Ese odioso sentimiento llamado odio
El odio es tan viejo como la humanidad. Es un sentimiento abyecto y quienes lo sienten y cultivan, deberán lidiar con ese ardor de pecho que a la larga desordenará su salud física y podría desequilibrarlo psicológicamente. Es un verbo que se conjuga en todos sus tiempos, pero también es un sustantivo que, maliciosamente usado, tiene un alto valor político. Lo supo Maquiavelo al decir que “el odio nace cuando el príncipe roba y usurpa los bienes y las mujeres de sus súbditos, de lo cual tiene que abstenerse”. Es un sustantivo que, asociado a nuestra ancestral costumbre infantil de culpar siempre a otros, sin autocrítica, se vuelve un arma peligrosa, porque el odio se muerde la cola.
Es parte de nuestro lenguaje cotidiano: odio tener que salir cuando hay viento sur; odio tener que estudiar matemática; odio tomar la sopa fría… Se volvió tan común y cotidiano que pasó a formar parte de las estrategias políticas donde el que gobierna –en distintas épocas y sea quien fuere- acusa de odiosos a los que lo controlan a él, y a los periodistas indiscretos que abren los placares donde guarda sus muertos.
El peligro radica en su efecto expansivo. Shakespeare dejó dicho que “Si las masas pueden amar sin saber por qué, también pueden odiar sin mayor fundamento”.
Lo nuevo, lo inédito, lo insólito, es que nuestros legisladores nacionales, que ni ebrios ni dormidos se atreverían a debatir sobre el amor, convocaron recientemente (el oficialismo) a debatir sobre el odio. Todo esto en una sesión donde nadie va para oír sino para oírse a sí mismo. Son tan inútiles como infantiles los debates donde todos asisten con su discurso armado y luego votan como pensaban hacerlo cuando llegaron. Como corolario, sería saludable que evitemos a partir de ahora la palabra odio. Está muy bastardeada. Surgió de un relato político, jamás sabremos quién abusó de ella primero, se la usa políticamente para crear enemigos y de ese modo conseguir soldaditos fieles para la supuesta batalla, y porque al repetirla, la estamos alimentando entre todos.