Fallecimiento de Myrtha Z de Wiliezko
Ha calado muy hondo en la redacción de Paralelo 32 el repentino deceso de la señora Myrtha Zapata de Wiliezko, una colaboradora de buena voluntad que nos visitaba cada semana, mujer de una energía asombrosa e inmensa generosidad.
Fue una luchadora de la vida que pasó por circunstancias muy duras a lo largo de la misma, las sobrellevó con entereza y siendo una emprendedora nata siempre halló la forma de trabajar y lo hizo a destajo, con entusiasmo y sin horarios ni días imposibles. Fue fotógrafa, peluquera, y no es descomedido atribuirle esa condición desprejuiciada de los aventureros. Con su cámara fotográfica no solo registró cientos o miles de eventos sociales sino que se atrevió a viajar y obtener imágenes soñadas.
Su apego, su amor por el Semanario Paralelo 32, siempre declarado por ella, hizo que en sus viajes llevara consigo un ejemplar. Ese impulso nos valió fotografías insólitas, como por ejemplo, un ejemplar del periódico reposando sobre el Santo Sepulcro de Jesús en Jerusalén.
Munida de un carnet del Semanario, que le habíamos provisto ad hoc, se acreditó en El Vaticano como reportera gráfica en tránsito, poco después de la asunción del Papa Francisco. En la Plaza San Pedro, ubicada en un palco destinado a la prensa, esperó el paso de Jorge Bergoglio y logró que le dedicara una sonriente mirada al momento del disparo de su cámara. Su voz logró llamar la atención del Santo Padre de la iglesia Católica y la sintió como propia, como un premio al esfuerzo y la perseverancia, y desde la óptica de su fe, como una bendición.
Myrtha no tenía edad. Resulta extraño tener que decir que se fue de este mundo a los 74 años. Es solo un detalle, un dato para los registros burocráticos, un número cuyo beneficio reconocible es tener hijos y nietos; los que tanto amó. No abundan las personas con semejante energía. Su andar incansable, sus cuidados personales y su alegría de vivir tan propios de la adolescencia, nos permitieron imaginarla siempre joven y aprender una lección sobre la edad cronológica, que para ella fue puro cuento.
En esta redacción, donde irrumpía un día cualquiera de la semana para compartir sus trabajos fotográficos y para ofrecer los que fueran útiles, la seguiremos esperando hasta que el tiempo nos ayude a entender la precariedad de la condición humana.