No ‘cuelgues’ el guardapolvo
Por Oscar ‘Cachi’ Vergara (para Paralelo 32).- Calzándome el traje de abuelo, por primera vez fui en busca de mi nieto. Pronto a salir de la escuela donde cursa el segundo grado de la primaria me sorprendió tristemente ver a decenas de niños, entre ellos él, que no llevaban puesto el tradicional guardapolvo blanco.
Quizás me invadió la nostalgia como maestro jubilado que supo transitar las escuelas en compañía permanente de cientos de alumnos que lucían, sin mayor inconveniente, ese atuendo blanco tan característico de la primaria.
Ese recuerdo no se limita al aula sino también a recreos en los que esquivaba ese correteo desenfrenado; o las salidas que se propiciaban para los actos escolares, aquellos estudiantes siempre llevaron ese guardapolvo. En algunas ocasiones luciendo casi pulcro ese blanco, y en otras surcado por estelas de colores o el paso de los dedos cargados de tierra y sudor que había producido ese tiempo de ‘capacha’, policía – ladrón y/o saltos a la cuerda.
Soy consciente de que los tiempos han cambiado, no pretendo que los maestros, los padres y los niños de hoy se asemejen a esa experiencia en mi etapa de niño hace más de 50 años o la posterior como docente, pero tampoco reniego de ese pasado pues es el que me tocó vivir.
Todo esto es para mencionar que la vestimenta refleja la moda de turno, y en las escuelas se puede observar tanto en los alumnos como en maestros/as los nuevos estilos y confecciones de indumentaria escolar.
Son pocos los maestros y maestras que van con el guardapolvo de estilo tradicional, de mangas larga abrochadas a la muñeca, con los dos bolsillos en la parte inferior adaptados para cargar con los elementos útiles del docente a la hora de corregir cuadernos, o de revisión de tareas.
Los alumnos son reflejo de sus maestros/as y quizás pronto llegará el momento en que esos alumnos concurrirán a las escuelas vestidos con ‘delantales’ modernos, de estilo chaqueta o aquellas similares a las pecheras, fácil de ser atadas a ambos lados como se ve hoy en los educadores.
Por eso quiero expresar mi sentimiento, quizás a nadie le importe, sólo quiero reivindicar a ese guardapolvo blanco de la igualdad, de la inclusión, de la identidad y simbología de la educación pública y gratuita, única en el mundo, y que está aquí en nuestro país.
Estoy convencido que se debe repensar una nueva educación, con mejores condiciones de salubridad escolar y salarial. Más allá de todo esto, hay algo que no se debe reemplazar ni cambiar, que es único e irreemplazable: el guardapolvo blanco. Para que no quede colgado en un rincón del pasado y perdure por generaciones en cada alumno, como un ropaje que abrigue esa etapa en su corazón.