Sociedad
Necesitamos ya un compadecedor público
** Alguna vez propusimos en esta columna –e insistimos- que los municipios y las oficinas barriales del Estado incorporen la figura del Compadecedor Público, para atender los colapsos emocionales que nos provocan las tropelías por las que nadie da explicaciones ni pide disculpas. Es simple. La tarea del Compadecedor Público, o Compadecedora porque hay ley de cupos que observar, consistiría en fingir que nos escucha, se compadece y se indigna por lo que nos pasa, en cualquier momento y circunstancia.
** Es indispensable la creación del cargo. Que sea alguien que no nos pueda dejar hablando solos mientras dice pase el que sigue mirando por encima de nuestro hombro. Cuando vamos al médico y se cortó la obra social; cuando vamos a reclamar porque la tele se corta justo en el desenlace de la pelí o cuando Messi va a patear el tiro libre. Cuando a la señora le toca vagar desde el Pago Fácil al Rapi y de allí al Servicios y de ahí al GarpeYa, separados a quince cuadras entre uno y otro y ella en chinelas. A uno se le cayó el sistema, el otro no cobra con tarjeta, al otro se le terminó el cupo, el otro dice que él no cobra ese tipo de facturas (aunque en la factura diga que sí). A mitad de trámite se larga el chaparrón del siglo y no llevó paraguas, encima cuando fue a comprar el segundo foco para la cocina que ayer lo pagó diez, le dijeron que hoy vale veinte y si no le gusta déjelo que me hace un favor porque pasado lo vendo a treinta…
** Quizás ya venía de un mal día anterior, cuando fue al Pami y le dijeron que vuelva dentro de una semana a retirar un número con la fecha en que podrá atreverse a pedir el turno para acceder a la profesional que le hará el pedido de la prótesis de rodilla que, una vez obtenida, la habilitará para solicitar un turno para que otro médico la autorice a sacar un turno en el quirófano, y cumplido el fatigoso trámite, se entera que le toca cirugía dentro de catorce meses.