Los entretelones de la renuncia de Díaz al Salaberry
Victoria.- El jueves pasado (2 de marzo) el avispero político se revolvió al conocerse la firme decisión del médico Adrián Díaz para no continuar como director del hospital Salaberry. El viernes la noticia circulaba, pero nadie daba precisiones, menos el principal protagonista.
Los viernes son complicados para la administración pública, y la Vicegobernadora Laura Stratta estaba en Buenos Aires. De todos modos se le recibió la renuncia al doctor que, dicen, tiene intenciones de ir por un lugar en la disputa de la intendencia.
Quienes lo critican al interior del partido justicialista dicen que ‘la marcha fue demasiado’, en alusión a las protestas reiteradas de familiares que eligieron hacer públicos sus reclamos por la atención que se brinda en el Salaberry.
El nombre que suena es el de Nelly Amilibia, hoy a cargo de los CAPS (Centros de Atención Primaria de la Salud, que depende del Ministerio de Salud), un lugar tranquilo del que debería salir para encarar al gigante sanitario, su población, convivir con los gremios, la falta de recursos, el recurrente problema edilicio, entre varios temas más. Allí, en medio de un año electoral donde no hay nada seguro, al menos en Victoria, pero hay que evitar los errores, le endilgan a Díaz no haber salido a aclarar cuestiones de funcionamiento cuando aún podía. Los reclamos de la prensa (entre ellos este periódico, que no atendió cuando se le solicitaron explicaciones o la versión oficial), decantaría por una comunicación que se limitaría a ‘razones personales’.
Nadie le puede obligar a Díaz a que se quede, ¿o sí? No sabemos, lo que es cierto es el desorden administrativo que genera, y por eso, hasta este miércoles le pidieron que se quede a firmar papeles o habilitar cuestiones de esa índole.
Hace tiempo, cuando asumió el rol de director, Díaz tuvo una participación destacada en temas de la pandemia, estando al frente de los problemas sanitarios locales y eso quizás en este contexto se solapa. Viene de ser el director de otro hospital como el Domingo Cúneo, pero todos allí saben que quienes lo precedieron dejaron todo funcionando y él solamente tuvo que ser la cara política de esa transición.
El armado político de la oposición local no se puede dar el lujo de dejarlo afuera, ¿o sí? Lo cierto es que el Flaco Díaz, como lo conocen sus amigos, ha tomado una decisión que lo corre de ese lugar tan visible y complejo como el hospital Salaberry, donde nada es fácil ni sencillo de sostener. Hay quienes dicen que más que realzar imagen la deteriora, y por eso las últimas tres gestiones: Caridad, García y ahora él, no han conformado a la sociedad victoriense. Ahora probarían nuevamente con una mujer, como fue en su momento la doctora Scheneider, de quien no se criticó tanto su accionar pero seguro no está entre los grandes nombres que supo tener el nosocomio. Difícil tarea para el que le toque.