Imagina haber nacido en 1900
** Mi abuelo materno, Jorge, nació en 1900 y lo recuerdo como un hombre de buen humor que fumaba en pipa y leía la Biblia en alemán, a quien nunca vi irritado. Sería por este recuerdo amable que, al leer el texto que agrego parcialmente en los párrafos siguientes, entrecomillado, tomé conciencia acerca del mundo en el cual transcurrió su vida. Por cierto, lejos de las guerras mundiales gracias a que sus padres habían tenido el coraje de abandonar Europa para ofrendar su sudor a estas lejanas tierras del sur. El solo supo de estas calamidades leyéndolas en los diarios que le llegaban tardíamente.
** “Imagina por un momento que hubieras nacido en el año 1900. Cuando tienes 14 años comienza la Primera Guerra Mundial y termina cuando tienes 18 con un saldo de 22 millones de muertos. Poco después aparece una pandemia mundial, la gripe española, matando a 50 millones de personas. Y tú estás vivo y con 20 años. Cuando tienes 29 años sobrevives a la crisis económica mundial, que comenzó con el derrumbe de la Bolsa de Nueva York, ocasionando inflación, desempleo y hambruna, extendiéndose al mundo entero.
** Cuando tienes 33 años los nazis llegan al poder. Cuando tienes 39 años comienza la Segunda Guerra Mundial y termina cuando tienes 45 años, con un saldo de 60 millones de muertos. En el Holocausto mueren 6 millones de judíos (alrededor de un millón de armenios fueron exterminados por el gobierno otomano en 1915, pero lo pasa por alto. NdeM). Cuando tienes 52 años comienza la guerra de Corea. Cuando tienes 64 años comienza la guerra de Vietnam y termina cuando tienes 75 años”. Cierro comillas. Ahí los poderosos del mundo crearon Naciones Unidas.
Sigamos imaginando
** Sigue aquel texto: “Un niño (europeo) que nace en 1985 piensa que sus abuelos no tienen la menor idea de lo difícil que es la vida, pero ellos han sobrevivido a varias guerras y catástrofes. Hoy nos encontramos con todas las comodidades en un mundo nuevo, en medio de una nueva pandemia. La gente se queja porque por varias semanas se deben quedar confinados en sus casas, tienen electricidad, celular, comida, agua caliente y un techo seguro sobre sus cabezas. Nada de eso existía en otros tiempos. Pero la humanidad sobrevivió esas circunstancias y nunca perdieron su alegría de vivir”. Eso está bueno, no perdamos la alegría de vivir.
** Pero… si para justificar estos encierros, los barbijos, así como las vacunas que están siendo experimentadas en el cuero de miles de millones de humanos (hasta ahora con escaso éxito por lo que se ve), debemos compararlo con un siglo de conflagraciones cuasi mundiales y regionales, y además suponer que en nuestro país a nadie le falta electricidad, celular, comida, agua caliente y techo seguro… estaríamos pasados de brindis o haciéndoles un favor a Gates y a Soros.
** El post más antiguo de aquel tan difundido texto que hemos citado, es de abril de este año y pertenece a un alemán: Luc de Witte. A él me gustaría decirle buenas tardes señor de Witte, vivo en Argentina, igual que mis abuelos, en el paralelo 32 de latitud sur del globo. Imaginemos que durante la Segunda Guerra a ellos se les hubiese ordenado que cavaran sótanos o cuevas y se metieran en ellas para protegerse de las bombas, porque algunos caza bombarderos podrían perderse por acá. Creo que se habrían mantenido bastante escépticos. Poca bola, digamos. Y concluyo en que tampoco deberíamos cuestionar a los que en 2020, 2021 y los años que siguen, se niegan a vivir encerrados sintiéndose sanos, y a usar un tapabocas que no filtra ni el humo de un cigarrillo, por causa de un virus que es bravo –de nada vale negarlo– pero del que podemos cuidarnos sin enfermar de miedo.
El grito de nuestros jóvenes
** Un año atrás, cuando oíamos decir que no habría Navidad, porque “El Protocolo” nos impedía socializar, viajar, amucharnos… pensé en Belén y su sinfonía de sonidos naturales, y en aquellos abuelos. Y más acá, en mis padres, cuyas navidades solo reconocían palabras, sabores y silencios. No había grandes oropeles en las casas. Los lucimientos materiales alegóricos solo se podían encontrar en la Iglesia, y hacia allí caminaba toda la familia. Sin ese rito no parecía ser Navidad, porque en aquel culto al Niño Jesús, hasta el más duro de entendederas comprendía el significado de la Salvación, el Perdón y la Gracia.
** Ya en casa, con excepción de los pocos que contaban con un ‘combinado’ para la música durante la cena de Nochebuena, los demás debíamos ocupar el silencio nocturno con palabras, risas, gestos, y esperar a que alguien inventara el Winco. Tiempos lejanos, por supuesto; te hablo de cuando los únicos tatuados eran los marineros y los presos. De cuando mamá te compraba en primer grado los lápices de colores –solo para uso escolar- y te tenían que durar hasta el sexto.
** Si la juventud que se crió con un móvil en la mano detesta el silencio y ama los altos decibeles, provengan del rock, el trap, el reggaetón, el K-pop, la cumbia, el grito del alcohol o el escape de una moto, imagino que es porque estas generaciones nacieron con la angustia del silencio profundo y necesitan curarse de espanto. Probablemente, también, llenar los vacíos interiores que antes completaban aquellos misterios que predicaban los ministros de la Palabra Sagrada. ¡Vaya uno a saber!
Ya se le ve la pata a la sota
** Toda cambia minuto a minuto, lo único inmutable es la Palabra de Dios. Nunca hizo falta modificarla para que fuera actual. Apenas 20 años atrás nos parecía imposible que el mundo se sometiera a un gobierno global, pero esa profecía bíblica seguía intacta. En cuanto a Apocalipsis 13:16-17, pensábamos que sería absolutamente imposible que todos los gobiernos del mundo se pusieran de acuerdo en algo. Ahora lo entendemos mejor, va por el lado del miedo.
** Apocalipsis o Revelación 13: 16-17 dice: “Y hacía a todos, a los pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos, tomar la marca en su mano derecha, o en sus frentes; y que ninguno pueda comprar o vender, sino el que tiene la marca, o el nombre de la bestia, o el número de su nombre”.
** El miércoles de esta semana leímos en Ámbito.com este título: “Pase sanitario: crean un microchip para llevarlo implantado bajo la piel”.
“La startup Epicenter presentó un dispositivo subcutáneo del tamaño de un grano de arroz, que almacena los datos de vacunación. El mismo puede leerse con un celular a través de tecnología NFC”. Su creador expresó, en cuanto al futuro de esta tecnología, que “los implantes son algo muy versátil que se puede utilizar para muchas cosas diferentes” y agregó: “así es cómo los usamos hoy, pero el próximo año los usaremos para otra cosa””. (Ver: https://paralelo32.com.ar/desarrollan-un-microchip)
** Y bien, señoras y señores, el asado está listo, el que entendió, entendió, y el que no, no podemos perdernos el brindis de Nochebuena para quedarnos a explicarle. ¡FELIZ NAVIDAD!