La entrada en calor, aportes relevantes
La entrada en calor debe estar siempre en cada una de las clases de actividad y/o educación física, además del caracterizar el inicio de todo deporte.
El sistema muscular ‘frío’ es más propenso a las lesiones, no tiene la suficiente oxigenación, tono y nivel de viscosidad necesario para trabajar adecuadamente.
Por ello, con el fin acondicionar el cuerpo para un posterior esfuerzo, entrar en calor merece una especial atención, dado que un error en esta parte de la clase puede lesionar a nuestros alumnos.
Es oportuno marcar que este momento no debe producir fatiga y tampoco un gran aumento de la temperatura corporal. Debe ser moderada, emotiva y evolutiva con acento en lo motor mediante actos que comprometan a todo el cuerpo, e individualmente al 70% de la masa muscular.
La entrada en calor posee 2 partes, una de carácter general y otra específica, independientemente de la actividad física. Considerando variables como clima, tiempo total del ejercicio, e intensidad del mismo, la primera parte puede incorporar un trote continuo, a baja intensidad e incluir variaciones en la marcha. Le siguen ejercitaciones de movilidad articular, tendientes a mejorar los índices de la flexibilidad. Ya en la parte específica aparecen trabajos propios de la disciplina, sean de la educación física o del mundo del deporte.
Por otro lado, la duración puede variar si el objetivo del día tiene más inclinación hacia lo técnico – táctico que hacia lo físico. Otro factor de análisis tiene que ver con la experiencia del atleta. No debemos olvidar el factor psicológico. La mayoría de las personas necesita ‘introducirse’ en la actividad en forma paulatina. Esta suerte de activación permite prepararlo mentalmente, previa comunicación del trabajo que tiene por delante.