El impacto del spiroplasma
La caída productiva en la campaña maicera a causa de la chicharrita
La producción de maíz en Argentina se encuentra bajo la sombra de una nueva amenaza: el spiroplasma, una bacteria transmitida por la chicharrita que ha causado estragos en la estimación de cosecha para la campaña 2023/24. De un potencial rebote auspicioso, pasamos a enfrentar una fuerte caída productiva, con la estimación de producción cayendo de 57 a 50,5 millones de toneladas en apenas un mes.
Es la primera vez en la historia de las estimaciones que un factor no climático ejerce un impacto tan significativo en la producción maicera. El spiroplasma ha expandido su territorio y su influencia, duplicando el daño observado anteriormente, lo que hace imposible prever cuánto más puede afectar el ciclo del maíz 2023/24. Esta enfermedad, que se está esparciendo más allá de las zonas endémicas, ha puesto en jaque la producción de maíz en Argentina, especialmente debido a la necesidad de sembrar en fechas tardías por problemas de falta de agua.
El panorama es desalentador en muchas provincias. En Chaco, uno de los territorios más afectados, se han perdido entre el 50% y el 70% del área sembrada en algunas localidades, con rendimientos que oscilan entre 25 y 35 quintales por hectárea. En Santiago del Estero, aunque la situación es ligeramente mejor, se esperan pérdidas importantes de área y rendimientos de entre 20 y 60 quintales por hectárea. Salta y Tucumán también enfrentan daños considerables, al igual que el centro y norte de Córdoba y Santa Fe.
La enfermedad no distingue entre lotes de alta tecnología o regiones tradicionalmente productivas. Incluso en áreas donde la plaga lleva años establecida, el nivel de daño es inédito, con más del 70% de los cultivos afectados y síntomas graves que empeoran semana a semana.
Si bien la cosecha temprana muestra mejores resultados de lo esperado, el daño causado por el spiroplasma en los cultivos tardíos es devastador. En Córdoba, las expectativas de superar los 20 millones de toneladas se ven frustradas, con una estimación provincial de apenas 9,7 quintales por hectárea. En Santa Fe, a pesar de los buenos resultados en el sur, se prevé una reducción de más de medio millón de toneladas en la producción de maíz.
Mientras tanto, la cosecha de soja gana fuerza y muestra resultados alentadores, especialmente en el centro del país. Aunque todavía es temprano para hacer proyecciones definitivas, se espera que la producción de soja pueda superar los números de la campaña anterior, ofreciendo un respiro frente a la crisis del maíz.
En resumen, el impacto del spiroplasma en la producción maicera argentina es una llamada de atención sobre la vulnerabilidad de nuestro sistema agrícola. La rápida propagación de esta enfermedad subraya la necesidad de estrategias de manejo integrado de plagas y enfermedades, así como una mayor inversión en investigación y desarrollo para enfrentar los desafíos emergentes en el campo. En un contexto donde la incertidumbre climática y la presión económica son constantes, la resiliencia del sector agrícola depende de nuestra capacidad para adaptarnos y responder de manera efectiva a las amenazas que enfrentamos.