Economía
La situación de los carribares tras su reubicación
Un sector de oferta de comida al paso, que con sacrificio y no menos compromiso intenta ser una opción para el turismo y para los jóvenes a la salida del boliche.
Victoria.- Ubicados en la zona Costanera Pedro Radío, sobre una de las calles interiores próxima a la plazoleta, desde comienzos de esta gestión se trasladaron allí los propietarios de 8 carritos. Algunos venden hamburguesas, otros apuestan al pancho y cono de papas; también están los que ofrecen tortas fritas, panes caseros, roscas, etcétera.
En esa variedad de propuestas ‘al paso’ hay victorienses impulsándolas, labor sacrificada con la que sostienen hasta tres familias a partir de esa comercialización, por todo ello, Paralelo 32 quiso saber cómo ha impactado en sus ventas ese nuevo emplazamiento y los costos de, por ejemplo, disponer de un generador de energía para brindar luz en el sector donde está cada uno.
Ángel García es uno de esos trabajadores quien junto a su mamá y una ayudante, sobrellevan el carro identificado como ‘Súper-mega-pancho’, toda una invitación para los jóvenes que salen del boliche o los ocasionales turistas que recorren el borde costero, su clientela más relevante, por lo que nos anticipó. “Durante la semana nosotros trabajamos hasta la hora 24:00 y los fines de semana hasta las 7 de la mañana, más que nada para esperar los chicos que salen del boliche, les hacemos el aguante”.
La reubicación fue para ellos algo perjudicial, según agregó García, “las ventas bajaron considerablemente, porque anteriormente nos ubicábamos cerca de las salidas de los boliches, eso favorecía el consumo; y ahora que se avecina el invierno el impacto será mayor todavía, ya que pocos elegirán ir hasta donde estamos por un pancho”.
— ¿En qué condiciones se dio ese traslado para ubicarlos a todos allí?
— “Nos prometieron luz, agua, baño, y lo único con lo que cumplieron fue con el agua. Y tras varias gestiones logramos que nos presten las llaves de los baños que están a unos metros de allí. Por la luz no hemos tenido respuesta; más allá de esto, nos preocupan los gajos secos que caen de los árboles, y que no solamente pueden impactar sobre las estructuras de los carros, sino sobre la gente que llega a comprarnos”.
El entrevistado añadió que “intentamos hacer reuniones con la Intendente y otros funcionarios, pero no nos escuchan ni nos dan respuesta”.
— Y respecto de la ‘zona de las velas’, ¿no se les ofreció la posibilidad de trasladarse allí?
— “Sí, nos ofrecieron ir allí también, pero sería peor aún para las ventas, ya que ni siquiera está de paso y nos aleja más de donde está la gente.
Cuando le preguntamos cuánto vale un súper-pancho, Ángel detalla que está 1.300 pesos en la mayoría de los carritos, y un cono de papas ronda los 1.500/1.800 pesos. “Alcohol no nos permiten vender, pero sí ofrecemos aguas saborizadas o latas de gaseosa. Y armamos promos, por ejemplo: dos panchos y una saborizada a 3.500 pesos, entre otros ‘combos’”.
Altas temperaturas o el frío más crudo, los carribares siguen ofreciendo sus combos a la gente. Es común verlos pasadas las 22:00, con una o dos mesas ocupadas, siendo una opción para aquel que no puede o no quiere pagar por un servicio más caro, o en el interior de un salón. “Haga frío o calor nosotros estamos. Hoy lo que nos sigue complicando son los mosquitos, cae el sol y es impresionante cómo se vienen”.
García estudia Agroecología pero mientras cursa esta formación en la ciudad, tiene en el carrito su principal ingreso. Junto a su mamá y una chica que los ayuda, atienden a la clientela descripta: jóvenes que salen del boliche y turistas, en su mayoría. “Nos alcanza para vivir, y creo que esta es la realidad de la mayoría de los que estamos allí, es nuestra principal fuente de ingresos”. Agrega que “Lo que más nos representa un costo fijo es el combustible para los generadores. A nosotros, tener funcionando desde las 11:00 de la mañana hasta las 5 de la madrugada nos demanda entre diez y quince litros, y en ocasiones llegamos con lo justo a cubrir todo”.
Los carritos representan una alternativa ante la crisis para muchas familias, un ingreso real, y si bien deberían tender a un mayor contralor, homologarse y demás cuestiones que hagan a un ‘paseo de sabores’ que reciba otro impulso y acompañamiento, se trata de victorienses que intentan. Algunos estudian como Ángel una tecnicatura, otros ayudan a sus padres, y entre todos hacen lo mejor que pueden con lo que tienen. Allí Paralelo 32 puso su mirada, un lugar donde va el turismo, y muchos de nuestros hijos cuando salen del boliche. No es un dato menor y para agendar y por qué no acompañar a mejorar cada día.