“Las adicciones se deben considerar como enfermedades crónicas no transmisibles”
Crespo.- El médico Gustavo de Vega, especialista en adicciones, visitó Crespo en el marco del programa Municipios en Acción que desarrolla la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación, (Sedronar). En nuestra comunidad se realizó el año pasado una encuesta sobre hábitos y consumos en la adolescencia. A partir de los resultados obtenidos, se decidieron varias líneas de acción. Una es la presencia periódica de profesionales para hablar de diversas problemáticas. En ese contexto estuvo de Vega entre los días 4 y 5 de octubre pasado para hablar sobre el impacto del uso de celulares, videojuegos, alcohol y otras drogas en distintas edades, convocado por la Dirección de Desarrollo Social a través del Área de Prevención Comunitaria y Gestión Municipal en Adicciones. Acompañado por Carlos Souza, profesional de Sedronar que trabaja en Municipios en Acción y periódicamente está en Crespo, en la redacción de Paralelo 32, de Vega se refirió a las adicciones en general, temática en la cual se ha especializado a lo largo de su extensa carrera profesional.
Actualización del conocimiento
“El tema es hacer una actualización en lo relevante sobre el conocimiento de los últimos años para comprender el fenómeno de las adicciones, que es muy distinto a cómo se lo consideraba hace unos años atrás, en el siglo XX. Sabemos que esto recién empieza en términos de perspectiva hacia el futuro. Especialmente, las problemáticas respecto a las redes sociales ponen en evidencia que mucho de lo que pensábamos hace algunos años era fruto del desconocimiento respecto a cómo son los circuitos, tanto desde el punto de vista del desarrollo emocional, del desarrollo psicológico, el ambiente relacionado a la familia, la escuela, la comunidad. En el siglo XX, muchos autos no tenían airbags y la sociedad funcionaba a un ritmo humano. Hoy, ya avanzado el siglo XXI, el ritmo de la globalización, el ritmo que imprime la sociedad de consumo estimulando a consumir y consumir, indudablemente colapsa los recursos de lo subjetivo, de la familia, de lo social. Por lo tanto, el trabajo preventivo es fundamental porque implica un reforzamiento de los factores de protección individuales, familiares y comunitarios. Y a la vez, un doble trabajo, respecto a la protección sobre los factores de riesgo. Estamos todo el tiempo estimulando y protegiendo factores protectores, y paralelamente, trabajando en la contención de los factores de riesgo”, comentó al iniciar la entrevista.
Sin cura
– ¿Qué cambió entre el siglo veinte y el momento actual?
— Antes se pensaba que la persona se podía recuperar. Hoy sabemos que, luego de un tiempo de involucrarse en situaciones adictivas o compulsivas, de consumo de alcohol, drogas, juego, especialmente en la adolescencia y la juventud, se instala una problemática de enfermedad crónica no transmisible. Las adicciones se las debe considerar como enfermedades crónicas no transmisibles, como son la diabetes, la hipertensión o el asma bronquial.
– ¿Por qué no se pueden curar?
— Porque se ‘desconfigura’ una serie de circuitos neurobiológicos que normalmente permiten que la persona regule su relación con el medio interno y el medio externo, eso se logra con reguladores homeoestáticos que ya vienen ‘de fábrica’. Se produce por la estimulación de los tóxicos u otros estímulos (varias horas al día de play, internet, redes sociales, etc.) que distorsionan o desorganizan esas regulaciones fisiológicas. A partir de esa desregulación, no se puede volver a reconfigurar, a menos que el sujeto haga un proceso de tratamiento y de estricta contención sobre esos estímulos. El diabético puede vivir sin estar ‘enfermo’, puede tener una diabetes compensada y controlada mientras tome su medicación y haga dieta y actividad física. Así puede vivir cien años. En este caso es lo mismo. En la medida que la persona toma ciertos recaudos, puede vivir perfectamente pero no como curado, porque puede volver a tomar alcohol y recaer. Precisamente, si vuelve a entrar en contacto con esa situación, por ejemplo, las apuestas. Un ludópata pasa cinco años sin apostar, pero sale de vacaciones, se hace una escapada al casino y ‘se tira una ficha’. Eso puede significar una hecatombe o no. Pero el riesgo es altísimo. Por eso hablamos de vulnerabilidades a largo plazo, de alto riesgo y de disminución de los márgenes de seguridad. En general, intentando transmitir, no una cuestión de miedo, sino de precaución.
Perfil profesional de adictos
– Es muy fuerte decir ‘no se recupera’. Hoy, hay un 20% o más de personas en adicciones o recuperados, pero cuidándose. Sostener esos grupos es costoso para la sociedad, para el Estado, para el presupuesto. Pareciera que entrelíneas se baja la idea de ‘imposible resolverlo’.
— Las estadísticas que sigo son las que aporta el Observatorio de Drogas de Sedronar. Desde el año 2005 o antes, las evidencias que surgen es que hay un incremento en el consumo de drogas legales e ilegales. Pero lo más alarmante son los datos sobre las edades de inicio. Pero también hay otro dato, ese grupo juvenil con el que se hacen muchos datos, alumnos de escuelas secundarias. Me imagino que ese grupo adolescente con el paso del tiempo va ingresando al mundo adulto. Todas esas sucesivas generaciones de adolescentes que empezaron a consumir alcohol, tabaco y drogas ilegales, muy precozmente, ya tienen incorporada una vulnerabilidad. Cuando ingresan al mundo del trabajo o al mundo académico, comienzan a disponer de cierto dinero y se involucran con las condiciones de estrés, que hoy son endémicas, aquella vulnerabilidad por un uso de diversión comienza a ser una situación de compulsión. Esto es lo más complejo. Desgraciadamente, en los últimos veinte años no se le dio suficiente entidad a estos números. Lo que se pretende ahora es un trabajo más bien preventivo, con un paradigma diferente, que es: ser conscientes y reconocer el problema. Ya es un gran paso reconocer el problema; empezar a desarrollar algunas respuestas. Pero es tan amplia la complejidad. Por ejemplo, en el ámbito de la Salud tenemos un problema muy grave con nuestros propios colegas. En Rosario, todos los años hay una o dos muertes de médicos anestesistas o emergentólogos que se automedican y de pronto aparecen fallecidos con la aguja clavada en un brazo. Es muy frecuente el uso de psicofármacos y alcohol en médicos sometidos a mucho estrés.
– ¿Qué pasa en otras profesiones?
— Si vamos a recorrer cada profesión, podría decir que en cada oficio hay distintos perfiles de consumo. En la construcción es muy frecuente el alcohol en mayores de 40 años, casi con exclusividad. En menores, además del alcohol, aparece la marihuana y la cocaína. Muchas empresas no trabajan los sábados, compensan una hora más durante la semana porque saben que el sábado no va nadie a laburar. En el ámbito metalúrgico, el problema es los lunes por el fin de semana con alcohol y drogas. Cuanto más baja el promedio de edad, más problemas con los estimulantes y las drogas ilegales aparecen. También está el ausentismo de los jueves. Hemos visto muchas empresas, donde el individuo viene de recuperarse de la resaca del fin de semana anterior, pero el jueves falta para terminar de recomponerse y volver el viernes a ‘la previa’ y el consumo del nuevo fin de semana. Cuando uno presta más atención, surgen más detalles. Hay empresas, como son las que se dedican a determinados oficios con mucho trabajo rural o suburbano, como las empresas de cable o eléctricas. Allí hay mucho alcohol y mucho riesgo, con distintas tareas usando escaleras o en contacto muy cercano con la electricidad. Se pueden caer o electrocutar. También hay conductas típicas en camioneros o colectiveros. Por ejemplo, el uso de la hoja de coca en el norte, que está muy arraigado. Esa persona que coquea no puede manejar un vehículo por esa cocaína que le sirve para mantenerse lúcido a pesar de la falta de oxígeno. Porque pone en riesgo su vida y la de otros. Hace 40 años, un camión iba a 40 kilómetros por hora, no había la situación de peligro tan grosero como hoy, con un camión cargado con 40 toneladas a 120 kilómetros por hora. Hoy, se da una piña y se matan todos. Entonces, hay muchas diferencias tanto en el hábito de consumo como en la velocidad. El vértigo, la inmediatez, la sociedad de consumo, el exitismo. Especialmente le pongo mucho énfasis a la publicidad y al márketing. Lo que desde hace unos años se llama neuro márketing, que apunta no a la capacidad consciente del sujeto, para tomar decisiones, sino que le habla al cerebro límbico, donde se registra todo lo relacionado con el principio de placer. Ese proceso, que hoy todavía no tiene filtro, está generando un cambio muy fuerte en los procesos de toma de decisiones. Hay un empuje al consumo de lo que sea, aunque no sean drogas, como una necesidad planteada que siempre genera insatisfacción.
– Uno vuelve del supermercado y a menudo ante cierto producto adquirido se pregunta por qué lo compró. Ahí actúa el neuromárketing.
— Exacto. La propuesta de consumo no tiene en cuenta lo que el sujeto pueda necesitar verdaderamente, en términos de su singularidad. Se confunden los planos de necesidad. Por ejemplo, hoy los chicos ‘necesitan’ tener un smartphone o ‘necesitan’ estar en Instagram. ‘Necesitan, necesitan’. Cuando en realidad, la verdadera posibilidad de desarrollo del sujeto pasa por otro lado. Esa ficción implica una situación de compulsión. En el terreno ficcional se va por más, porque siempre hay una insatisfacción. La prevención apuntaría a replantear estas cuestiones.
– En otras culturas había épocas de bacanales y ordalías, el resto del año se vivía de otro modo. Parece que hoy no hacemos un desenchufe temporal. Es todo el tiempo.
— Una etapa de fiesta es el carnaval, por ejemplo. Hoy, con esta dinámica de la sociedad del consumo y globalizada hay un culto a la imagen y al parecer. Hay una cantidad de gente que se adapta a decir lo que el otro quiere escuchar; a hacer lo que el otro quiere ver. Y se va generando una sobre adaptación. Hay muchos niños, jóvenes y adultos que, de algún modo se sobre adaptan a las condiciones del ambiente. Y es muy frecuente encontrar en nuestro trabajo clínico esta ‘dependencia del ambiente’. Si estoy en el ámbito laboral, soy ‘un trabajador’; si estoy en el ámbito familiar, soy ‘familiero’; si estoy con los vagos de la esquina soy un atorrante. Especialmente, en muchos adolescentes y jóvenes vemos que dejan las drogas pero lo que más complicado les resulta es que no pueden recuperar lo que nunca tuvieron, una identidad, una singularidad, la tolerancia a la frustración. Hay mucho de esto cuando los chicos y chicas tuvieron una mamá muy sobreprotectora. Estos muchachos y chicas aprendieron a cuidar al padre o a la madre. Generalmente, en vez de asumir sus propias vivencias, siempre hay un otro que causa. ‘Yo estoy triste porque vos me ponés triste’. ‘Y si estoy contento es porque vos me alegrás’. Son vínculos codependientes, el sujeto no es dueño de sí mismo, sino a través de otros. Siempre hay una relación de afecto, placer o displacer; pero en esos casos hay una confusión de roles. Es muy frecuente en el proceso adictivo porque al sujeto le resulta más sencillo adaptarse al otro (y buscar compensaciones) ‘Ya que me banco a mi mujer, me busco una amante’. ‘Ya que me banco este jefe, me compro el auto’. ‘Como laburo tanto, a mi hijo le compro el celular más caro’. Hay casos de un chico que tiene todo de última generación, la madre trabaja por horas y se endeuda. La mujer le compró el celular más caro y el pibe lo cambió por cinco porros. Entonces, la madre le compra otro, o le compra una moto, para que el chico ‘reaccione’. Así, cada caso tiene sus cosas.
Vínculo familiar
– ¿Cómo saca a las personas de esas situaciones?
— Trabajamos mucho con el vínculo familiar, con los compañeros de trabajo. Trabajamos mucho con la red vincular, revisando la modalidad de acompañamiento. Vienen los padres o compañeros de trabajo, que se quejan porque ‘es la segunda vez que nos roba’ o ‘no se puede confiar en él’. Hacemos mucho trabajo con la posibilidad de resignificar esos vínculos codependientes. Nos facilita lo más importante que determinar un conflicto en la relación, no solo si hay consumo o no. A partir de allí se puede plantear una terapia o un tratamiento, y a partir de todo eso se crea un clima de mayor contención y confianza para posibilitar el cambio. Se llega a la posibilidad de cambio en las situaciones adictivas a partir de un replanteo del contexto de relaciones y de convivencia.
– Se ve mucho la situación de madres o padres que dicen ‘yo ya no puedo más, no sé qué hacer con mi hijo’. Y por el lado del chico, como que ha caído en una actitud cínica: ‘me gusta esto, no me importa lo demás’.
— Eso pone en evidencia lo que dice el refrán: ‘si hago siempre lo mismo no puedo esperar un resultado diferente’. Cuando surgen esos planteos de ‘le di todo, no sé qué hacer’, si se empieza a revisar se descubre que se hizo ‘todo’ que en realidad fue ‘más de lo mismo’. Si el chico tiene una actitud como de cinismo, es porque de alguna manera aprendió en ese ámbito familiar, que podía manipular, descalificar, humillar, ser agresivo. Cuando se ve que un adolescente puede humillar a sus padres, la pregunta es ¿qué está pasando con estos adultos respecto a su rol de padres? Los chicos no maltratan a sus padres naturalmente. La pregunta es ¿qué más deben hacer estos chicos para que los contengan? Porque pareciera que estos adultos como padres o como docentes no alcanzan a contener y los chicos lo denuncian.
– Cómo se cerraba esa transición en el pasado
— No se cerraba.
Necesidad y deseo
– ¿Y por qué parece que no había tanto consumo?
— Lo mejor que le puede pasar a un adolescente es que no se cierre el circuito, que queden espacios abiertos y que se mantenga como ‘sujeto deseante’. No es lo mismo la necesidad que el concepto de deseo. Que un niño o un joven quiera desear tal cosa. Se pone a trabajar, desarrollar un objetivo, cumplir determinados pasos, y quizás al final, cuando tenga el objeto lo podrá dimensionar de una manera que, cuando no está ese tiempo, sólo fue una necesidad, ‘creo que necesito esto’, ‘necesito mi perfil de facebook, si no me siento vacío’. Es un mundo ficcional que ni siquiera alcanza a generar ese posible vacío que se ha motorizado. El adolescente necesita que los padres ocupen un lugar que él quiera ocupar pero no se lo dejen. Con lo cual, pasa de la necesidad de ocupar un lugar al deseo de construir su lugar posible. Eso le da la chance de generar sus propios proyectos. Si el adulto sostiene su ‘trono’, el adolescente tiene la chance de construir su propio espacio, ir a la aventura de construir su propio reino. Y esa es la condición de la humanidad. En otras épocas no había ni tantos objetos, no era una sociedad de consumo, ni los adultos se movían tan fácil de sus tronos. Pero era el reino de las neurosis; las modalidades más postmodernas, de la sociedad líquida, van a espacios que ya no son de las neurosis, cuando prevalecía la negación y la represión. Lo que está hoy en juego es la re-negación, mecanismo que está ligado a la perversión. El ejemplo más evidente es el travestismo. Un travesti nos está mostrando la puesta en escena de la negación de lo que es. No es la perversión en términos morales, es una cuestión de posición subjetiva. Esa ‘perversión’ fomenta la psicopatía. Van a crecer las patologías del acto, las patologías de los ‘bordes’, las patologías del narcicismo, donde los consumos son elementos que contaminan pero no son lo más importante.
– ¿Ejemplos de esas patologías?
— La violencia de género. Que no es nueva, lo novedoso es la escala. Siempre hubo violencia de género, pedofilia, abusos y maltratos. Otro ejemplo, con la terrible escalada de los consumos tóxicos la figura del narco es absolutamente novedosa. Antes no existía.
Quién es
César Gustavo de Vega es médico psiquiatra y director de la Asociación de Voluntarios para el Cambio del Drogadependiente (AVCD), fundada en 1980. También es docente en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario y vicepresidente de la Fundación Perspectiva para el Cambio. Vive y trabaja en Rosario. AVCD es una institución civil sin fines de lucro que trabaja en la prevención y asistencia integral de las adicciones desde 1982. Este trabajo se realiza desde una articulación permanente con diversas organizaciones intermedias de la sociedad civil, tanto a nivel nacional como internacional. A través de su Departamento de Docencia e Investigación realiza actividades teórico-prácticas de pasantías de pre y postgrado para docentes y alumnos terciarios y universitarios, especialmente de Psicología y Trabajo Social de la UNR.
Compulsiones
– Hay un problema: la ‘marcha normal’ de la sociedad necesita que una buena parte de las personas se transforme en adicta a algo, para comprarlo. Quien esté preocupado por sus seres queridos, su familia, sus afectos, se siente que ‘lucha contra la corriente’.
— Casi no utilizo ya el concepto de adicción. Me interesa hablar más de compulsiones adictivas, en el sentido de poner en juego la situación donde el sujeto arranca y no puede parar. Voy al shopping y no puedo parar de comprar, empiezo a tomar café y no puedo parar de tomar café. Hay una situación muy grave con el consumo de pornografía. Es raro que alguien venga a la consulta a plantear, por ejemplo, ‘tengo problemas con la pornografía infantil’. Hay una serie de situaciones que discurren por planos que se solapan. Uno de los temas que también es una diferencia con el siglo pasado es la multiplicidad o la disociación, donde sujetos tienen un determinado rol en su familia o su trabajo; pero durante varias horas del día o una vez por semana, pueden vivir en condiciones totalmente diferentes. Hay personas que tienen 4 o 5 espacios diferentes. A menudo nos consultan personas que tienen un trabajo y una familia, pero a su vez llevan una doble vida con una pareja o una pareja gay; o tienen otra situación económica y se va varios días y hace un crucero de ‘poliamor’. ¿Cuál es el punto? Cuando la persona quiere recuperarse, deja la sustancia tóxica o deja la situación que vive en forma paralela, pero lo que más le cuesta es despojarse de esas otras dinámicas.
– ¿Por qué aparece esa disociación entre una vida normal y otra clandestina?
— Creo que siempre existió.
El “flagelo” de la droga
“Muchos periodistas tendrían que actualizar sus conceptos. Normalmente se habla del ‘flagelo’ de las drogas. Cuando alguien habla de un ‘flagelo’ hace referencia a una situación bíblica, inmanejable, que no tiene origen, que no tiene contención ni solución. En realidad, la problemática de las adicciones es prevenible, previsible, tratable y hay mucho por hacer. Los medios tienen la muy importante responsabilidad de aportar a la construcción de la percepción de la realidad. Por eso, creo que es fundamental ubicar el tema en lo que implica hoy la problemática”, dijo de Vega.