LP VII y el escenario del rock en Victoria
Victoria.- Tenemos cita en el estudio Rec House, ubicado en Piaggio y Montenegro. Allí nos espera LP VII, la banda local que homenajea a Riff. En la puerta está Alejandro González, encargado de darle vida a la viola y los coros, y José Kozel, el bajista y la voz principal. Es de noche y el cielo se cierra negro y amenazante sobre nuestras cabezas. Desde el estudio de grabación se escucha el inconfundible sonido de un ensayo, por lo que nos quedamos esperando con los músicos mientras un mate amargo pasa de mano en mano.
–¿Qué sucede con el rock en Victoria teniendo en cuenta que estamos al lado de Rosario y que otras ciudades, como Nogoyá, tienen una movida muy interesante?
_Alejandro: En Victoria está muy mal visto ser rockero, te encasillan como vago o drogadicto. Muchos de los pibes que tocan, de repente dejan porque se quieren poner «serios». ¿Qué pasa con eso? ¿No era serio lo que hacían? El rock es lo que a nosotros nos encanta, pero lo tomamos como un laburo. Hay mucha gente que no tiene ese mismo compromiso hacia la música. A veces se toma a la música sólo como un pasatiempo y ante las primeras complicaciones las bandas se dividen. Nosotros no queremos ganar plata con esto, y cuando la gente nos va a escuchar pensamos que no le podemos fallar hayan pagado entrada o no.
_José: Yo creo que el principal problema es la falta de compromiso. En las bandas a veces se da que hay uno que practica y quiere mejorar, y por ahí los otros llegan al ensayo sin saberse los temas. También está la ilusión del rockero famoso y con plata, y cuando los pibes empiezan a tocar y se dan cuenta de que las cosas no son así, se les viene todo abajo.
La realidad muestra en Victoria un contexto desaprovechado, teniendo en cuenta la proximidad con Rosario. Además de lo expuesto, los músicos agregan a la par que hay otro problema: la falta de sitios para tocar. Ambos músicos dicen que hay sólo tres escenarios posibles para mostrarse: la cultural, Chavato y el Cine Teatro. En este sentido, señalan que la existencia de una ordenanza que impide crear lugares donde se pase música dentro de los bulevares desalienta la inversión privada. A propósito de lo anterior, reflexionan que lo más lógico, en tal caso, sería que se regulen los decibeles para no molestar a ningún vecino, pero no la prohibición.
Cuando subimos a la sala se percibe en seguida el ambiente del rock. Y esto no significa aquella visión inyectada masivamente de “sexo, droga y rock and roll”. El rock es dedos ampollados para los bajistas, yemas cortadas por la prima de la viola y falanges despelechadas para los bateros a causa del sudor y los palillos. Pero también el rock es aguantar. Soportar los prejuicios, bancarse laburar de algo que nada tenga de musical para pagar los instrumentos y la vida misma, y tocar por el placer de tocar, sin pensar en la fama o el dinero.
Desde luego que a los integrantes de LP VII les gustaría ganarse la vida de su música, pero su fin no es económico. Antes de conectar la guitarra al amplificador, Alejandro comenta que quizá ellos son como son debido a esa constante resistencia y a seguir formando parte del under. Esto se entiende si se tiene en cuenta que, muchas veces, el arte nace de las dolencias, la descolocación y las amarguras de la vida. Y Alejandro comparte la opinión de que una persona plena o con un amor correspondido quizá no se dedique a escribir sonetos o canciones.
Los miembros de LP VII son cuatro, a saber: José Kozel, Alejandro González, Hugo Vallejos y Chepe Santa Cruz. La banda tiene una amplia trayectoria y buscan shows fuera de la ciudad cuando aquí se agotan las posibilidades.
En definitiva, José y Alejandro sostienen que los dos factores más importantes a cambiar si Victoria quiere contar con una movida de rock más importante son la falta de compromiso de algunas bandas y la creación de más lugares donde tocar. Cabe recordar que la cultura es una construcción, y los músicos saben muy bien esto, por lo que prefieren no caer en facilismos tales como echarle la culpa de todo a la municipalidad.
Luego de una zapada breve es hora de irse a casa, porque es día de semana y hay que trabajar temprano. Es difícil vivir de la música en la ciudad, para no desalentar a nadie diciendo que es imposible. Poco les importa esto a los amantes de la música, es decir a aquellos melómanos que forman una banda por el arte de combinar los sonidos y el tiempo. Si hay plata, mejor. Si viene la fama, mejor. Pero si no hay plata ni fama, qué importa, con la música basta. Así piensa LP VII, una banda que se resiste a puro rock.