“Fuimos víctimas de un sistema totalmente inhumano”
Seguí- Vanesa Cipre Engel es de Seguí y usó sus redes sociales para contar la experiencia que les tocó vivir como familia, ante la partida de un ser querido en el contexto de una situación poco clara. Con críticas al trato que utilizaron en el Hospital La Baxada de Paraná, explicó el día a día, desde la internación hasta el desenlace fatal de Lorenzo Sipel, de 75 años.
En diálogo con Paralelo 32, aclaró que si bien el apellido está escrito de otra manera, obedece a errores al momento de inscribirlo a Lorenzo, oportunamente, en el Registro Civil. En relación a lo sucedido, dijo que “El 25 de agosto trasladaron a Paraná al tío de mi papá. Su estado de salud no era bueno. Paciente con antecedentes de EPOC, hipertensión arterial, ex fumador y antecedentes de NAC. Por esa razón la familia accedió a trasladarlo, ya que necesitaba cuidados intensivos con mayor tecnología. El 26 se comunicaron desde el Hospital San Martín diciendo que iban a trasladarlo a La Baxada, porque necesitaba mejor terapia. Empezamos a pensar en dónde estaba, cómo estaba, cómo lo trasladaban”.
Explicó que “A partir del 27 de agosto a los partes médicos los daban doctores de La Baxada. Nos contaron que estaba entubado y en terapia intensiva, alejado de los positivos de covid-19”. En relación a este punto, Vanesa contó que “Solo en dos ocasiones, los días 28 y 29 de agosto, nombraron la palabra covid. Se comunicaban con mi mamá y sentimos que la preparaban para decirle que tenía el virus. Creemos que no fue así, porque tenemos desde el 28 de agosto el informe con resultado negativo del hisopado cargado en el SISA (Sistema Integrado de Información Sanitaria). Mi mamá discutía ese diagnóstico. Lorenzo tenía cáncer y su cuerpo estaba tomado. Sus médicos ya habían dicho que si nos dejaba iba a ser por eso. Y de Seguí se fue con eso. Vivía solo y con sus hermanos al lado, con cuidados constantes. No salía más de un metro afuera de su casa”, dice Vanesa.
“No hay otro hisopado y el que tenemos es negativo. Nos decían que pueden dar esa afirmación porque se dan cuenta por análisis que le hicieron, pero todo genera dudas. Desde el 31 de agosto los médicos no nombraron nunca la palabra covid, solo expresaban su estado crítico”, agregó.
Siguiendo su relato, comentó que “El 1º de septiembre un familiar viajó a Paraná, teníamos visita y solo podía verlo una persona que no sea persona de riesgo, y con protocolos. Ese familiar, detrás de un vidrio, con barbijo y guantes que había llevado, vio a un médico frente a él sin ese protocolo. Al barbijo no lo tenía. Ver médicos que no se cuidaban delante de él, siendo que supuestamente tenía covid, no nos cierra. Nos dijeron la primera vez que estaba aislado de pacientes covid. Después que lo tenía. Cuando mostramos el hisopado negativo, ya no usaban esa palabra. Y si se hubiese contagiado ahí, fue por negligencia de ellos”.
La peor noticia
Los demás días fueron de visitas de menos de un minuto. Y el 11 de septiembre a mediodía los llamaron para darles la peor noticia. “Fuimos a Paraná a las 14:00 pensando que podíamos darle el último adiós, pero no. La médica que nos recibió dijo que tenía neumonía bilateral por covid. El doctor que toda una semana llamó, no estaba. Pedimos el informe del nuevo hisopado y no existía. La respuesta fue que se daban cuenta por una tomografía. ¿Y los supuestos hisopados que hacen por día? ¿Y cómo se contagió? No sabían que respondernos”.
Planteó que “Fuimos víctimas de un sistema totalmente inhumano. Algo que nos marcó fue el momento donde personal del Hospital nos dijo, textualmente: “Ahí está la bolsa”. Como si no fuera un ser humano, como si no tenía derecho a ser tratado con respeto. Nos dejaron en estado de shock, ni siquiera las condolencias recibimos. Minutos después ya nadie aparecía y éramos un estorbo. Genera impotencia, rabia y tristeza”.
El final no fue mejor. “Lo despedimos en el cementerio de Seguí desde una distancia de 10 metros. Todo desde afuera. No lo vimos nunca más. Si iban a preparar el sistema de salud, podrían haber creado una sala para ver y despedir a un familiar al menos detrás de un vidrio”, dice.
Vanesa describió en su Facebook parte de lo que aquí reproducimos con su autorización. En el contacto con uno de nuestros cronistas entendió que, si bien lo hace con dolor, vale la pena contar lo acontecido, para, al menos, intentar que las autoridades pertinentes lean lo que les pasó y pidan explicaciones a quienes deban darlas. No es el primer caso ni el único. No será el último. Así como tantas veces ponderamos la titánica tarea del personal de salud, cuando las excepciones aparecen, hay que marcarlas. La familia de Lorenzo merece saber qué pasó y ser tratados con respeto. No amerita discusión ni excusas.