No todas las víboras son un riesgo para el hombre
Victoria.- En estas últimas semanas se ha dado una matanza de culebras que involucró a la zona de chacras y otros espacios cercanos a los boulevares donde abunda la vegetación o están próximos a lugares inundables. Existe un miedo cultural hacia las serpientes, que terminan por cobrar cuentas a estas indefensas especies que regulan el ecosistema, controlando, por ejemplo, la población de roedores.
Según comenta el médico veterinario Pablo Schubert (M.P.1230) a Paralelo 32: “Se mata por ignorancia, no se reconoce lo que es peligroso de aquello que no lo es. Es más, la mayoría de las serpientes que encontramos acá no lo son, todo lo contrario. Al matarlas se afecta en gran medida lo que es el ecosistema. Y esto impacta en el control biológico de una variedad importante de especies, hace que desaparezcan otras, o lleva a la proliferación de las que a priori aparecen como menos riesgosas”.
Control de roedores
“Uno de los principales alimentos de las serpientes son los roedores y éstos son causantes de un sinnúmero de enfermedades, más en esta zona donde todos los años tenemos casos de leptospirosis y hantavirus. Insisto, las que generan el control son las serpientes”, continuó Schubert.
Añadió que “Los accidentes por serpientes son muy pocos, y de éstos, hace tiempo que no se registran muertes por esta causa en la ciudad. Asimismo, en el país hace años que no se registran muertes, sí bien se contabilizan casos. En cambio, decesos por leptospirosis y hantavirus en Victoria hay de forma recurrente”.
El entrevistado reconoce que esta cuestión cultural —quizás emparentada con la Manzana, Adán y el pecado original— influyera de tal modo que “se le teme a las serpientes y sumado a la falta de información, hace que muchos terminen por matarlas, no solamente a las peligrosas, sino que ante este comportamiento terminan pereciendo las inofensivas”.
Habría un tipo de culebra que es ‘similar’ a la Yarará, y que ese aspecto también ocasiona que al no distinguir si es o no venenosa, un gran número opte por asesinarlas.
_ Y bien, ¿cómo entonces distinguir o qué hacer cuando nos topamos con ellas?
— “Hay una culebra llamada también falsa yarará (Xenodon merremi), que se caracteriza por ser ñata, y cuyos colores llamativos llevan a prejuzgarla como tal. Pero el dibujo de la verdadera es tan particular, porque sus herraduras con las puntas hacia abajo se pueden notar a simple vista en los laterales. Algunos también asemejan ese dibujo a tubos de teléfono viejo —de aquellos en los que se debía discar”.
Schubert nombra a esta como Yarará grande, también conocida por nuestros abuelos como Víbora de la Cruz, crucera, “Son todos sinónimos de la misma serpiente, cuyo nombre científico es Bothrops alternatus”. Pero más allá de si es yarará o no, el veterinario dice: “Se mata todo tipo de serpientes. Desde las verdes o marrones enteras, que son culebras totalmente inofensivas”.
Suero antiofídico
El profesional comenta además que, por tener un manejo privado, la medicina veterinaria es muy distinta a la humana ya que ellos deben comprar los sueros antiofídicos. “En salud pública es diferente: en el Instituto Malbrán, donde funciona la ANLIS (Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud) hace todos los sueros antiofídicos, como contra picaduras de alacranes o arañas ponzoñosas. Este lugar ubicado en Buenos Aires recibe muestras que envían todas las ciudades a sus provincias, y de allí se lleva un conteo epidemiológico para enviar dosis según los casos”.
Por ello es fundamental que cada ciudad denuncie los accidentes ofídicos. “Si bien no siempre que ocurra se necesita suero; pero de ser necesario, se administran dos o más dosis. Te pueden llegar a poner diez o doce, dependiendo la gravedad del cuadro”.
Schubert dijo que hubo un año donde se hizo complicado conseguir estos sueros, pero siempre hablando desde lo privado. También advierte que hubo otros momentos donde llegaron dosis suficientes pero no fueron necesarias, no se retiraron y terminaron por vencerse ya que se trata de un producto biológico.
— En este contexto, hay personas que llevan dosis en sus vehículos cuando parten hacia zonas donde pueden cruzarse con estos reptiles. ¿Está bien llevarlos? ¿Cualquiera puede inyectarse este suero? ¿Hay riesgos para la salud?
— “Nosotros siempre tenemos en stock, vivimos en un área rodeada de campo y además tenemos el humedal, que por las actividades vinculadas directamente con el río, ya sea recreativa o de producción, siempre hay exposición. Pero portarlo sin conocimientos médicos profesionales es tanto o más riesgoso que la misma mordedura de la serpiente”.
El veterinario menciona distintos motivos de riesgo: “El primero es que por tratarse de un producto biológico, al cambiar la temperatura se destruye, por ende se desaconseja trasladarlo en la guantera u otro compartimento que no mantenga las condiciones adecuadas. Otro y más peligroso, son las reacciones adversas, como alergias, dado que son proteínas que se extraen de otras especies —como las que se hacen a partir de caballos— y que pueden llegar a provocar un shock anafiláctico”.
Además, como se aplica por vía endovenosa, no cualquiera se la puede aplicar, “La recomendación en todos los casos es la aplicación por un profesional de la salud, y en un centro de salud. Por todo esto que comento, nadie y por ningún motivo debería llevar un suero antiofídico encima”.
Derribar mitos
— No son pocos los relatos que hemos escuchado de gente ‘corajuda’ o ‘baqueana’ que ante una mordedura de serpiente y la no identificación precisa de la especie, tomó la determinación de amputarse un dedo del pie, o de la mano; otras se hicieron un corte y succionaron la herida para ‘sacarse’ el veneno; y nos queda el torniquete, que gana minutos en las películas casi sin distinguir género.
— “Lo fundamental ante una picadura es mantener la calma, cualquier alteración del pulso hace que el veneno circule con mayor velocidad. En el 70 por ciento de las ocasiones ocurren en los miembros inferiores, debajo de la rodilla. Lo ideal es mantener la zona afectada con cierta elevación hasta recibir la atención médica correspondiente”.
Schubert remarcó que está totalmente contraindicado aplicar torniquetes, “Hacer cortes, succionar en la herida, y son más de película que otra cosa. No solamente que no sirven para nada sino que son contraproducentes”.
Tanto porque evitan la circulación y generan necrosis por estancarse el veneno, los torniquetes son el peor aliado ante una picadura de serpiente. “Sí hay que sacarse botas, anillos, relojes u otro elemento que pueda estrangular la zona por inflamación”.
Nuestro entrevistado menciona que el 95 por ciento de las picaduras venenosas en Argentina y en esta zona son provocadas por la Yarará, y lo ideal es aplicar el suero dentro de las 5 (cinco horas) posteriores, pero no siempre estos reptiles de sangre fría inoculan todo el veneno ya que pueden controlarlo, “para la serpiente no hay ningún beneficio en esta acción, ya que el ser humano no está dentro de su cadena alimenticia, y reponer esos fluidos —que utiliza para ayudar a la digestión— le lleva mucho tiempo”.
Pero de ocurrir, dependerá de dónde fue la picadura, y la cantidad de veneno inyectado.
Un último mito es que las serpientes no pican en el agua, y no es cierto. El mismo Schubert dice que en una ocasión movió una que se acercaba a su kayak, y atacó el remo, “Si hubiera sido mi mano, otra sería la historia”. Iniciamos esta charla hablando de no matar culebras, y terminamos abordando un escenario tan complejo como interesante, que ahora por el aumento de las temperaturas tiene a estos reptiles como protagonistas. Sin embargo, la mejor recomendación que nos da el profesional es que ante la presencia y visibilización de una víbora, lo mejor es alejarse.