Los hogares con padres que no terminaron la primaria cuadruplican los niveles de pobreza de aquellos que la tienen
El nivel educativo del jefe o jefa de hogar, su ocupación y su género son algunos de los indicadores que determinan el nivel de pobreza durante la infancia y la adolescencia. Una niña o un niño que está al cuidado de un jefe de hogar que no completó la educación primaria tiene un nivel de pobreza monetaria cuatro veces más elevado que aquel cuyo adulto a cargo tiene secundaria completa o un nivel superior. Este es uno de los resultados que surgen del informe “La pobreza monetaria en la niñez y la adolescencia en la Argentina” elaborado por Unicef en base a datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que realiza el INDEC correspondiente al cuarto trimestre de 2016 (último dato oficial disponible).
En la Argentina, el 29,7% de las personas está en situación de pobreza, de acuerdo con su evaluación. Sin embargo, en los hogares donde residen niñas, niños y adolescentes este porcentaje es 18 puntos porcentuales más alto. “Ese 47,7% de pobreza en chicos y jóvenes es muy heterogéneo y esconde situaciones más complejas”, señaló Sebastián Waisgrais, especialista en Monitoreo y Evaluación de Políticas Públicas de Unicef Argentina.
Según el informe, la pobreza monetaria (es decir, aquella que se mide según los ingresos de las personas) aumenta al 85% cuando el niño reside en un hogar cuyo jefe o jefa está desocupado, al 64% cuando es inactivo, y al 65% cuando es un trabajador no registrado (es decir, que no hace aportes jubilatorios y tampoco cuenta con obra social, entre otros beneficios). La pobreza infantil también es mayor en hogares donde el jefe o jefa tiene un bajo nivel educativo (72,5%), la jefa es mujer (55,3%) o es el jefe o jefa es menor de 25 años (51,6%).
“Podemos ver que en los casos en los que la jefatura del hogar es ocupada por una mujer las tasas de pobreza e indigencia son más elevadas. En este sentido es necesario fortalecer las políticas de conciliación y cuidado para que las mujeres no se retiren del mercado de trabajo. Además, en la mayoría de los hogares monoparentales la jefatura del hogar está ocupada por una mujer”, señaló Waisgrais.
En el caso de la pobreza extrema (también llamada “indigencia”), las diferencias más significativas las padecen los niños que residen en hogares cuyo jefe está desocupado (12 veces más incidencia de la pobreza extrema que cuando el jefe es un trabajador formal) y cuando el jefe sólo completó hasta seis años de educación (10 veces más que cuando el jefe completó al menos 12 años de educación).
El análisis también señala que las transferencias monetarias del Estado nacional, como la Asignación Universal por Hijo (AUH), educen significativamente la pobreza extrema (30,8%) y en menor magnitud la pobreza general (5,6%).
En relación a las medidas que se pueden tomar para reducir aún más este indicador, el especialista indicó: “La pobreza infantil es tan sensible que cualquier reducción de los precios y/o aumento en los ingresos y las transferencias mejorará la situación de los chicos”.
Fuente: Chequeado