Producción
La Federación Agraria advierte sobre los altos costos de producción en campos arrendados
La Federación Agraria Argentina aseguró que, para cubrir los costos de producción en un campo arrendado en la provincia de Entre Ríos, se necesitan entre 2.400 y 2.500 kilos de soja por hectárea. Este escenario, según advirtieron, plantea un desafío significativo para los productores locales debido a las condiciones del suelo, el impacto del clima y las retenciones que afectan directamente las ganancias.
El presidente de la Federación Agraria destacó que alcanzar esos rindes “es muy complejo”, y señaló que las retenciones se llevan una gran parte de los ingresos que podrían representar un beneficio para los agricultores. “Los números son extremadamente complejos, y en base a eso, estamos haciendo los reclamos necesarios”, subrayó.
El impacto de los altos costos de alquiler
Uno de los principales obstáculos que enfrentan los productores es el alto costo del arrendamiento de la tierra. Martiarena explicó que empresas que participaron activamente en el mercado de arrendamientos en el pasado ofrecieron valores inflados, superando en 200 o 300 kilos las ofertas realizadas por productores familiares tradicionales. Esto llevó a que muchos propietarios de tierras eligieran alquilar sus campos a estas empresas, dejando a los agricultores locales en una posición desfavorable.
“Estas empresas provocaron un serio perjuicio en el sector, mientras que los productores genuinos seguimos trabajando la tierra y cumpliendo con nuestros compromisos”, afirmó el titular de la Federación. Además, recordó que en el pasado había productores que cultivaban hasta 500 hectáreas, pero hoy ese número se redujo significativamente debido a las dificultades económicas y la competencia desleal.
Dificultades para los pequeños y medianos productores
Martiarena también destacó las diferencias entre Entre Ríos y la región conocida como zona núcleo. “Nuestra provincia tiene una matriz de costos distinta, menor volumen de producción y menos capacidad para diversificar”, explicó. También subrayó que, a pesar de estas limitaciones, los pequeños y medianos productores no son ineficientes, sino que operan bajo condiciones más restrictivas.
“Los primeros en salir del sistema son los pequeños y medianos productores. Esto no es una lucha entre clases, sino una realidad que debe ser entendida para evitar que el sistema continúe expulsándolos”, concluyó.
A pesar de los desafíos, Martiarena enfatizó que el productor tradicional sigue comprometido con la tierra y con su trabajo. “El productor genuino, más allá de los embates climáticos y económicos, siempre va a serlo porque está en nuestra razón de ser”, afirmó.