Estrés, ansiedad y agotamiento, tres impactos del teletrabajo en la salud mental
Por Catalina Gallo (France 24).- Antes de la pandemia causada por el nuevo coronavirus, el teletrabajo parecía para muchas empresas como un bono de calidad de vida para los empleados. Ahora se ha convertido, para ciertos trabajadores, en un castigo más que en un premio.
Muchas personas están sufriendo estrés y ansiedad durante las cuarentenas impuestas para frenar la pandemia, acompañadas de síntomas físicos como insomnio, pérdida de apetito, vómito, mal genio, irritabilidad y cambios bruscos en el estado del ánimo.
Juanita Ramírez*, comunicadora social y psicóloga con cargo de asesora en una empresa pública es una de ellas. Ahora se demora en conciliar el sueño y, cuando lo logra, no descansa bien. Durante el pasado fin de semana no tuvo apetito y ha sentido náuseas varios días.
Sabe que todos sus síntomas se deben al estrés que le genera trabajar desde su casa en una labor para la cual, además, no estaba capacitada. Antes de la pandemia, sus actividades se desarrollaban con comunidades y rodeada de gente; ahora contesta en una computadora, sentada en una silla todo el día, las quejas, reclamos y preguntas frecuentes de los clientes.
Además, su bandeja de correos nunca se desocupa por la cantidad de preguntas de los ciudadanos y ella siente que, por más que trabaje, todo sigue igual. Siente que hace lo mismo desde que aparece el sol hasta que anochece y que es como una tarea sin fin. “Mi marido ya está preocupado. Yo soy psicóloga y entiendo lo que me está pasando, tengo otra amiga psicóloga que vive en España con quien hablo de lo que me sucede y eso me ayuda”, explica.
María Ángela Ortiz* también trabaja en una entidad pública en la que, desde antes de la pandemia, ya existía la posibilidad de elegir el teletrabajo y ella nunca lo había aceptado porque prefiere estar con gente. Desde el momento en que le tocó trabajar en su casa, se molestó.
Ahora tiene otro inconveniente: debió aprender a manejar una herramienta tecnológica que antes no utilizaba y esto le ha generado mucho estrés, pues si se equivoca puede afectar un proceso complejo de la entidad y no tiene fácil acceso a alguien que le ayude.
Pasó lo inevitable: hace pocos días se equivocó y sintió tanto estrés que se jaló el pelo, su corazón comenzó a latir más rápido y se sintió desesperada. En ese momento entendió que no estaba bien y necesitaba ayuda. Llamó a su servicio médico, pidió cita médica virtual, la atendieron y ha tenido dos consultas con psicología.
Está muy sorprendida porque nunca había tenido una reacción como esta. Reconoce haber sido siempre perfeccionista, pero la impotencia que siente frente a esta herramienta tecnológica, en su casa, sola, ha sido un detonante para la ansiedad.
Sin fronteras entre la oficina y la casa
La psiquiatra Ana Millán explica que, desde que empezó el teletrabaio, “se disparó el uso de ansiolíticos y de hipnóticos”, es decir, de los medicamentos que sirven para bajar la ansiedad y ayudar a dormir.
Esto ha sucedido por múltiples razones. En primer lugar, explica la doctora, porque pasar de trabajar en una oficina a estar todo el día en la casa fue abrupto e impuesto por un tema de salud pública. Las personas no lo eligieron libremente.
En segundo lugar, porque “se invadió el espacio de habitar con el espacio de trabajar”. Juanita, por ejemplo, ya no soporta entrar al lugar de su casa donde acomodó su puesto de trabajo y le aterra pensar que ahora ya no le gusta un espacio de su hogar porque lo tiene asociado a la ansiedad y estrés.
Otra causa que señala la psiquiatra Millán es que, al no haber el desplazamiento entre la casa y la oficia, se perdió el espacio mental de metabolizar y digerir los problemas del día a día.
El teletrabajo dificulta la conciliación en las familias con hijos
La psiquiatra Victoria Pérez Restrepo explica que otro de los problemas que afecta emocionalmente a las personas es que los horarios han cambiado y no se están respetando los patrones del sueño. A muchos empleados les coordinan reuniones al mediodía, que afectan la hora del almuerzo en familia. A otros los convocan a las 8:00 o 9:00 de la noche para trabajar porque muchos jefes consideran equivocadamente que, al tenerlos disponibles en sus casas, sus subalternos pueden trabajar a cualquier hora del día.
No tener horarios establecidos para comer ni para trabajar, ni dormir, genera cansancio y estrés. De hecho, lo que más reportan los pacientes de Pérez es un agotamiento por la falta de límites entre la vida privada y el trabajo.
Esto está muy relacionado con que, en muchos países, el teletrabajo no era común y no está regulado, con lo cual ni las empresas ni los jefes tenían claro antes de la pandemia cómo era trabajar desde la casa y fuera de la oficina. La pandemia lo convirtió en obligatorio y no todo el mundo estaba preparado para ello.
Esto es aún más difícil para las familias con hijos pequeños que siguen en clases virtuales porque los padres han tenido que convertirse en profesores y, además de atender la oficina y el arreglo de la casa, también han tenido que hacerse responsables de la educación de sus hijos.
Marcelo Cabrol, gerente del sector social del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) señaló a este medio que en los estudios del banco han encontrado que en América Latina quien se está haciendo cargo de la educación de los hijos y de sus responsabilidades con los colegios ahora con la educación virtual son las mujeres, por lo que ellas asumen todavía más cargas en esta pandemia.
Ejercicio y empezar bien el día forman parte de la solución
Las psiquiatras consultadas explican que una manera de paliar los problemas del teletrabajo es iniciar el día como si se saliera de la casa para ir a trabajar y evitar quedarse en la ropa cómoda o trabajar desde la cama, además de procurar mantener las rutinas de alimentación, que no se pierda el horario para almorzar y para desayunar.
También recomiendan hacer ejercicio. Es muy importante hacer alguna actividad física porque esto hace descansar, relaja y genera bienestar.
Por último, Pérez recomienda a las personas que se cuiden mucho del alcohol, pues existe un riesgo alto de que se consuma más para sentirse relajado y buscar bienestar. En el largo plazo, dice la experta, este hábito afectará el estado de ánimo y los ritmos de sueño del cuerpo.
Todo esto, mientras se desarrollan soluciones estructurales que regulen el teletrabajo para garantizar el respeto a los derechos laborales de los empleados.
Juanita y María Ángela tratan de lidiar con sus angustias y pensar en lo bueno del teletrabajo. Para la primera, no manejar tantas horas y comer más sano pues prepara sus alimentos en la casa, y para la segunda, poder acompañar a su hermana que vive en el mismo edificio y está en muy malas condiciones de salud. “Mi situación familiar es muy difícil, pero lo que me ha generado más estrés es esa plataforma y yo no soy una millenial, yo no tengo ese chip de la tecnología”, dice.
A diferencia de ellas dos, Felipe Jaramillo es un consultor financiero que desde hace muchos años trabaja desde su casa, tiene un espacio físico para ello, y no ha sentido cambios por la pandemia, pero tiene claro que el teletrabajo no es para todas las personas y que existen aquella que necesitan estar en una oficina, tener contacto con los demás y separar su casa del trabajo.
*Nombres cambiados a petición de las fuentes