La agonía se extiende hasta mediados de noviembre

En las elecciones generales del domingo 22 de octubre hubo dos sorpresas en el ámbito nacional. La primera: Sergio Massa, el ministro de economía de una de las peores crisis del país se superó a sí mismo y ganó 15 puntos sobre los votos que obtuvo en las PASO. De tercero incómodo a primero, faltándole cuatro puntos para evitar segunda vuelta. La segunda: Javier Milei que se disponía a estrenar banda presidencial, quedó estancado en el 30% del electorado. Un electorado que, luego de escucharlo rugir a partir de las PASO del 13 de agosto, se puso a recalcular si le conviene darle un cheque en blanco al ‘león libertario’.

Y Patricia Bullrich, que a comienzos del año se veía camino al sillón de Rivadavia, quedó a mitad de camino; no pudo retener los votos de R. Larreta de la interna y dejó a radicales y procistas revisando toda su estrategia política. Para colmo, su apoyo inconsulto a Milei siguiendo los pasos de Macri, removió el avispero en JxC, que desde el PRO, el radicalismo, los lilitos y el flamante foro de gobernadores amarillos, les sacaron a ambos tarjeta roja. Abstención republicana: ‘ni Milei ni Massa’, sobrevivientes de la compulsa electoral gracias a sus excesos de populismo réprobo, vociferan con estupor y amargura en la alianza que a nivel nacional seguirá siendo opositora.