piensa dos veces; ¿hacemos una picada o compramos una moto? El peso argentino no vale nada y cada vez que uno se levanta a la mañana vale menos.&nbsp;_M. Se ve que sigue de cerca las cotizaciones…--L. Ni falta que me hace. Me doy cuenta porque el chino me está dando el vuelto en pesos y se guarda los caramelos._M&nbsp; Qué lo parió.<h3>Un argento de heladera llena&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;</h3>** --L. Esto se va todo al tacho y lo peor es que los viejos ya nos fuimos._M. No se desanime y nunca piense que todo está perdido, recuerde que mientras algunos lloran otros fabrican pañuelos, póngase del lado de estos últimos.--L. Esos también se van a ir a la marosca, ¿o se olvida que hoy se usan pañuelitos de papel?_M. Era una metáfora don Leoncio; pero aún así, el fabricante inteligente se reinventa y si tienen que ser de papel, los hará de papel.--L. ¡Y yo qué me voy a reinventar!, para armarme de otra forma pero con las mismas chapas déjeme como estoy, más vale un Chevrolet 38 un poco enclenque, que un avión con guardabarros y paragolpes de fierro.** _M. Hace bien, quédese así, que está hecho de buena chapa. Y mientras pueda tener la heladera llena como nos han prometido, tranqui, disfrute el tercer tiempo de la vida.--L. Con eso de la heladera estoy bien…_M. ¿Es un argentino de promesa cumplida; quiero decir de heladera llena?--L.&nbsp; Hoy por hoy sí. Yo me gastaba todo el mensual en el almacén y veía que la vieja Westinghouse se agrandaba cada vez más, porque me entró a sobrar mucho lugar adentro, así que la vendí y compré una de esas de camping, que la alcanzo a llenar bien. Nooo, si… ¡A ver si el día de mañana la vieja me ocupaba toda la cocina!** _M. Cuente conmigo don Leoncio si tuviera que quedarse en aislamiento. Mándeme a avisar y voy a estar atento para lo que necesite.--L. Se agradece. Todos modos está mi vecino, el Atilio, que también se ofreció. ¿Le conté lo que le pasó al Atilio?_M. No recuerdo que me haya hablado de él.--L. El hombre estaba mirando una película porno y en eso entra su novia por la puerta._M. Qué feo, pero eso ¿qué tiene que no se pueda explicar?--L. Por la puerta en la película.

La verdad en tarlipes

** Vuelvo esta semana a la temática habitual del Mangrullo, quedando a deber la continuidad de lo que empecé en la entrega anterior. Lo siento si alguien se perdió aquella breve historia de Arturo;&nbsp;dedicada a las personas que tienen curiosidad por saber cómo viviremos los humanos en 2040. Es probable que esa narración se haya acercado mucho a la realidad que viviremos en la próxima década, porque hacia allí marcha irremediablemente la humanidad, la forma de vivir y sobrevivir dependiendo en todo de la Inteligencia Artificial.&nbsp;** Sucede que esta semana nos tropezamos con don Leoncio en el camino, quien, asombrado por esa publicación que nos embriagó de futuro, a la que llamó una profecía obligándonos a aclararle que se trata más bien de un avance sobre el camino que los terrícolas ya hemos comenzado a transitar. Es decir que hacia allá vamos, aunque las circunstancias y las actitudes de las nuevas generaciones podrían modificarlo en parte. Vamos hacia un mundo similar al que se ve en la serie&nbsp;STAR TREK (Viaje a las estrellas) donde se muestra una utopía futura: una humanidad apoyada en la inteligencia artificial, sin clases sociales y sin dinero físico.** Para don Leoncio el futuro cercano carece de interés. Su mirada sobre el camino de la vida se termina en ese mismo instante que está transitando. Piensa como la Locomotora Oliveras (en el recuerdo, y atesoramos un spot donde ella promociona a Paralelo32), que se trata de vivir y disfrutar el presente, ¿para qué especular con el futuro si nuestra vida depende de un pacto unilateral con alguien que nos puede pedir hoy mismo su devolución?<h3>¡Dios me guarde!&nbsp;</h3>** Lo que le sale bien a don Leoncio es su repaso retrospectivo del tiempo: “La vida se cuenta por los pingos que uno ha montau, no por los que le gustaría montar”, frase de su exclusiva ocurrencia (que conste), del más puro estoicismo. Mientras él porfía que ningún futuro lo apartará de su vida tal como la vive, ni de pagar con billetes en mano, le recuerdo que en la próxima década del 30 o 40 eso ya no dependerá de él. El hombre añora sus viejos tiempos aunque carecían de todo confort, y se complace en hablar “de cuando tomábamos cerveza entre las moscas poniéndole el tapavasos de Quilmes, para que no nos caigan sobre la espuma, ¿se acuerda, o usted era muy fifí que frecuentaba bares donde las moscas no tenían cabida?”, me provoca con picardía.** --M. Vea, he tenido todas las oportunidades, desde la necesidad del tapavasos porque el mosquerío estaba sediento de libaciones, hasta beberla en salones más cuidados, pero ninguna máquina del tiempo me sacaría de un chopp bien helado y bien tirado, para regresar al tapavasos de una cerveza tímidamente enfriada en heladera de cuatro puertas. Y para que sepa, nací en una de esas casas donde no faltaba un cuadrito en la pared o una fina madera en la que se podía leer “La casa es chica pero el corazón es grande”, frase que encerraba ternura, dignidad y resignación. De esto último sabía que debería huir.-L. ¿Del cartelito de madera?--M. No. De la resignación que, expresada así, pretende que no intentemos proponernos mayores desafíos.&nbsp;-L. Me recuerda que había en mi casa uno que decía “Al que madruga Dios lo ayuda”. Un día, cansado de madrugar al pedo porque no había nada que hacer hasta la salida del sol, pregunté cuándo va a venir ese señor que ayuda, aunque sea para matear mientras espero la claridad. Fue cuando mis padres cayeron en la cuenta que no me habían ‘acristianao’ de chiquito. Hora de mandarme a la capilla del pago para que el cura me explicara quién era el que figuraba en el cuadrito prometedor.&nbsp;¿Así que vos no sabés quién es Dios?, me preguntó sobradoramente el curita. Le respondí que a ese tal Dios mi mamá lo está esperando hace rato para que la guarde; lo dice a cada rato. El sotana se dio güelta y dijo medio alto para que yo lo escuchara: con un hijo así, la santa mujer querrá que Dios la guarde en un baúl.&nbsp;<h3>Le hablo de cuando…&nbsp;&nbsp;&nbsp;</h3>--M. ¿El sotana, dijo? Usted me habla de cuando los sacerdotes usaban sotana negra como ropa de calle.&nbsp;-L. ¿Y qué le parece? Le hablo de cuando las braguetas de los pantalones se prendían con botones. Hoy le agarra a uno un apuro y de un saque baja el cierre, no le quiero ni contar lo que eran los apuros de entonces.--M. No, claro, no hacen falta detalles desagradables. Además uno ha vivido esa época, de cuando los ataúdes se cerraban con soldadura de estaño.-L. Yo vengo de cuando los cerraban con clavos a martillazo limpio. Por decir… de cuando el pescado se vendía caminando al sol de verano con un caballete al hombro. Hoy se han perdido muchas buenas costumbres. Uno entraba a un restaurán, pasaba al lado de una mesa con gente comiendo y por educación decía “provecho”, pero la muchachada de hoy pasa como si nada.--M. Lo bien que hacen.&nbsp;** -L. Tomábamos un jarrito de agua solo cuando teníamos mucha sed al volver de jugar a la pelota en el potrero, y aquí estamos, sanitos y coleando. Hoy nos mandan a tomar tres litros en invierno… ¡cosa e’ mandinga!--M. Es que estábamos muy influidos por el folclore, que nos decía “de tierra somos”. En este tiempo ya sabemos que “de agua somos”, el cuerpo es 60 a 70% de eso, y hay que reponerla constantemente.<h3>Que no volverán (tanto mejor)&nbsp;&nbsp;&nbsp;</h3>-L. No es que uno quiera volver, pero dígame si se vivía o no sin apuro. Al pan y la leche se los traían a domicilio en carretón y sin cobrarle el delivery, ¡no me va a decir que hemos progresado si hoy tenemos que salir a buscarlos!&nbsp;--M. Todo cambia, don Leoncio, hasta los presidentes cambian. Antes se gritaba ¡viva la libertad, carajo!, y desde esta semana es ¡viva la libertad, caramba!-L. El tren, ¡cosa e’ verlo pasar echando vapor como bicho entonau! Un día le pregunté al jefe de la estación -que era personal único- qué queman para hacer marchar la locomotora. El guanaco me contestó ‘carbón de piedra’, y se fue a tocar la campanita. Habrá creído que uno, por no haber pasado el primero superior, era tan bruto como para no saber que la piedra no agarra ‘juego’.--M. Esta piedra sí, don Leoncio. Capaz que si le decía que quemaban carbón mineral tampoco lo iba a entender; digo, no es por subestimarlo. Complicado para el jefe explicarle que se trata de una roca sedimentaria de origen orgánico que se utiliza como combustible fósil.&nbsp;Se forma a partir de restos vegetales acumulados y sometidos a presión y temperatura durante millones de años. Fue desplazado por el gasoil. Pero venga, arrímese y cantemos: Nostalgias&nbsp;de las&nbsp;cosas&nbsp;que&nbsp;han pasado, /&nbsp;Arena&nbsp;que la&nbsp;vida se llevó /&nbsp;Pesadumbre&nbsp;de&nbsp;barrios&nbsp;que&nbsp;han cambiado / Y&nbsp;amargura&nbsp;del&nbsp;sueño&nbsp;queee&nbsp;murióoo.

Arena que la vida se llevó

** Acabamos de superar en tres dígitos el medio siglo de periodismo confiable, de Paralelo 32, acontecimiento que me impulsó a recorrer remotas páginas del periódico, en un repaso útil de lo que hemos publicado –y vivido- a través del tiempo. Y de allí deducimos que la historia reciente de nuestro país, que de alguna forma condiciona nuestras historias personales, podría compararse con una obra musical. Admitimos que ha tenido momentos altamente dramáticos y los tiene, pero pensar nuestra historia como una extensa pieza musical la hace más placentera y ayuda a sobrellevarla, ya no como quien la padece sino como quien disfruta de algo aún en sus tramos dramáticos.** La música reconoce instancias como el Allegro molto, muy rápido (al palo), Allegro ma non troppo, no demasiado rápido, o Allegro assai, bastante al palo. Para la ópera de la historia argentina habría que incorporar otros movimientos, como:&nbsp;non correre, è peggio&nbsp; (no corras que es peor), tieni duro Catalina (agarrate Catalina), o el emocionante y abbassati Santiago, sta arrivando il filo spiato (agachate Santiago que viene el alambráu). Nuestros viejos alambrados siempre fueron spinatos (con púas).** Según los economistas, en&nbsp;los últimos 49 años han existido entre 9 y 10 colapsos económicos, más o menos uno cada 5 años, y hoy no sabemos bien si estamos saliendo de un colapso, si estamos en él, si vamos hacia él, o las tres cosas a la vez.&nbsp;Esto ubica a la Argentina en el contexto global como el país más propenso a sufrir crisis económicas. Y en cuanto a los responsables… unos quizás llegaron al poder -a lo largo del medio siglo- con convicciones honestas y otros con ambiciones perversas, pero a la larga ambos fracasaron estrepitosamente trayéndonos hasta este grotesco mapa de pobreza y miseria para la mitad de la población y la precipitada caída en la calidad de vida de la extensa clase media.&nbsp;<h3>¿En qué casillero cabemos?&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;</h3>** Para algunos analistas políticos internacionales, Argentina es inclasificable. Un perro verde. Tenemos todo y vivimos de prestado. Diez largas crisis. Salvo interregnos, este carro sobre el cual marchamos ha estado siempre en una carrera descontrolada, de tal suerte que cada vez que nos aproximamos a un alambre de púas atravesado en el camino, alguien grita ¡agáchense!, y los de menores reflejos salen lastimados una y otra vez.&nbsp;** En algún punto del tiempo creímos que era necesaria la teoría de los populistas, porque no nos fueron sinceros. Recién ahora se supo lo que predican en toda América. Se le atribuye al presidente colombiano Gustavo Petro, haber dicho:&nbsp;"a los pobres hay que mantenerlos pobres y con esperanza, porque en cuanto se convierten en clase media ya no te votan". Algo de eso hay, con dirigentes multi millonarios que hablan para conmover a los humildes, que les permitirán seguir en el trono.** Poco a poco, los recursos que debían ir a potenciar la explotación de los recursos minerales, energéticos y agropecuarios, se repartieron en aliviar la vida de los pobres, convertidos en tales y sostenidos como tales con fines electorales. Se les ofrece trabajo público, mientras que, con una población en crecimiento, el empleo privado está estancado desde hace 12 años porque las empresas privadas, tradicionales dadoras de empleo, ya no crecen. De yapa la tecnología va sustituyendo cada vez más mano de obra, mientras en el Estado hay dos por cada laburante. El Estado nacional ya se desprendió de 50.000 empleados, lo que representa una reducción del 10% del total de los estatales nacionales.<h3>Eructamos libertarismo &nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;</h3>** En Bajamarca —o sea, este país maravilloso— parece que se cortó el negocio de pasear marchas de pobres hacia el corazón de la CABA, para que lo filme Crónica. No es que ahora estén mucho mejor sino que fueron barridos los intermediarios que se les quedaban con una parte del modesto subsidio y además los obligaban a desfilar frente a la casa rosada, bien a tiro de los canales de TV, para que la imagen distribuida al país asuma que el Polo Obrero y Grabois representan al país entero. Pero seguimos siendo un país que mastica socialismo aunque ahora eructe libertarismo. &nbsp;** Contar esto no es militar bandera alguna. Es un punto de vista sobre la realidad que nos ha tocado vivir por décadas, y reflejar, como siempre lo hemos hecho en esta columna, algunas características sobresalientes de las últimas décadas, para que la posteridad juzgue si fueron buenas o malas. Y bien, la particularidad en este tiempo sigue siendo los subsidios, tan indispensables para pintarle una sonrisa en el rostro a la miseria crónica de un país que lo tiene todo menos multitudes con conciencia de superación personal. Hoy por hoy, para millones de argentinos la subsistencia subsidiada se ha convertido en un derecho irrenunciable, un ingreso de por vida, lejos de ser un estímulo para la superación personal.<h3>¿Por qué?, si, ¿Por qué?&nbsp;</h3>** Y como esto es Argentina, donde hay que vivir aclarando, añadimos una vez más que apoyamos decididamente los subsidios a personas que no se alimentan bien y no reciben educación, o es mala e insuficiente, a los que en muchos casos nadie querría darles trabajo. Pero los necesitados, los que deben ser ayudados, se mezclan y desdibujan con otros cientos de miles que han hecho del subsidio su medio de vida, y otros un pingue negocio que ahora se les acabó.** Después nos quejamos cuando desde afuera nos pegan con data dura. Por ejemplo, Vargas Llosa, que no fue santo de nuestra devoción pero algo leyó. Dijo más o menos así:“Argentina, un país que era democrático cuando tres cuartas partes de Europa no lo eran, un país que era uno de los más prósperos de la Tierra cuando América Latina era un continente de hambrientos, de atrasados. El primer país del mundo que acabó con el analfabetismo no fue Estados Unidos, no fue Francia, fue la Argentina con un sistema educativo que era un ejemplo para todo el mundo”, (gracias al gran Sarmiento, vapuleado precisamente por los ideólogos del sembremos el analfabetismo y enseñémosles a creer solo en nosotros).&nbsp;** “¿Por qué no son el primer país de la Tierra? ¿Por qué no tienen el mismo nivel de vida que Suecia, que Suiza? Porque los argentinos no han querido. Han querido en cambio ser pobres. Seguir a “caudillos” de pacotilla, “salvadores” de porquería, locos, desquiciados por su mismo odio a todo lo que sea diferente a su locura. Han querido vivir bajo dictaduras, han querido vivir dentro del mercantilismo más espantoso. Hay en esto una responsabilidad del pueblo argentino”, decía Vargas Llosa. Nos molesta toda crítica externa, sobre todo cuando es imposible de desmentir.

Mi país, un perro verde para el mundo

** Habiendo tanta crisis política, social y económica a nivel global, regional, intrafamiliar y personal, se me hace indispensable abundar en esa palabreja, dedicándole además un poco más de estudio para no caer en esa definición facilonga y de origen incierto que la traduce como ‘oportunidad’. Crisis significa oportunidad, proclaman los optimistas empachados por sobredosis de cursos de liderazgo y autosuperación. ¿Oportunidad de qué? ¿de pisar al caído? ¿de aguantar hasta que caiga y suplantarlo?** El caso es que probablemente crisis sea una de las palabras más usadas en el mundo entero después de dios, papá, mamá, amor, día, agua, trabajo y dinero (pesos, guita, money, tarasca, geld, argent, quián, o como se lo nombre). Algunas de aquellas palabras quizás ya han sido desplazadas por: internet, IA, móvil, celular, teléfono. Apuesto también que el arroz y la papa deben estar en ese tándem y no muy atrás, considerando que el arroz, el trigo, el maíz y la papa son -en ese orden- los cuatro alimentos más consumidos en el mundo.&nbsp;** Que el mundo fue y será una crisis constante ya no hay quien lo niegue, y Argentina no está ni en Venus ni en Marte. Estamos al borde de una guerra mundial, además de escaramuzas y petardeos vecinales en varios puntos del planeta. Sucede que se está produciendo una profunda transformación donde esas viejas formas de ver, creer y amar las cosas, está en ebullición dentro de la olla este cambio de Edad, a la que llamaremos Edad de la Mente Sintética. Edad como periodo en la historia humana, por supuesto. En nuestro país deberían avivarse urgentemente los partidos políticos y sindicatos, con sus dirigentes montados a crina limpia sobre el bagual, aferrados a la crin de la mordida y resistiendo los cambios. Pero la mayoría de los humanos también montaremos ese potro en breve, queriendo conservar lo inconservable (su autodeterminación).<h3>Un cambio de civilización&nbsp; &nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;</h3>** Lo dicho aquí, significa un cambio de civilización (suena fuerte ¿no?) como consecuencia del impacto de la Inteligencia Artificial (IA), que no solo reprograma&nbsp;software, también reprograma la cultura, el lenguaje, el deseo y las instituciones. Ya comenzó. La&nbsp;velocidad del cambio es exponencial y los humanos no evolucionamos al mismo ritmo. Por otra parte, mientras los humanos aún conservamos la capacidad de decisión, avanza una reconfiguración del poder global (una crisis aparte).&nbsp;Aunque nadie aún lo haya llamado cambio de Edad o de Civilización, tómelo como la opinión de alguien que hoy se levantó hiper realista y le dieron teclado. Dentro de un tiempo, más breve que extenso, lo dirán los que saben y tienen autoridad para hacerlo e incluso ponerle un nombre apropiado. &nbsp;** Hemos chateado sobre estos asuntos con la propia IA, que siempre ofrece variados escenarios como respuesta, donde en el más optimista opina que todo depende de cómo la usemos (a ella), quién la controle y para qué fines. Dice que puede ayudarnos a tomar mejores decisiones, curar enfermedades, preservar el planeta, pero que también puede ser usada (por los humanos capaces de controlarla) para suplantar trabajos, manipular poblaciones, vigilar ciudadanos, e incluso decidir quién vive y quién no, en situaciones límite. Por eso la pregunta no es “¿será buena o mala?”, sino: ¿será gobernada por humanos… o los humanos serán gobernados por ella?<h3>Ojalá amanezca soleado &nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;</h3>** Desde hace un par de décadas o más, estamos en la Era (son periodos cortos) de la Posverdad, que algunos simplifican definiendo que es una inversión de la lógica; inversión absurda, sí, pero imparable, por eso nos cuesta un poco comprender a la Argentina y al mundo. Estamos en crisis. Dentro del país estamos viendo los estertores de una política que parecía lógica y pierde sustento porque hoy crece el pensamiento contrario a la lógica tradicional, y con el pensamiento, las actitudes. Ejemplo: Hasta hace un tiempo si eras joven y no eras revolucionario no tenías corazón, en cambio hoy son revolucionarios algunos viejos y los jóvenes son libertarios. Se invirtió la lógica.** Van presos los que según la lógica jamás irían. Los partidos políticos se fragmentan como sandía que cae del carro, cambian de nombre, hacen alianzas de supervivencia. En el nuevo mundo en ciernes ¿será útil la democracia, o el poder global necesitará un solo interlocutor/dictador por país?Es como que algo amanece ¿no?, pero hay amaneceres soleados y tormentosos. El peligro que vemos es que la gente busca a un mesías cuando va a las urnas, persiguiendo la utopía de que un humano en soledad podrá salvarlos. Todo eso acaba o cambiará de forma, porque la inteligencia artificial (IA) es muy disruptiva.&nbsp;<h3>Así en la tierra como en el cielo&nbsp;</h3>** Los cambios de Edad generan crisis profundas, con el agravante de que ninguna de las cinco anteriores (Prehistoria, Edad Antigua, Media, Moderna y Contemporánea) pasaron de una a otra de hoy para mañana. Pero los tiempos se aceleraron. Puede que las crisis sean oportunidades o aprendizajes caros, pero regresemos al análisis etimológico de esa palabreja, apoyándonos en el filósofo español Ramón Alcoberro, quien nos instruye que “crisis” deriva del verbo griego «krino» (¡te lo dije!), que significa “separar” y es una palabra que tuvo un origen agrario, vinculada a la recogida del trigo. Refiere, en su origen, a separar la paja del trigo. En el ámbito médico es el momento decisivo de una enfermedad. El internado sigue comiendo galletitas Lola con la merienda o no quiere más Lola. En una crisis profundísima como la que puede producir un cambio de civilización, podremos flotar, hundirnos o negociar con la IA, para lo que estamos en profunda desventaja.&nbsp;** A nivel universal, estamos en los albores de un cambio que se vaticina como que en uno o dos años más estaremos muy robotizados y en veinte años más la tierra será de robots inteligentes y de los híbridos humano-robot, rodeados por miríadas de desclasados. Puede que ellos sean mejores que nosotros, o probablemente también se disputarán el poder dividiéndose en buenos y malos, porque ese parece ser el destino del universo y lo seguirá siendo, así moren robots o carnales emocionales.** Seamos optimistas y pensemos en la idea de una relación simbiótica entre humanos e inteligencias artificiales, donde ambos se influyen y evolucionan juntos. Dijo Elon Musk: “Lo que se está construyendo es &nbsp;“otra mente”, con la que coexistiremos o competiremos”. ¿Y cómo se compite con mentes sintéticas que piensan un millón de veces más rápido que el cerebro biológico, no comen, no duermen, no descansan, no se enferman y no temen a la muerte? Es nuestro desafío en la sexta era.

Mangrullo