Qué sentimos detrás de una máscara
Victoria.- Antes de que comience el carnaval la gente ya está pensando de qué se va a disfrazar. Algunos se la rebuscan con lo primero que encuentran, pero los más detallistas confeccionan trajes elaborados. No son pocas las personas que encuentran en el corso un ámbito de diversión donde se sienten liberados y hacen cosas que, si no estuvieran disfrazados, jamás se animarían a hacer. Entonces las máscaras juegan un papel paradójico, pues si bien ocultan el rostro, en realidad muestran la verdadera cara de las personas. Sin embargo, tampoco hay que dejar de lado la parte de juego que representa buscar un traje y encarnar un personaje.
Todo lo anterior lo sabe muy bien Martín Almada, de la expresión Noche de Reinas. Martín tiene una personalidad extrovertida y se ha disfrazado desde que tiene recuerdo. Nunca se olvidó de algo que la mayoría de los adultos omiten: jugar. Sólo que a lo largo del tiempo ha ido haciendo más complejos sus juegos.
—¿Cuándo comenzaste a disfrazarte y por qué lo seguís haciendo?
_La primera vez fue en el corso infantil y después no recuerdo haber parado. Me encanta el carnaval y disfrazarme. Recuerdo que yo vivía en el barrio San Martín y jugábamos a formar parte de una comparsa. Justo atrás teníamos un árbol de jacarandá, cuya hoja es similar a la pluma de ñandú. Entonces hacíamos espaldares con las hojas, nos trepábamos para buscarlas. Desde que me acuerdo jugaba a hacer disfraces o participar del carnaval. Prefiero armar un personaje y no disfrazarme de tal personaje. Me he pelado para un disfraz, he pasado calor. Un año tuve que aprender a andar en kangoo (zapatos saltarines); otro, en zancos. Ahora hace un año que estoy estudiando danza hindú y preparándome para el personaje de esta edición. Me encantan primero crear la identidad del personaje, lo último es el disfraz.
Los trajes de Martín tienen muchos detalles y la composición de sus personajes no son menores. Incluso, cuenta que antes de salir a escena necesita estar media hora solo para concentrarse y meterse en el rol. Vale aclarar que estudió teatro y utiliza los recursos que ha aprendido.
—¿Qué sentís cuando estás disfrazado?
_Es meterse en otro mundo, volar de otra manera. Creo que fui una de las primeras personas que en el carnaval no salió bailando, sino haciendo un personaje. Después de ahí no podía volver y bailar, tenía que seguir mostrando algo diferente. Para mí este año es un desafío porque el hecho de que estén pendientes de qué cosa nueva voy a hacer. Al personaje que voy a realizar lo pensé desde el año pasado y para el año que viene ya tengo pensado el próximo.
—¿Qué significa el carnaval para vos?
_Me muero un verano sin carnaval. Pero para mí más que un carnaval es un corso, porque es una construcción que hacemos entre todos. Hay gente que no ve nunca el carnaval porque va a Terror do Corso, hay gente que va esperando a una comparsa especial y hay gente que va temprano y se queda hasta el final. Cuando fue pensado para que sea un show, no sirvió. La gente no está quieta en la tribuna mirando, es como un boliche andante. Cada uno lo disfruta a su forma y lo viven de diferente manera.
Martín es el mayor de cuatro hermanos y desde niño ha disfrutado junto a ellos del carnaval. Actualmente su objetivo no es sólo la diversión propia, sino que el público también disfrute de su composición. “Siempre me gusta ir a la gente, sin invadir. Cuando llevaba zancos me encantaba porque podía ver a todo el público. El año pasado llevaba un láser y también jugaba con ellos”, cuenta.
Entre las anécdotas más extrañas que le tocó vivir, narra que una vez, mientras él andaba en zancos por el personaje que representaba, le dieron un bebé para que lo tome en brazos y se saque una foto. A pesar de que hoy en día lo recuerda como un chiste loco, en su momento lo vivió con algo de temor.
La temática de Noche de Reinas para este año será El árbol de los deseos. El tópico cuenta la historia de un hombre que encuentra un árbol mágico donde los pensamientos de aquel que se sentara debajo se hacían realidad. El hombre primero pensó en un banquete y apareció una comida abundante. Luego, pensó en las mejores mujeres de India y aparecieron. Después pensó en riqueza y surgieron oro, plata y joyas. Y, finalmente, al poseer todo lo anterior le dio miedo, al pensar en el miedo apareció un ladrón. “Hay que tener cuidado con lo que pensás”, reflexiona Martín.
Por último, Martín opina: “Para mí en realidad nos disfrazamos durante el año y somos quienes somos en el verano. En el carnaval uno es quien es, y durante el año se disfraza serio. Los chicos cuando juegan liberan sus miedos”. Además, agrega: “Uno de grande se olvida de jugar. Yo en mis trabajos siempre insisto en el juego. Por eso le recomiendo que cuando vayan al carnaval jueguen”.