Los que quedaron colgados del pincel
Por Luis Jacobi.- Para muchos, la medida de parar preventivamente todas las actividades humanas salvo excepciones, no representa un problema, más bien unas incómodas vacaciones en casa con sueldo asegurado a fin de mes, más allá de las responsabilidades que debe asumir cada uno. Otros, según su oficio o profesión, podrán trabajar a distancia por los medios electrónicos. Pero no son pocas las personas que quedaron virtualmente colgadas del pincel con la sensación de que les sacaron la escalera que los sustentaba. Son los que salen cada mañana de nuevo para volver con el pan a casa por la tarde.
Igual o parecido se sienten muchos comerciantes, talleristas, empleadas domésticas, taxistas, changarines, técnicos con servicio a domicilio, comerciantes con un local abierto al público por el cual pagan alquiler y quizás el salario de dos o tres empleados. Y la lista es mucho más extensa.
Es cierto que el Presidente de la Nación, al anunciar que todos tendremos que quedarnos en casa durante diez días más, se acordó de los monotributistas (trabajadores por cuenta propia) prometiendo una postergación de vencimientos impositivos, que significan un corrimiento de fechas pero tendrán que pagarlo de todos modos sin haber trabajado.
Se impide la circulación de personas mayores de 60 años; edad que permite estar económicamente activo y obliga a resolver situaciones bancarias y de todo tipo. Felizmente ayer al mediodía el gobierno tomó la medida de parar la circulación de cheques y con ello un festival de rebotes.
La preocupación en esos sectores, casi obligados a desobedecer el mandato de la cuarentena, es notoria. Un taxista, por ejemplo, que paga un canon diario cuando alquila el auto o tiene exigencias mínimas a rendir cuando tiene un patrón de remisería, se encuentra en una verdadera encrucijada. Puede transportar pasajeros, de a uno, pero son muy escasos en tiempos de guardarse en casa.
Se observa buena voluntad en el gobierno nacional, que no podrá cumplir sus promesas de ayuda a algunos sectores como las Pymes, porque la Argentina es un país en riesgo, no solo de coronavirus sino de inminente caída en default y con un Riesgo País que supera largamente los 3.000 puntos, que además imprime dinero a mansalva para atender compromisos y urgencias internas, propulsando la inflación que quiere detener.
Ahora debemos estar todos juntos para atenuar la pandemia y después habrá que salir a recoger los heridos, entre ellos a las Pymes, porque en tres meses el empleo formal estará aún peor de lo que está en el presente, y las Pymes agobiadas además por medidas que ha tomado el gobierno nacional y favorecen claramente el aceleramiento de concentración del capital.
Asistir al cuentapropista es una urgencia, porque hoy por hoy los únicos capaces de transitar el futuro impacto sin asistencia son los más grandes, los de mayor escala. Y asistir al laburante del día a día en la calle, es otra prioridad. Sin ellos y los sectores de la producción que aportan recursos genuinos, los muchos que hoy hacen su cuarentena con la tranquilidad de tener el sueldo depositado en tiempo y forma, tanto del sector público como el privado, también podrían caer en dificultades si la situación se prolonga, como es previsible que ocurra.