Memorias del país más rico del mundo
** ¿Qué se siente haber sido el país más rico del mundo durante dos años, en 1895 y 1896, y tener hoy nuestra bandera al tope del mástil de los que dan pena, junto con Brasil? Después de aquel record –finalmente confirmado por el Proyecto Maddison– nos mantuvimos entre los 5 primeros del ranking durante tres décadas y de ahí en adelante es como que nos debilitó una diarrea viral. Fuimos el país más rico con una riqueza mal repartida, es cierto, y en los últimos años un mal reparto de una riqueza ficticia.
** ¿Qué se siente haber marchado desde entonces a la par de Canadá, hasta que comenzó nuestro derrumbe después de la Segunda Guerra Mundial? Nada se siente. Nada. Son distintos escenarios. Además, cuando no se discute la historia del siglo sino el día a día, no se aprende de los errores pasados. Desde hace años en la Argentina se teoriza y se lucha por espacios de privilegio, y se odia, porque la soberbia enseña a buscar a quién culpar y no mucho más. La humildad –siempre ausente- podría ayudarnos a identificar los errores para evitarlos.
** La teoría del enemigo que le sirve al déspota para armar tropa propia y motivarla, le ha hecho mucho daño al país. Nace en Ernesto Laclau, el ideólogo de la Argentina dividida, del conflicto permanente, de la polarización política y el divisionismo social, y extendió a todo el país en los últimos diez años el clima de una final de Boca-River. Gracias a ello hemos reemplazado el concepto de adversario (de Balbín y Perón) por el de enemigo.
Otra distorsión: Ya no se dice vamos a debatir, vamos a gestionar, en la Argentina crispada solo se habla de dar pelea; vamos a pelear.
Lechones a la teta
** Aparte de los que se mueven por odios cruzados, tenemos dos bandos rentados. Son dos grandes grupos en pelea a muerte por la ubre, que no tiene pezones para todos y de ahí viene la disputa. El Estado puede estar quebrado o sobrado de reservas, siempre será apetecible para aquel cuya vida depende de mamar allí. Los verdaderos constructores del país están en otro lado, trabajando, produciendo, no conspiran, no lastiman, no traicionan, no dedican horas diarias a agredir, a defender su mosaico de poder o serruchar escaleras.
** Pregúnteles para qué buscan con desesperación esa teta. Como periodistas lo preguntamos frecuentemente. Siempre responderán ‘porque el Estado es la mejor herramienta para procurarle bienestar a la gente’, pero nunca antes los has visto servir platos en un merendero, por ejemplo. Y al cabo de sus carreras queda bien claro, salvo excepciones, que “la gente” son ellos, su familia y sus amigos. Hay excepciones, claro que sí, pero no son tan numerosas como para decir que marcan tendencia. En este país el único que se rasca para afuera es el perro.
Dos países Dos
** Hay un país que produce, crea, sirve, educa (según las estadísticas de resultados cada vez peor, pero educa), y otro que vive de sus derechos y lucha diariamente por multiplicarlos hasta el punto de vivir sin aportar esfuerzo alguno. Tantos derechos han conquistado que, por ejemplo, los hinchas de All Boys, después de una derrota pueden descargar su dolor apedreando policías y rompiendo patrulleros. Este debe ser el único país del mundo donde a la salida de un estadio de fútbol los únicos lesionados son 17 policías y 5 móviles policiales destruidos.
** Si uno de estos chicos malos fuera tocado por una bala de goma, el policía que jaló el gatillo perderá su cargo y se acusará directamente al Presidente de la Nación por el moretón del vándalo. ¿País libre o reino del revés?
** Un país donde siempre habrá diez o veinte mil militantes dispuestos a injuriar al policía o al gendarme que cumple con su deber. Un país donde el trabajador tiene que rendirles pleitesía y agradecimiento a dirigentes sindicales nacionales que en nombre de ellos construyen poder personal, pactan negocios con el poder político y desarrollan empresas familiares generalmente fraudulentas. Un país donde se miente prometiendo el fomento de la iniciativa privada y después se acosa a monotributistas y a micro o pequeñas empresas, fáciles de controlar. País donde la Afip pesca en la pecera sin arriesgarse al mar de los tiburones.
** Un país donde primero se jubila a millones –pobres y ricos- sin aporte alguno y sin presupuesto que lo respalde. Donde se multiplican curiosamente por diez las pensiones por discapacidad y nadie más puede revisarlas, y cuando no alcanza para pagarles se imprimen billetes a mansalva generando inflación, y para atenuar la inflación se le roba el 20% en un año al jubilado que aportó durante toda su vida laboral, y otro tanto al obrero.
La calesita sombría
** La película que nos llevó a la decadencia y 30% de pobres e indigentes lleva décadas. El presente es solo una fotografía. Un presente que no tiene piedad con los que no llegan a fin de mes y encima despiertan cada día con malas noticias. Que por la devaluación, el Estado quedó otra vez subsidiando el 60% de las tarifas; léase: hay que aumentarlas de nuevo y eso produce inflación, que a su vez volverá a atrasar las tarifas. Que solo cuatro de cada diez alumnos aprueban el secundario en nuestro país; léase: cuando salgan a buscar trabajo sin tener habilidad para nada, y peor aún, con el mismo nivel de voluntad que mostraron para estudiar, culparán al gobierno por no encontrarlo y éste deberá mantenerlos.
** Hay que acabar con los autónomos y para eso se les debe incrementar los aportes sin mover los montos máximos de facturación. Cuando no puedan pagar más y de yapa se aviven de que, aporten la categoría que aporten, en el futuro se jubilarán con la mínima, querrán ingresar todos al Estado, siempre dispuesto a absorber mano de obra cuando el sector privado no lo hace por causa de las malas políticas del Estado.
Gente necesaria
** La historia es una sabia maestra y sin embargo es detestada por muchos dirigentes, sobre todo los que militan resentimientos llamándolos ideologías. Tanto nuestra clase dirigente como nuestra clase militante la usan para elegir argumentos sesgados, imágenes editadas, con las cuales acusar al otro. Es un relato extenso con fragmentos a la carta, donde cada cual puede elegir la porción aislada del contexto que mejor le sirva para sostener sus errores, o sus aciertos.
** “Ya señalamos que las últimas palabras de Belgrano no fueron ‘Ay, Patria mía’. En realidad, el último registro lúcido de expresiones fue dirigiéndose a su amigo Manuel A. Castro, que lo visitaba en su lecho: «Pensaba en la eternidad a donde voy, y en la tierra querida que dejo. Espero que los buenos ciudadanos trabajarán para remediar sus desgracias» (Instituto Belgraniano Tucumán)
** A Dios gracias, los buenos ciudadanos lo hicieron, lo hacen y lo harán, a pesar de sus dirigentes y los que “pelean” por serlo.