Otras caras, mismos números
El Presidente de la Nación ha tomado la decisión de renovar los billetes de los pesos argentinos que emite el Banco Central de la República Argentina. Al parecer –aunque no he podido acceder a los fundamentos técnicos- los animales (los que aparecen en los billetes) serían responsables del aumento de precios, por lo que se hace necesario que los próceres regresen a sus lugares para salvar las papas, como se dice habitualmente. Además, -aclaró- que para reforzar la acción habrá muchas más presencia femenina. En mi opinión, me parece buena la idea del regreso de los próceres, porque es una manera de recordar de que hubo gente que se jugó la vida para que esta nación fuera libre y soberana. Pero en el título dije que cambiaban las caras (de los próceres en lugar de los animales) pero no los números y me refiero con ello que es sólo un cambio de fachada pero que no viene a solucionar un problema que cada vez es más importante: el billete de mayor denominación tiene un valor extremadamente bajo. De hecho, desde el gobierno hicieron énfasis en que el billete de mayor denominación va a seguir siendo el de $ 1.000 y eso no se va a modificar.
¿Y cuál es el problema de que el valor sea bajo? Muchísimos, principalmente a nivel comercial y bancario. Por ejemplo, en el caso de los cajeros automáticos se hace necesario que los mismos se tengan que recargar más seguido. En fines de semana largos los cajeros se vacían más rápidamente además de generar enormes colas, dado que la cantidad de billetes a expedir es mucho mayor. En el tema comercial lo mismo. Aquellos comercios que manejan mucho efectivo tienen que concurrir varias veces a los cajeros y en muchos de ellos la cantidad de billetes que pueden ingresarse son limitados. Es decir que hay que hacer innumerables operaciones de depósitos en los cajeros para sumar una cifra ínfima. Por cierto, los billetes más abundantes son los de 100 pesos. Quienes tienen que hacer extracciones de montos que superan lo que se puede extraer por cajeros automáticos deben hacerlo por caja y luego terminan recibiendo gran cantidad de billetes de $ 100, generando un gran volumen físico, pero de poco valor real.
El colmo
Relacionado con lo anterior, un banco de primera línea nacional les comunicó a sus clientes que a partir de mediados de julio próximo los depósitos que hagan las empresas van a tener que pagar una comisión del 5% si el monto que se deposita es de baja denominación (billetes chicos) y supera el 15% depositado. Una locura, pero que termina siendo entendible, dado que tener que contar todos esos billetes al banco le cuesta dinero porque debe disponer de empleados solo para eso.
Billetes de baja denominación, más consumo
Existe una creencia –y entiendo que eso les ocurre a las autoridades monetarias- que cuando existen muchos billetes de bajo valor la gente tiende a gastarlos acelerando el consumo. Eso puede tener algo de cierto porque nadie quiere guardar dinero que pierde su valor, pero también es cierto que eso acelera la circulación del dinero y cae la demanda de este (nadie quiere tener pesos) incrementando el proceso inflacionario. En fin, es el dilema de “la manta corta”.