Nadie se estresa por aburrimiento
** “No te lo tomes a la chacota, que esto es serio”, es una frase que supimos escuchar de nuestros padres y quizás la hemos repetido con nuestros hijos. Entonces ¿qué hace un argentino queriendo comentar con liviandad y hasta en broma, las situaciones más duras de su país? Supongo que debería cambiar de oficio.
Sucede que en este espacio siempre tratamos de hacer una lectura de los hechos y mezclarlo con algún jarabe espirituoso, relajante, capaz de bajarles el estrés a quienes sufren los embates de esa pinche realidad, que en las crisis la sufrimos todos los argentinos salvo contadas excepciones.
** ¿Pero cómo se baja un estrés de crisis prolongada? En este presente tan caliente, el argentino con responsabilidades (familiares, empresariales, y todas las que tengan que ver con la guita), para poder dormir necesita un anestesista y para quitarse el estrés que le genera la falta de guita necesita tener mucha. No hay otra.
** Cuando el estrés revienta por algún lado –generalmente por varios- el estresado se va al consultorio médico, donde alguien con un bronceado de enero en la piel que contrasta maravillosamente con el ambo blanco, le dirá que se deje de tomar remedios y se vaya por un tiempo lejos de los problemas; Bahamas, por ejemplo… sol, arena, tragos, tiempo muerto, guava duff, nassau royal, agua de coco, guayaba y ron… ¡Hágame caso y se le pasará todo!
** En ese punto de la consulta al paciente le da como una conmoción, empieza a segregar espuma por las comisuras de los labios, se retuerce, quiere masticarse el tensiómetro, arrancarse un ojo… el galeno llama a enfermería, viene alguien de allí con una jeringa en ristre entre el índice y el medio, con pulgar listo sobre el pistón, inyecta al arrebatado con un sedante para equinos y queda internado con diagnóstico: ‘se sacó por estrés laboral’. Al día siguiente se enteran que hasta la obra social le ha suspendido el servicio por falta de pago, le cambian el diagnóstico por ‘caso irremediable’ y lo mandan a laburar.
En el Tibet no aceptan cheques
** Menos mal que están los amigos que te quieren ver bien. Nunca te van a prestar un mango pero siempre listos para dar consejos. Cuando el estrés ve a alguien riendo a carcajadas huye como si le quisieran cobrar la factura de la luz; es verdad. Entonces repiten como un eco de buena voluntad que tenés que reírte mucho… reír 20 segundos equivale a remar durante dos horas en un bote… acá te mando tres re buenos que me pasaron esta semana por Whatsapp, ¿cómo no te vas a reir?. Y si no, ¿sabes qué?, te vas todas las tardes a la costa del río, alquilás una canoa y te cruzás a una isla a echarte una siesta.
Está bueno, el problema es que el tipo, o la tipa, tiene tres laburos porque no le alcanza. ¿O crees que se estresó por aburrimiento? Y después de todo, allá te estresan los mosquitos.
** Hoy por hoy, quien se propusiera evitar el exceso de estrés (porque una cuota moderada es indispensable para tener ganas de vivir, trabajar y crear), no tiene muchas opciones. Una es convertirse en monge tibetano y entregarse a un retiro espiritual en un monasterio durante los próximos cinco o seis años, pero en el Tibet no aceptan cheques posdatados.
Tomarse tres meses de vacaciones en espera de que la crisis pase, es otra opción, pero los pecados de ingenuidad se pagan con duras penitencias.
Una pelota emparchada
** Nos identificamos como ‘optirealistas’, que es asumir la realidad sin perder el optimismo, y desde esa posición creemos que en 2019 y los años subsiguientes pueden mejorar los niveles de crisis. Esto significa continuar en crisis pero ver que algunos indicadores nos sonríen de a ratos. ¿Cómo decirlo? Es como tener una gripe con complicaciones pulmonares; habrá días que te sientas mejor, pero la peste no se te irá antes de tiempo, cumplirá su ciclo. Para peor, ni siquiera sabes si el médico te está dando el tratamiento correcto.
** Por ahora, los indicadores económicos que deben ser observados en la macro economía son un desfile de flechas para abajo. A las que están horizontales se las muestra como un triunfo, pero no abundan las que levanten la punta como empezando a subir. De a ratos vemos la realidad como una pelota pinchada, alguien le pone unos parches y seguimos pateando pero sin garantías de haber usado un buen pegamento, o que se nos pinche en otro lado.
El rol de periodismo
** En este marco de país en crisis económica pero también política y moral, el periodismo tampoco ayuda. La capacidad natural para juzgar rectamente, con acierto, con moderación, ha dejado de ser un valor. Solo se busca sumar likes (Me gusta) en las redes sociales publicando disparadores de violencia, porque éstos siempre encuentran una cantidad apropiada de fans entre los soldados de esta guerra absurda.
** Cooptados por intereses de los capitanes de uno u otro bando, los periodistas –salvo excepciones que todavía nos permiten creer que no todo está perdido– encuentran en los acuerdos políticos un modo de vida, un empleo, y se convierten en rehenes de este enfrentamiento que divide al país con un tajo sangrante que lo debilita. Y esto empezó mucho antes de la profunda crisis de los medios periodísticos, que ya no pueden asegurar un salario digno para sus trabajadores.
** En cuanto a la responsabilidad que nos cabe, seguiremos informando, comentando, entrevistando, ahondando y fundamentando en los asuntos de interés para la comunidad. No seremos Nerón en este país siempre listo para arder en llamas. No vemos la realidad como una moneda con cara y ceca, porque la experiencia diaria nos enseña que puede ser un poliedro, un icosaedro, o tener un número incontable de caras, como lo son las actividades, intereses y pensamientos de la sociedad.
Según qué lo produce
** En conclusión, no confundas a los que se intoxicaron de estrés porque se les está cayendo a pedazos su negocio, con los se pasaron de rosca para juntarla con pala, porque éstos pueden pagar el remedio. Dos semanas en el Windsor inn de Miami Beach y quedan como nuevos. El anterior quizás no pueda pagar dos horas en el club para ocupar la cancha de tenis.
** También en el hogar de los estresados habrá que evitar confusiones. El hombre o la mujer que está sumido en la preocupación porque los números no le cierran, no volverá con buen humor a su casa y quizás no le preste a su cónyuge la atención que espera. Es importante comprender y acompañar. De todos modos, nadie cometa el error de decirle “tranquilo, esto pasará pronto”, porque no se lo cree nadie y el estresado mucho menos.
** Lo que mata no es la humedad sino el estrés y en 2019 la guita no alcanza y las Pymes están boqueando afuera del agua. ¿Qué les recetaremos?