Madre no hay una sola
Madre con hijo en edad de comenzar el jardín y la carga del SAGE como barrera infranqueable, fue parte de una charla de sobremesa hace nada, días. Así que pensando un poco en que el domingo muchas de ellas van a recibir ese beso que solamente damos a esa mujer, volvamos sobre esa infancia que se va construyendo por fuera del hogar, que además resulta tan compleja como el mayor de los desarraigos, aunque a la vez sea la que aporte el verdadero sentido a ese vínculo.
Una madraza, sí, de esas que hay que sacarse el sombrero me dijo: ¡Estoy harta de probar y nada!… “¡Es una catarata de datos y papeles para la preinscripción!, sin embargo, eso no te asegura nada. La anoto en la escuela cerca de casa, en la que me gusta, y como tercera opción en la que me gusta pero me queda lejos. Así y todo, no sabe si llegado el 2023, su pequeña/o tendrá ese banco.
En eso que estábamos escuchando atentamente saltó uno de los cuatro abuelos presentes, y moviendo el plato, la copa y el pesado tablón, dijo contundente: ¡Ya le dije a las abuelas! (madres sustitutas si las hay) Si falta banco, yo le compro uno a mi nieta/o y se lo regalo a la escuela para que se termine la discusión. Tomá pa’ vo’.
Aplausos cerrados y sonrisas, porque ahí estaba ella, docente jubilada de directora, de esas que hacían hacer, me explico… soltando una frase tan fuerte como la anterior: ¡Este sistema nuevo no sirve! Te lo digo yo, que bueno, no le podemos negar que ayudó a construir jardines, y no sigamos hablando que deschabamos a Dios y medio mundo.
Claro, te venden todo un cuento que por sistema podés inscribir al pibe, nena, gurí, como más guste llamarles y con suerte entrás en una lista de espera con el número 45/50/ y en el último caso, será un supervisor el que decida dónde joraca le toca en suerte a tu crío. ¡A bue! Dije casi atónito por la novedad que representaba ese cambio respecto de las colas interminables de padres en las puertas de jardines, que solíamos ver. Casi tan populares como las que se armaron en los kioscos que vendían figuritas del mundial. Y a la vez tan difíciles como la más del paquetito infranqueable.
Acá más de una madre, maestra jardinera de profesión, con toda la paciencia que les brinda el ser superior que más les guste, coincidirán en que este momento es para la mayoría de los hogares un tiempo de crisis. ¡No lo/a van a cuidar como yo! ¡Y qué le van a dar de comer! ¡¿Cómo nos organizamos para buscarla/o!? Mamá sonríe pero mira atenta a su alrededor, sabe en el fondo que ella también pasó por eso, y vuelve a auscultarlos como buscando una respuesta menos alterada que la que acaban de esgrimir, pero no la tienen.
Madre hay una sola, mentira. Sí, mi tía era una madraza, y la abuela postiza frente a casa me cuidó como la mejor mientras mi vieja se iba a trabajar horas enteras. Madre es esa que protege y cuida, que brinda amor y sabiduría frente a lo que hoy es un acelerón tras otro. Corremos detrás de imposibles, y ellas tienen que tener todo ordenado, centrado y criterioso. No, ellas también saben que nos enfrentamos a un momento de bruscos cambios donde los niños, esos seres que las hacen dignas de ese nombre: ‘mamá’, quieren y necesitan jugar, aprender, equivocarse, y así también entender que ese desprenderse de su ser más protector, es parte del largo camino de la vida.
Una vez, hace tiempo ya, fui a ver a Nano Serrat en Rosario, y en esa canción que habla de los hijos —sí, Esos locos bajitos—me conmovió tanto que no pude evitar las lágrimas. Al lado mío, ella lloraba, al otro lado también otros moqueaban, y más allá. Cuánto nos importan las palabras bien dichas, cantadas y entonadas con ese sentimiento. Por eso, ¿Cómo le digo a mi vieja, esa mujer de 85 años que la quiero tanto?, ¿cómo le agradezco a mi pareja o a mi tía, o esa abuela postiza que me cuidó y ‘malcrío’? bueno, no será con un regalo caro. Tampoco con el más grande de ellos.
Ensayemos aquí un abrazo, lento, largo, apretujado, y un gracias. Quien escribe es un hijo, porque desde ese lugar estoy intentando escribir a esa madre que todos valoramos, madre del corazón, madre abuela, madre soltera, y tantas otras más que son la razón de este mundo en el que no hay lugar para el egoísmo cuando ese beso se confunde en cientos, miles de hogares. ¡Feliz Día Mamá y gracias por todo!