Organicemos mundiales a nuestra medida
** No es solo en el Fútbol. El resto del mundo nos ha ganado hasta en el Campeonato Mundial del Asado, que para colmo coronó a los ingleses, lo que es igual a perder con ellos un campeonato de cebadores de mate. Es como perder al truco con el Papa, que no puede mentir. Digo ¿no?, si afuera organizan campeonatos para humillarnos, la solución será organizar unos cuantos mundiales de algo en lo que nos sepamos imbatibles, por ejemplo un campeonato mundial de Memes.
** Mundiales de la queja, de la evasión de impuestos, de discutir sin argumentos… en fin, algo en lo que seamos indiscutiblemente buenos, porque no basta con ser los organizadores y jugar como locales, el año pasado organizamos en Santa Cruz un Mundial de Billar y lo ganó Frederic Caudron, apellido que podría ser de cualquier compatriota de Tucumán o La Pampa, pero este es nacido, criado y residente en Bélgica.
** Casi en los comienzos de Paralelo 32, hace de esto apenas una fracción de segundos aunque lo imaginemos tan lejos, se me ocurrió ocupar un espacio de la portada, para difundir frases estimulantes o constructivas. Fue así como durante bastante tiempo se pudo leer un par de versos de un poema anónimo: “Si no puedes ser un pino en la cima de una colina, sé maleza en el valle, pero sé la mejor maleza”. Y bueno, muchachos, probemos por ese lado.
Ser yuyos de pradera
** Aquella enseñanza no necesita traducción y fue pensada para influir en nuestra vida personal, aunque puede proyectarse también al campo empresarial, intelectual, político, deportivo si quisiéramos aplicarlo a actividades colegiadas o colectivas. Sería algo así como “Si no podes ser campeón mundial de fútbol, dedícate a las bochas, pero sé el mejor bochófilo de tu club”.
** Sin embargo aquella invitación a ocupar cada uno su lugar, conspira contra nuestra vocación de ser campeones mundiales o nada. A los argentinos nos parece despreciable que un equipo que viste la camiseta celeste y blanca salga segundo. A estos no les llamamos subcampeón sino ‘segundón’.
Es complicado ser argentino y salir segundo o decimosexto entre los mejores del mundo. Para sacarnos esas ínfulas, el resto del mundo ya hizo todo lo que podía hacer por nosotros, sometiéndonos una y otra vez a derrotas para hacernos el bien de ser más humildes, sin resultado alguno.
Un campeonato con humos
** Podríamos ganar cómodamente, por ejemplo, en un original Campeonato Mundial de la justificación en Derrota. No sé si lo ganaríamos pero seríamos los favoritos desde el vamos.
Pero expliquemos lo del asado. La última vez que un equipo argentino fue a sacar chapa de campeón a un campeonato mundial fue en 2015, en Gotemburgo, Suecia, donde se coronó un equipo inglés y el nuestro clasificó último, en el lugar 56, solo por no descalificarlo. En el de Marruecos, de 2013, también quedaron lejos del podio.
** Originarios del país donde se construye primero la churrasquera y luego el resto de la casa, el equipo argentino fue ‘como sobrando a los gringos’ y allá lo hicieron ‘vuelta y vuelta’. Salió último. Ni segundo, ni tercero. ¡Ultimo! No porque no supieran hacer un buen asado sino por otra característica típicamente nacional: la falta de apego a las reglas.
** Por ser típicamente argentinos, en esos asados fuimos a poner nuestro humo. Por creer que la humanidad entera muere por comer todo aquello que es bueno o delicioso para nosotros. Pero hay otro punto; quien desea participar de un concurso de lo que sea, la regla número uno es pedir las bases del mismo; el reglamento. Si el campeonato es de dulce de leche con cáscara de naranjas y uno es especialista en hacerlo con vainilla, no se anota y se acabó.
Somos mundiales
** Bueno, nuestro equipo de asadores, comandado por Marcela Garavano (que integraba también una vegana ¿?) fue igual, se dispuso a hacer el fuego en el piso y El Mundial del Asado obliga a los competidores a asar en chulengos (parrilla estilo tambor), asar durante diez horas y aderezar la carne con salsa barbacoa. Un asco, podemos estar de acuerdo en eso, pero estaba bien claro en el reglamento. El equipo se llamó “Fuegos de Oktubre”, como si la “k” fuese más criolla que la “c”.
** Los gringos les explicaron que no les importa saber cómo se hace el asado en la Argentina, que para eso está Google, sino que la idea es jugar a quién usa mejor el chulengo y la salsa barbacoa. De eso se trataba. Nuestros compatriotas, henchidos de argentinidad, regresaron y esgrimieron sus mejores argumentos, alardeando sobre el ‘orgullo’ de haber salido últimos. De eso tenemos que hacer un mundial; de argumentaciones en la derrota. O quizás de la Ciclotimia, porque un segundo puesto puede ser un fracaso y un 56avo lugar un motivo de orgullo nacional.
Vayamos por los Memes
** Tal como lo delata el texto precedente, hoy no estoy con mi argentinidad al palo. Si así fuera, ya estaría diciendo que después de todo Francia y Croacia perdió con nosotros el año pasado, para que no se anden agrandando. Fue en un Campeonato Mundial de Tiro que tuvo lugar en Mónaco.
** Perdimos en el fútbol y el asado, en truco y bochas podríamos tener chances pero no hay campeonatos internacionales. Insisto, donde podríamos resultar imbatibles es el de los Memes. Solo minutos después de sucedido un hecho o acontecimiento bombardeamos las redes con Memes muy creativos y divertidos, siempre destinados a “gastar” a otros. No es malo ni bueno, es divertido, es solo la exteriorización de nuestra verdadera naturaleza alegre y creativa. Probemos con eso, que para “cachar” y estigmatizar a otros somos buenos.
Nos dejaron patos
** Pensemos en algo nuevo porque con lo típico no nos ha ido bien. El deporte típico argentino es el Pato, que ya era el más popular en tiempos de la colonia y fue declarado Deporte Nacional por el presidente Perón, en 1953. Con el tiempo perdió más popularidad que Silvio Soldán pero, como sea, lo inventamos nosotros, es más criollo que Gardel y conocemos todos sus trucos.
** Los europeos copiaron el juego del Pato después de la IIª Guerra, le cambiaron las reglas y lo llamaron Horseball, ¿¡podés creer!? Al último Mundial lo organizó Portugal en 2016 y allá fuimos con nuestra Selección con el pecho henchido de patriotismo; ¿quién crees que nos ganó?…. Francia de nuevo… Clasificamos octavos. Digo de nuevo no por el de fútbol sino porque los franchutes ya nos habían pelado en el Pato en 2008 y 2012. Como si no les alcanzara, insisten con que Gardel nació en Toulouse y es uno de ellos.
** Un aplauso para el asador (a pesar de todo).