Sociedad
Mariano Werner demostró su estatura humana ante una situación repudiable
Los ídolos del deporte, igual que muchos entrenadores, son amados e imitados. A mayores triunfos más venerados e influyentes en las generaciones que los suceden y buscan modelos a seguir. Por eso fue tan lamentado allá por los años 80, que los chicos que soñaban con ser tenistas, ante la mínima derrota azotaran la raqueta contra el piso destruyéndola, aunque a sus padres les hubieran costado dos meses de salarios. Ellos solo imitaban al legendario John McEnroe, aún recordado por su gran talento pero también por sus arrebatos de ira en la cancha, que en más de una ocasión, tan solo por perder un punto o cometer errores no forzados, rompía una raqueta contra el suelo. Su actitud reprochable no tardó en ¿ponerse de moda? entre infantiles y juveniles, ante la más mínima frustración o solo por nada.
El mal ejemplo fue dado también por otros de esa disciplina deportiva, como Serena Williams o más recientemente el greco-australiano Nick Kyrgios, y más acá el joven tenista español Carlos Alcaraz, quien en agosto del presente año repitió ese gesto violento tras caer frente al francés Monfils, y pidió disculpas tardías a través de las redes sociales al saber que su actitud era imitada por niños.
La final del campeonato del TC de hoy -domingo 1º de diciembre- tenía como máximo candidato a alzarse con el Gran Premio Coronación al paranaense Mariano Werner, orgullo de los entrerrianos fierreros, en un día donde hubo que superar muchos obstáculos, entre ellos una lluvia torrencial que demoró la final, que además demandaba la arriesgada elección de neumáticos para salir a la pista. Todo bien para el entrerriano, hasta que se cerraron los boxes y hubo que salir a la pista.
Tras una vuelta al circuito Mariano detectó una falla en el motor que ya no podía ser resuelta y debió regresar a boxes. No pudo estar en la grilla de partida y la falla detectada fue que “la toma de aire tomó algunos de esos papeles que sabés que la gente tiró cuando pasaban los autos, y quedaron entre medio del filtro del carburador, entonces acelerás a fondo y hacé de cuenta que está tapado. Demasiados había. Habría que mirar si alguien lo tiró con la mano a propósito”, dijo desde el box del campeón, Rody Agut.
¿Qué pasó? Las cámaras de la TV pública mostraron posteriormente el rescate del video donde se ve a un hombre que, estando junto a otros al borde de la pista al momento en que los pilotos salieron a ubicarse en la largada, al paso de Werner a bordo de su Ford Mustng arrojó una bolsada de papeles (no papelitos ni guirnaldas sino hojas de un tamaño que prima facie no parecen de uso festivo) sobre la toma de aire de su auto. Se supo posteriormente que la maniobra provino de simpatizantes de Chevrolet.
El tricampeón y puntero de la tabla salió finalmente para sumarse al a la cola de la grilla, desde el fondo, en el puesto 44. Con Santero, su máximo perseguidor a 11.75 puntos después de las series, ubicado en el segundo lugar, y otros cinco pilotos con chances de superarlo, luchó como un león desde la desigualdad, en la vuelta 5 se despistó y perdió posiciones que había recuperado en la pista y comenzó a diluirse el nuevo sueño. El título quedó en manos de Julián Santero, quien terminó segundo en la competencia, con Werner en la posición 23.
Al bajar de su auto, después de un fin de semana bajo muy alta presión y una carrera difícil, a la que se sumó esta frustración, al ser preguntado por la TV Pública sobre el episodio del sujeto que arrojó los papeles, asumió un gesto ejemplar al expresar: "Si fue sin querer, perdonarlo, y si fue adrede hay una justicia divina en todo. Me quedo con que no era para nosotros y el que lo hizo fue innecesariamente. Las cosas hay que definirlas en la pista. Me quedo con lo mejor del año, con haber dejado todo en cada momento y con seguir teniendo la misma pasión hasta la última curva. Son cosas de las carreras. Obviamente, me hubiera gustado perder por rendimiento o porque fueron mejores. Es claro que hubo una mano que no tenía que estar". Fue todo. No dijo que reclamaría ni denunciaría; solo dejó el grave hecho a cargo de la “justicia divina”.
Una gran frustración puede llevar a un deportista a convertirse en mal ejemplo para niños y jóvenes que lo admiran, imitan y sueñan con parecerse. Y es precisamente bajo esas condiciones cuando se ve la auténtica personalidad del deportista. Frustrado, ya enterado de haber sido víctima de juego sucio, que es la peor de las frustraciones, no se puede fingir. Por eso podríamos decir que el domingo el tricampeón de automovilismo Mariano Werner respondió con lo único que tenía a flor de su mente y corazón, y eso agiganta una vez más si figura de hombre humilde y deportista ejemplar.