Gervasio Eguiazú prepara su tercer libro
Victoria.- “No digas que, agotado su tesoro, / de asuntos falta, enmudeció la lira; / podrá no haber poetas; pero siempre / habrá poesía”, escribió Bécquer en su Rima IV. ¿Pero cómo es la poesía en la era digital post pandemia? O, mejor dicho: ¿cómo son los poetas? ¿Todavía queda alguno?
El lunes 21 de marzo, fue El Día Mundial de la Poesía. Si bien esta fecha, en nuestra ciudad, pasó senza ‘nfamia e senza lodo [expresión usada por Dante en el canto III del Infierno, en La divina comedia, que se convirtió en una frase idiomática y podría traducirse como: sin pena ni gloria], todavía quedan poetas en las siete colinas. Uno de ellos es Gervasio Eguiazú, quien está por sacar su tercer libro.
La vida de Gervasio fue bastante común hasta que (siempre hay un ‘hasta que’) su madre enfermó y murió en menos de dos meses, cuando él todavía era un adolescente. Gervasio recuerda que, sumado al terrible dolor de la pérdida, tuvo que madurar de golpe. Aprender a dónde hay que ir a pagar la luz, a cocinar, salir a buscar trabajo, todo fue un inesperado desafío para él.
Comprender la vida (y el último don de Dios, que es la muerte), rumiar el dolor y hacerlo tolerable, despedirse, tal fue su trabajo en ese entonces. Quizá todo eso forjó su personalidad literaria, ya que es un poeta que no sólo busca la belleza en las palabras, sino que, también, se enfoca en el mensaje que transmite. “Al ser un poeta que vive en una ciudad pequeña, me encuentro, todos los días, con gente que me lee. Siempre me comparten alguna reflexión de algunos de mis versos. Me doy cuenta de que debo ser responsable del mensaje que doy”, dice.
Uno de los autores que más lee Gervasio extrañamente no es un poeta. Se trata del psicólogo Gabriel Rolón. Y es que el contenido psicológico a la hora de componer le es importante, ya que tiene bastante cuidado en cómo trata los temas y en no caer en la auto ayuda vacía. “Busco un mensaje positivo en mis poemas, y, también, trato de no ponerle toda la responsabilidad al otro. Intento no victimizar al lector. Dejo en claro que lo malo es pasajero, pero lo bueno también. Creo que la tarea del poeta es indagar sobre sí mismo”.
Asimismo, continúa: “¡Escribir me da una satisfacción tan grande! Desde pequeño lo hago, pero lo de reflexionar y plasmarlo en un papel se intensificó más en mi adolescencia con el fallecimiento de mamá. Escribir me ayudaba a entender qué es lo que me estaba pasando. Las situaciones que yo estaba atravesando las podía poner en un papel y sacarme, un rato, la tristeza, el dolor y la angustia, y las dejaba ahí, en el papel, ya no las llevaba adentro. De esa manera, también, podía leerme, podía leer mi tristeza y lo que me pasaba. Eso me ayudaba a analizarme”.
En relación a cómo quedó configurado el panorama para el poeta luego de la pandemia, reflexiona: “En nuestra era todo entra por la imagen, vamos desde las coreografías de Tik Tok a los efectos especiales en el cine. Sin embargo, con la pandemia, creo que hubo una pausa, una resignificación de la palabra. De pronto hubo tiempo para los libros. Los especialistas recomendaban actividad física y arte, que son las materias que menos importancia se les daba en las escuelas”.
Asimismo, el nuevo libro de Gervasio será un poemario ilustrado por Ramón Luis Bejariel. El libro tendrá 40 poemas sobre el amor y las despedidas. Si bien la fecha de salida todavía es incierta, Gervasio asegura que será este año. Algo curioso del libro es que, junto con el arte de las palabras de Gervasio, estarán las virtuosas ilustraciones y la visión de ‘Moncho’ Bejariel [@monbejariel en Instagram] sobre los tópicos planteados por el poeta. Allí, dos miradas y dos formas diferentes buscarán la armonía.