Matías y su historia con ‘Los Horneros’
Crespo- Matías García tiene 33 años y es Profesor de Folclore y de Música, entre otras cosas, además de estar los fines de semana trabajando como DJ. Parte de su formación la realizó también en la Banda del Ejército de Paraná, pero siempre relacionado con la música.
Comenzó en la Banda Infanto-Juvenil con los hermanos Suárez haciendo percusión y otros instrumentos pero nunca dejó de perfeccionarse. “La música es un sistema de sonido que después uno puede aplicar en diferentes instrumentos”, dice, recordando que ya desde niño, en su barrio, formó parte de batucadas y comparsas.
Toda su historia tiene relación con las melodías. En la familia García la música siempre tuvo un lugar preponderante. “Tal vez no tanto por mis abuelos, pero sí por mi viejo y mis tíos principalmente. Fabián, que es contador, compuso la canción del Barrio Azul. Mi viejo Gabriel, chofer de camión, es ‘guitarrero’ de toda la vida. Y Bernardo, ‘Culebra’, es electricista pero también músico. Llegó a hacer un transmisor para la radio del ICC. Siempre fue así, había algún encuentro o peña, fiestas familiares, y habían dos o tres guitarras”, dijo.
“En mi caso, estoy también como DJ hace muchos años, pero también formé parte de bandas de la movida tropical, como La Groupera, Gerardo Farías y Coti Hernández, entre otros”, agregó. Y reconoció que la pasó mal en tiempos de pandemia. “Se cortaron las clases, se cortaron las fiestas. Mi pareja trabajaba en un comedor y también se quedó sin trabajo. Me reinventé y puse una tapicería para sobrevivir económicamente. Por suerte hoy es solo un mal recuerdo de algo que esperemos no vuelva a trastocar nuestras vidas como lo hizo”, opinó.
Su actualidad
Esos cimientos le fueron dando forma a su actualidad, ya como docente, siendo parte de la Escuela de Música Municipal Ramón Avero en un principio. “Empecé con un tallercito de batucada y trombón y fui sumando otros ritmos e instrumentos después. Cuando se cerró, pasé al Centro Cultural La Estación, en el predio del ex ferrocarril, donde fui sumando horas”, indicó.
Allí funcionan innumerables propuestas culturales y artísticas, y de varias está a cargo Matías. Cada taller está pensado para abarcar una diversidad de demandas. Todas son inclusivas. Y una muy especial para él, sin dudas, es la Batucada «Los Horneros», conformada a modo de taller, por jóvenes y adultos con discapacidad.
“En cada taller, más allá del instrumento que cada uno toque, siempre se busca generar aprendizaje pero también disfrute, para que cada uno pueda desarrollar sus habilidades creativas, compartiendo experiencias y saberes”, comentó Matías, que enseña ukelele, acordeón, guitarra, percusión, batería y bajo, entre otros instrumentos.
“Empecé a implementar algunos cambios. La ‘vieja escuela’ plantea un aprendizaje por separado de cada instrumento. Yo me di cuenta de que podía motivarlos juntándolos, uniéndolos y armando pequeños grupos donde cada uno toca su instrumento. Eso les genera una lida responsabilidad, sabiendo que cada semana deben practicar, porque si no lo hacen no es que se perjudican a ellos mismos, sino a todo el grupo. Entonces, en una misma hora, tengo un chico cantando, otro tocando el piano, otro el ukelele, otro la guitarra, y así vamos trabajando en conjunto. Es un sentido de responsabilidad que funciona bien. Se entusiasman. Potencia a cada grupo, es un trabajo en equipo, con ritmos que van desde la cumbia y el folclore hasta el rock”, explicó.
García también trabaja en la zona, ofreciendo talleres municipales en María Luisa y Etchevehere.
La historia con Los Horneros
Muchos conocieron a Los Horneros semanas atrás, en el escenario de la Fiesta Nacional de la Avicultura, donde sus integrantes se dieron el ‘lujo’ de compartir minutos del recital de Marcela Morelo. “Fue una noche especial para los chicos y para mí también, una forma de hacer más visible lo nuestro, de popularizar la tarea que venimos haciendo hace ya tiempo. Más allá de que permanentemente hay presentaciones, principalmente en las escuelas de Crespo e incluso la zona, esto fue especial, ante un marco multitudinario que aplaudió y reconoció a los chicos”, indicó.
Recordó que “Mi relación con ellos empezó a través de Claudio Tischler, que estaba a cargo de ese taller. Yo me sumé para dar una mano principalmente en lo que es percusión. Claudio dejó su trabajo por radicarse en Paraná y me ofrecieron continuarlo, porque ellos me tenían confianza, me conocían también a través de talleres de la Escuela Nº 11 y la Escuela La Cautiva, que es adonde pasan muchos cuando cumplen 18 años, siendo una primaria para adultos, donde hay muchas personas con distintos tipos de dificultad, tanto motriz como de aprendizaje”.
“El grupo fue creciendo en calidad pero también en cantidad de integrantes, de diferentes edades y todos con algún tipo de discapacidad. Les enseño los martes a la mañana todo lo relacionado con el ritmo de batucada a través de la percusión, hace alrededor de tres años”, agregó.
Bombero por decisión
Como si algo le faltara, García es también bombero voluntario. Con emoción, recordó que “Lo soy hace tres años. Hubo una tragedia familiar en el verano de 2012 que me marcó, en el Salto Anderegg, donde se ahogó mi hermano Martín, de 18 años en ese momento, en ‘la olla’. Tres días estuvimos buscándolo. Muchos iban y venían, los bomberos nunca se fueron hasta que encontraron el cuerpo. Es una imagen que no olvidé jamás y entendí que eso quería ser yo”, dijo.
“Ser bombero implica tener una aventura tras otra. Nunca sabés con qué te vas encontrar, a qué te vas a enfrentar. La adrenalina y pasión es permanente, aunque no es para cualquiera, acá no hay días ni horarios, ni fines de semana ni feriados ni descansos. Pasa algo y tenés que estar. Es voluntariado pleno, lo hacés porque te gusta o no lo hacés”, agregó. Y reconoció que vienen de semanas movidas, siendo la sequía gran responsable, lo que sigue generando preocupación.