Jesica, una mujer que revaloriza la radio a través de la palabra
Siempre ligada al campo y sus tradiciones, Jesica Roth es en la actualidad una voz distintiva de las tardes de LT39 radio Victoria. Una joven crespense que se considera ‘bicho de radio’ y que se desenvuelve con naturalidad en el mundo de la radiofonía AM. “Lo que tiene la radio AM es ese vínculo con la gente, y la de Victoria cuenta con un plus que es la conexión con el islero. Se convierte en esa vía de comunicación entre familiares, vecinos, conocidos; en la compañía diaria de muchas personas que están solas y las voces que los acompañan desde la radio pasan a ser parte de su cotidianeidad y entorno de relación”.
En enero estuvo nuevamente como conductora del Festival Nacional de Jineteada y Folclore de Diamante. En esta entrevista nos permitimos hablar de todo e ir conociendo más en intimidad a esta conductora de radio que se muestra simple y cercana a quien quiera intercambiar palabras.
–¿Hace cuántos años que formás parte de la conducción del Festival de Diamante?
_Este es el quinto año que estoy, no consecutivos, porque estuve en uno de la gestión de Lénico Aranda y ahora en los últimos cuatro de esta de gestión de gobierno. Fue el sueño de toda mi vida. Empecé yendo a los doce años con mis padres. Lloraba si no me podían llevar, porque antes era más difícil poder pagar una entrada. Después, empecé a acreditarme y no me acreditaban, entonces empecé a hacer coberturas como podía. Hacía entrevistas desde la platea o desde atrás del alambrado, y así fui trabajando hasta que un día me propusieron ser parte de la conducción. El llegar a ser parte del Festival es el sueño de todo aquel que está en el ambiente folclórico. Y a mi entender este es uno de los más lindos que tiene la provincia.
–¿Cómo es ese proceso donde desde pequeña encontrás apego por la radio, el folclore, y cómo llegas a la carrera de locución?
_Yo vivía en el campo y desde chiquita jugaba a que hacía radio junto con mis primos. Por ahí me dejaban sola porque se iban a jugar a la pelota y yo seguía haciendo radio. Tiempo después, cuando se trasladó la radio de la familia Jacobi (Paralelo 32) al edificio de Humberto Seri, yo me iba los domingos a la mañana a cebar mates en el programa folclórico ‘Amanecer de Calandrias’. Y ahí, me empezó a gustar más la radio y me metí en el ambiente del folclore.
Desde ahí no paré. Por cuestiones familiares tuve que trabajar con mis padres en el campo y estudié una carrera vinculada a la avicultura. Soy una de las primeras recibidas como Técnica en Granja y Producción Avícola; pero siempre estuve con el tema de la radio en la cabeza y haciendo programas de folclore.
A los 21 años mi papá me planteó que, si era lo que tanto me gustaba hacer, y debido a que no se seguiría más con las labores de la granja, que siguiera ese camino. Así que me fui a Concepción del Uruguay a estudiar lo que yo realmente quería hacer. Todos somos capaces de hacer todo; pero cuando sentís una vocación estás cómodo haciendo eso que tanto te gusta.
–¿Por qué Concepción del Uruguay?
_Había averiguado y me indicaron que por allá era el camino. Y creo que fue una de las mejores decisiones que tomé.
–¿Extrañabas el pago y la familia en esa época de estudiante?
_Mucho. A la familia. De la ciudad lo que son sus aromas, las personas, los lugares y sus movimientos. En Concepción pase cumpleaños, pase fiestas, y eso se hacía sentir. En el curso éramos todas mujeres, pero todas vivíamos separadas, por lo que nos juntábamos cada tanto. Pero en la vida, me sirvió mucho el irme lejos.
Subir al escenario
— Fuiste la primera mujer en pisar el escenario del Festival de Diamante, además de ser la primera locutora crespense en conducir un festival de nivel nacional fuera de la ciudad, donde se tiene la Fiesta Nacional de la Avicultura. ¿Qué pensás antes de salir a un escenario de esa dimensión, donde al subir la escalerilla empezás a escuchar con más intensidad el murmullo de la gente?
_Eso es lo peor. No podés decir que entrás con la mente en blanco, porque nunca lo podés hacer. En Diamante el escenario tiene una particularidad, que es la de tener muy cerca al público y podes escuchas todo. Se oye el ‘mirá lo que se puso’, ‘mira qué lindo’, ‘mira que feo’; todo se escucha. Es ahí cuando hay que concentrarte en lo que se está haciendo sin prestar atención a los murmullos del entorno. Yo tengo muy mala memoria, por lo cual memorizar una presentación me resulta imposible; lo que sí trato es de tener unas ideas como hilo conductor de lo que voy a decir. Igualmente, en esos momentos previos a subir trato de pensar en la familia y no a quién me voy a exponer o que es lo que vendrá. Dejo que eso vaya fluyendo durante la noche, hago mi oración. Soy muy creyente, me encomiendo siempre a Dios, y después ir hacia adelante.
–Como creyente, ¿cómo sentís esa relación con Dios?
_A veces uno reniega, pero termina de entender que todo pasa por algo, y todo pasa en los tiempos que Dios quiere, nunca en los tiempos que podemos querer nosotros, los que seguramente no son sus tiempos.
La vida de campo y en familia
— ¿Te gustaba la vida que llevabas en el campo?
_Me encantaba. Hoy si tendría que volver a vivir al campo, lo elegiría. Fui a una escuela de campo, la ‘Río Volga’ de Aldea San Juan (Dto. Paraná); donde por ejemplo los días viernes las clases se cortaban antes porque las nenas teníamos que limpiar el baño de nenas, y los varones el suyo. Cada quince días había que cortar el pasto, juntarlo. Esos valores hoy son discutidos desde una mirada laboral, pero a nosotros nos ayudó muchísimo en nuestra formación.
–¿Fuiste una gurisita feliz?
_Si, muy feliz. Además, tanto a mi hermana como a mí nunca nos faltó nada, porque sé que mi papá y mamá no iban a dejar que eso sucediera. A pesar de que antes todo era más complicado en lo económico y con el tiempo eso cambió, valoro el esfuerzo y sacrificio que hicieron por años trabajando para llegar a estar hoy en una mejor situación económica.
— Hablas con admiración de tus padres.
Si. Porque sé de donde vinieron. Porque me han contado de donde salió la casa que teníamos en el campo. Se todo lo que vivieron con mis abuelos, con mis abuelas. Sé que todo les costó mucho. Mi nacimiento les costó muchísimo. Nosotros seríamos unos cuantos hermanos más. Conmigo, mi mamá tuvo que estar los nueve meses en cama. Y esas son las cosas que les valoro y admiro.