Gatos eran los de antes
** Gatos hubo siempre, que cuando nos ponían sobre ascuas con sus estremecedores gritos de amenaza y ataque como ensayando una feroz pelea territorial, o peor aún, disputándose alguna gata en edad de merecer, nos quitaban el sueño. Si eso pasa cuando son tan solo dos los felinos (o felines, o felinxs, para hacerle el gusto a la jefa del INADI), es fácil imaginarnos las estridencias y alaridos de varios de estos animalitos apiñados en una bolsa, donde el campo de lucha es incómodo.
** Tiempo después, por una alegoría usada por el general Perón para camuflar las peleas de sus muchachos, supimos que éstos “son como los gatos, cuando creemos que se están peleando en realidad se están reproduciendo”. No analizaremos esta extraña teoría sobre la fecundación de los compañeros, porque solo nos interesa hablar de gatos y no de gatas, para evitarnos problemas con la Vicky Donda (jefa del Inadi).
** Aquello de “no se pelean, disfrutan”, ya no es tan así, ni entre los muchachos y chicas del General ni en ninguna parte, porque el significado de la palabra “gato” ha cambiado con el tiempo, cuando se lo usa con referencia a alguien adjetivándolo. En estos tiempos de duras luchas por las cajas del Estado y el privilegio de pastar en los tiernos y generosos alfalfares del erario público, gato es una palabra ofensiva que se le endilga a alguien para calificarlo como servil de otros.
** Tan grave parece ser, que en abril del presente año un delincuente condenado a perpetua en nuestro país por un crimen, le gritó “gato” al fiscal y por eso le abrieron una causa por amenaza. Si le gritaba HDP, zafaba, pero gato es ofensa grave a un funcionario judicial, aunque si se lo gritás a un presidente de la Nación no te lo cuestiona ni el Inadi ni la justicia.
Lo que sigue es una breve historia que nos ilustra sobre el tema.
Aquellos gatos que gatillaban
** Menos mal que hay tipos como Oscar Conde, miembro titular de la Academia porteña de Lunfardo, de la Academia Nacional del Tango, y docente universitario. Entrevistado por Lucas Parera para La Nación, éste le preguntó ¿qué significa el insulto «gato»? ¿De dónde viene el término que hoy tiene un uso extendido? De hecho, hasta es utilizado por sectores de la oposición para descalificar al presidente de Argentina (ahora ex) Mauricio Macri.
«Desde su creación, el significado del término gato se bifurcó, se transformó», respondió Conde.
** «Hay por lo menos dos ‘gatos’. Primero hay un ‘gato’ que viene de la década del 20 o del 30. Es la manera como se les decía a los hombres que invitaban a salir a las vedettes. La palabra, utilizada de esa manera, no tiene nada que ver, como se podría pensar, con el gato doméstico. El término viene en realidad del lunfardo ‘gatillar’. ‘Gato’ es el que ‘gatilla’, el que podía pagar lo necesario para invitar a las vedettes porteñas», dice Conde.
«Después, alrededor de la década del 70 o del 80, el término se transfiere a las mujeres que aceptaban ir con esos hombres. La prostituta cara, entonces, se vuelve el ‘gato'»…
** Por otro lado, alrededor de la década del 90, surge el otro uso de ‘gato’. «Dentro del léxico tumbero, en las cárceles, se comienza a usar ‘gato’ para denominar a los que se encuentran en el escalafón más bajo del pabellón. El gato es el tipo que hace las tareas más básicas dentro de la unidad, como lavar los platos. Es el ‘lavataper’. El gato es el que sirve a otros en el pabellón», dice Conde”. Lo mismo dice al diario Leandro Halperín, abogado y docente experto en temas carcelarios: «Es un insulto. El ‘gato’ es el que trabaja para otro. Es despectivo. El que hace un trabajo a cambio de algo, un trabajo subordinado». Pero el insulto tiene una acepción más: según el diccionario de lunfardo del sitio Todo Tango, «gato» puede significar, simplemente, «ladrón nocturno».
** ¿Cuál de estas acepciones es la que se usa hoy? Para Oscar Conde, «el uso popular que se le da ahora es el de simple insulto. Cuando alguien le dice ‘gato’ a otro simplemente lo quiere denigrar, llamar sirviente. No tiene que ver con el viejo uso, con el que ‘gatilla’. Es sólo una apropiación más abstracta, sacada de contexto, del uso tumbero del término».
Amigo Negro José
** El caso es que llamarle gato a alguien es claramente ofensivo y en consecuencia discriminador. Alguien que le avise al Inaes comandado por Donda, quien lo está pasando muy bien gastando lo que se le antoja. Datos oficiales que constan en el sitio del Inadi indican que desde enero al 31 de agosto ya gastó 2.054.280.600 mangos más de los que tiene asignados. Mientras tanto, parte de sus 514 empleados se concentraron en editar 19 “Recomendaciones para la cobertura del Mundial de Fútbol Qatar 2022”. Pide, entre otras cosas, que al referirse a la comunidad afro no se utilice la palabra “negro” o la construcción “piel oscura” o similares.
** Tampoco se podrá decir: “Hoy es a matar o morir” o “un partido de
vida o muerte”, ni comentar y pase mal dado: “éste le pegó con la de palo”. Tampoco “éste está más pendiente de la peluquería que de los entrenamientos”…
Olvídese de la expresión: “Se ve negra la suerte para el equipo” o “compró la entrada en el mercado negro”. Y claro… suena discriminatorio para el mercado del blue.
** El relator o movilero no podrá decir “éste habla como indio, no se le entendió nada”; a cambio se propone decir “Este jugador se reconoce como parte de los pueblos originarios” (Bien tribunero, viste?). Es posta; no es chiste.
Pero tranquilos, por ahora solo vale solo para Qatar, queda pendiente resolver si seguiremos diciendo cariñosamente La Negra Sosa, o hablar bien de nuestro amigo el querido Negro Fulanez, que seguramente es tan blanco como todos los descendientes de españoles o italianos.
No al lenguaje tribunero
** A criterio de Alejandro Borensztein, “detrás de la prohibición de la palabra “negro” para cualquier circunstancia se esconde la intención de castigar a los cordobeses por votar siempre en contra del kirchnerismo. Aunque el folleto no lo aclara, es obvio que la expresión “culeao” tampoco está permitida. Artera manera de silenciar a Luis Juez”.
** El punto 18 es imperdible: No digas “¡Qué belleza las hinchas de Croacia! “, dí más bien “Mucha presencia de mujeres en este partido”, para que las no croatas no se sientan despechadas. Tranquis. Relatores de la talla de Macaya Márquez, Araujo, Saavedra, no dirían ‘¡Paaaaa, mirá eeeessso!