Las culpas repartidas entre el PAMI y nosotros
Las oportunas reformas para mejores controles en el sistema, que se proponen las autoridades del PAMI (Programa de Atención Médica Integral), han sido un disparador en muchos aspectos. Obviamente, cuando hay nuevos anuncios son previsibles, casi un dogma, las declaraciones públicas de las figuras más destacadas del arco político opositor, que se deben a la demagogia y el proselitismo antes que a un orden justo. Después de todo la moderación no está de moda en el mundo del espectáculo político y mediático actual.
Igualmente obvio es que el gobierno carece de eficacia comunicacional para explicar lo que se propone, y más aún cuando se trata de cuestiones tan sensibles como el acceso a la salud.
A continuación, la polvareda que se levanta en las redes sociales vendrá para empañar un poco la realidad. En ellas no se observa mucho interés en comprender el tema sino más bien apresuramientos por descalificar o aplaudir, o compartir aquella opinión o interpretación con la que cada usuario de redes sociales siente más afinidad.
En el caso de la nueva Resolución del PAMI, después de estas dos etapas de la comunicación, recién salió Regazzoni, titular de esta obra social estatal (la más grande de América latina), para explicar mejor lo que se proponía.
En la cuarta etapa nos queda una instancia más directa, más personal; los farmacéuticos, o quizás los propios empleados de las delegaciones, que se han indignado mil veces por ver lo que puede la avaricia del que lo tiene todo pero quiere ahorrarse algunos cientos de pesos más por mes simulando ser pobre.
Las experiencias que ellos viven cada día no tienen valor estadístico, pero indignan. Digámoslo claro: En nuestro país el organismo mejor organizado es la temible Afip y vea cómo le roban delante de las narices. Así las cosas, son muchos los usuarios que se sienten impunes falseando declaraciones juradas ante el Pami.
Cada uno de estos prestadores de servicios que miran la realidad desde el mostrador cotidiano, tiene gran cantidad de experiencias y testimonios para contar. Son testigos de situaciones indignantes. Conocen a personas afiliadas a una prepaga por la que aportan miles de pesos pero, estando enfermos, hacen escribir las recetas al nombre de sus esposas, jubiladas sin aportes con derecho a subsidios en medicamentos de uso prolongado. Es un fraude que necesita a un médico como cómplice.
Pueden hablar –farmacéuticos y empleados del Pami- de tantos otros jubilados que teniendo un capital importante y hasta negocios o empresas en actividad, han falseado la declaración jurada para acceder al subsidio del Pami, en muchos casos por remedios que de todos modos tienen entre el 50 y hasta el 80% de descuento, pero ellos quieren el 100% para hacer, en algunos casos, una diferencia de cuarenta o cincuenta pesos. Hay personas que se han tomado la molestia de fijar domicilio en otra provincia, patentando allí sus vehículos cuando son varios, para acceder al 100% de los remedios del Pami, obra social que poseen por haberse jubilado y no porque hayan discontinuado su actividad como comerciantes o empresarios.
En la Argentina falseamos declaraciones juradas como si se tratara del responder una encuesta de calle. Sabemos que el Pami administrado por la burocracia, con cerca de 5 millones de afiliados, no tiene capacidad para controlar a cada beneficiario. Si a esto le agregamos que siempre fue un nido de corrupción de la peor y la más costosa (para el erario) después de la obra pública, y una caja estratégica para hacer demagogia, se puede entender por qué muchos creen que está para dar sin mirar a quién ni cómo, y detrás viene el famoso axioma “si no lo manoteo yo lo manotea otro”.
Llevamos décadas esperando que el Pami, sin conculcar derechos, sirva a los que realmente lo necesitan, que sea ordenado, transparente, dinámico, bien administrado, que le entregue en 48 horas a un pobre la prótesis que necesita para volver a caminar, y no los remedios gratis al que puede pagarlos holgadamente y que además ese mismo Programa les ofrece con hasta 80% de bonificación. Ojalá que Regazzoni lo esté intentando.