¿Nueva ley de alquileres?
En muchas oportunidades, en esta misma columna, me he referido a la problemática de los alquileres en la Argentina. No podemos negar que el déficit habitacional es una desgracia que viene afectando durante años a muchos ciudadanos que no pueden adquirir una vivienda y por lo tanto deben alquilar para tener un lugar donde vivir. Generalmente el monto del alquiler hace que una gran parte del sueldo que se percibe deba ser destinado para pagar ese importe, dejando en los bolsillos muy poco dinero para el resto de los bienes necesarios para sobrevivir. Observando esta situación, los legisladores decidieron que la solución a este inconveniente era una ley, y con ello surgió la actual ley de alquileres.
Traigo a colación este tema porque ahora se ha vuelto a debatir la problemática, dado que esa última ley ha sido tan dañina que los alquileres han subido mucho más que la inflación desde ese momento. Esa situación fue advertida en esta misma columna, porque no hay que ser un genio para darse cuenta de que se pretendía solucionar un problema de mercado con un cambio de legislación. Es decir, si usted va a una librería a comprar manzanas seguramente no conseguirá lo que busca.
El mercado
Decimos que hay mercado cuando alguien que demanda algo (en este caso una vivienda donde vivir) se encuentra con alguien que ofrece algo (en este caso ceder un inmueble temporalmente a cambio de una renta). Es decir alguien demanda algo y otro lo ofrece a cambio de un precio. Ese precio va a estar determinado por el equilibrio (o desequilibrio) que haya entre oferta y demanda. Si la Argentina tiene un problema porque sus ciudadanos demandan más propiedades que las que hay en oferta, entonces la solución debe pasar o bien por aumentar la oferta o bien disminuir la demanda, de manera que el equilibrio que determina el precio se mantenga.
El rol del Estado
¿El estado podría llegar a hacer algo para modificar esos desajustes mencionados en el párrafo anterior? Desde ya que sí. Por ejemplo bajando la inflación, generando condiciones para que existan créditos hipotecarios accesibles, o bien, por ejemplo, podría aumentar la oferta mejorando las condiciones macroeconómicas, bajando impuestos a los inmuebles de alquiler y otorgando créditos para que se construyan más inmuebles de los que existen.
La actual ley que ahora se quiere “modificar” introdujo regulaciones perjudiciales que solo disminuyeron la oferta. Es decir, exactamente lo contrario de lo que se debe hacer. ¿Sorprende entonces que los alquileres se hayan incrementado más que la inflación? Para nada, era la lógica de lo que debía ocurrir.
¿Que se debería hacer ahora?
En mi humilde criterio, lo que corresponde es derogar una ley que fracasó rotundamente y que causó un gran daño en el mercado inmobiliario completo. Lamentablemente, al menos por las manifestaciones que se escuchan de los legisladores tanto del oficialismo como de la oposición (piensan bastante parecido) es que la ley no debe ser derogada, sino que debe existir otra “ley mejor”. Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Al menos en este caso, parece que eso es lo que ocurrirá.