Andrés Orellano es profesor de patín y está a cargo de más de cien alumnas en el Club 25 de Mayo. La semana pasada los victorienses pudieron disfrutar del festival denominado La Noche de las Estrellas. El show contó con la participación especial del equipo de patinadores rosarino Precisión Skate, quienes quedaron en tercer lugar en el mundial realizado este año en Italia.
Pero detrás de la destreza de las protagonistas de la noche, que fueron las alumnas de Orellano, existen un sin fin de condiciones. Desde las madres bordando de manera incansable los trajes que sus hijas usarían, hasta las prácticas en el living de la casa.
Detrás del brillo del espectáculo se encuentra una realidad menos risueña y más de sacrificio. “Siempre que quise algo lo tuve que buscar”, afirma Orellano en la redacción de Paralelo 32. Y es que el patinador no la tuvo fácil. Cuando niño vivía el patinaje como un juego, pero poco a poco su pasión se fue tornando más compleja. Estudio, trabajo y patín. Sus días se iban entre estas disciplinas de las cuales no se arrepiente.
Orellano cuenta que se paseaba de zona centro a zona sur, y de zona sur a zona norte en Rosario para estudiar, trabajar y patinar. Cruzaba la ciudad en bicicleta y fue en ese trajinar donde adquirió una habilidad insólita. “Aprendí a andar en bicicleta sin manos porque, mientras me movía de un lugar a otro, mi mamá me esperaba en un punto determinado para darme algo de comer, y yo comía mientras andaba en bici para no perder tiempo”, explica entre risas.
Gracias a su talento, Orellano visitó diferentes partes del mundo representando al país en el patinaje. Sobre lo anterior, explica: “En el patín hay diferentes modalidades. Está el área de precisión, la danza y el show. Yo siempre elegí el show, que se realiza en equipo, porque no me atrae la competencia individual”.
Anécdotas
Entre los países que visitó, cuenta que al que más le costó adaptarse fue a Portugal debido a la cultura alimenticia a base de pescado. Durante el tiempo que representó al país en Portugal vivió a dieta de ensalada de frutas y adelgazó varios kilos. Otra anécdota que rememora es que, durante la competencia en el país europeo, cumplió años y no quiso irse a dormir sin festejarlo. La celebración consistió en charlar toda la noche con el portero en un portugués dudoso descifrando los mensajes gracias a señas o palabras compartidas.
Trabajo y disciplina
Es cierto que en el Club 25 de Mayo Orellano da clases a mujeres de todas las edades (poco a poco, también se van acercando hombres) para aquellas que quieran vivir el patín como un divertimento. Sin embargo, no se descuida la sección competitiva y el profesor cuenta con un grupo que se dedica intensamente a prepararse para los torneos.
Según Orellano el patín es un arte y un deporte. Arte porque la fusión con la música y el show es una expresión artística. Deporte porque la exigencia física que demanda es un hecho insoslayable.
Derribando prejuicios
Si bien no todo le fue “servido en bandeja”, como le gusta decir a él, Orellano tuvo la suerte que su familia lo acompañó desde pequeño en su vocación. El profesor cuenta que muchas veces los hombres deben vencer los prejuicios para disfrutar del patín, pero que tales conceptos no se ven reflejados en los niños, ya que lo toman como un juego más.
No es una moda
Programas televisivos como Patinando por un Sueño y, actualmente, Soy Luna, ayudaron a difundir el patín en el país. No obstante, Orellano explica que Argentina junto a España e Italia forma parte de los tres países más importantes en este ámbito. Los extranjeros reconocen la “fuerza” de los patinadores argentinos e intentan emular esta actitud.
En orden a lo anterior, el profesor asegura que muchos de los que empiezan a patinar por curiosidad o porque vieron en la televisión que ayuda a mantener la figura, luego encuentran en la disciplina otras cualidades que la hace todavía más atrayente.
La Noche de las Estrellas
Para que las niñas y jóvenes luzcan los trajes moteados de lentejuelas, ocurrieron muchas cosas detrás de escena. Orellano cuenta que los padres vivieron los preparativos tan ansiosos como los hijos y agradece, además de a las familias, al Club 25 de Mayo por su colaboración.
En el espectáculo que reunió más de mil personas entre el viernes y el sábado de la semana pasada, se pudo disfrutar de diferentes niveles de complejidad y todo el trabajo realizado durante el año. Hace más de trece años que Orellano da clases en la ciudad y, aunque al principio no fue tan fácil y tuvo que trabajar con parsimonia, hoy está contento con el camino trazado.