Es tiempo de celebrar nuestros fracasos
** Nunca supe si son mitos o estadísticas, pero en el mundo de los negocios se dice que el 80% fracasa antes de cumplir los 2 años, mientras que en el campo de los murmullos extraconyugales se dice que en el séptimo año de la unión de parejas (a lo que supimos llamar matrimonios) les pega “La comezón del séptimo año” y de allí puede derivar un fracaso matrimonial. Este mito deriva de una película estrenada en 1955 con ese mismo título, con una trama donde Richard Sherman se ha quedado trabajando mientras su mujer e hijos disfrutan de unas vacaciones en la playa. La tentación aparece cuando conoce a una despampanante vecina… ¿quién?… la blonda Marilyn Monroe.
** En los negocios es otra cosa; no todas las crisis y los fracasos se originan en tentaciones, la mayoría ocurre por impericia, imprevisión, o por vivir en un país montaña rusa como la Argentina, donde todo es imprevisible y jugar a los negocios en el campo privado es una ruleta. Después vendrán especialistas en motivación a explicar que los fracasos son imprescindibles en la escuela de la vida, porque con ellos se aprende y se madura. Cuando supimos esto nos dio por pensar que, si son tan buenos e imprescindibles para nuestro crecimiento deberíamos festejarlos e incluso contar con un día especial para ellos. Pensemos en el “día nacional del fracaso”, ¿y por qué no internacional?
** Fue pensarlo y luego googlear para enterarme una vez más que, cada vez que se me ocurre una idea original, descubro a alguien que ya la tuvo antes. Ya hay quienes cada 13 de octubre celebran el Día Internacional del Fracaso (#DayforFailure), una iniciativa que nació en Finlandia en 2010 cuando una comunidad de universitarios y emprendedores decidió darles un giro a las connotaciones negativas del concepto fracaso. ¡Tomá pa’ vó!
Aprender de prueba y error
** Sucede que el método educativo finlandés propone que las personas desarrollen habilidades como el emprendimiento en equipo, la gestión de la incertidumbre y la aceptación del fracaso como forma de aprendizaje.
“Nuestro método de trabajo es aprender haciendo “learning by doing” (aprender haciendo), primero hacemos proyectos y luego extraemos el conocimiento de las experiencias que vamos generando. Es la forma de ser ágiles y no tener miedos paralizantes a los errores. Experimentar y prototipar permite aprender e innovar”, explica un tal Félix Lozano.
** En España hubo quienes se prendieron a esa idea y en octubre hubo Gran Fiesta Gran, incluyendo competencias donde se gana y se pierde como en un entretenimiento lúdico. Los emprendimientos comerciales, científicos, creativos, y tantos en los que hay que arriesgar, siempre son a ganancia o pérdida. Sin embargo ‘en la vida nunca se gana ni se pierde, ni se fracasa ni se triunfa. En la vida se aprende, se crece, se descubre, se escribe, se borra y se reescribe otra vez; se hila, de deshila y se vuelve a hilar’.
** La celebración española tuvo lugar tanto enTeamlabs Madrid, como en Teamlabs Barcelona. Comenzó con la divertida competencia llamada “Golden Mistake” (error de oro), donde los equipos de jóvenes emprendedores que cursan el grado LEINN (Liderazgo, Emprendimiento e Innovación) compartieron sus principales errores y los aprendizajes que han extraído de ellos.
Todo empieza en el ‘error de oro’
** Expliquemos que Teamlabs es un laboratorio de aprendizaje, con sedes en Barcelona, Madrid y México, que ha transformado la educación, dado que se basa en aquella metodología innovadora de origen finlandés con la que difumina los obstáculos entre el mundo académico y el profesional, centrándose principalmente en el emprendimiento conjunto y el learning by doing (aprender haciendo).
¿Se hace esto en nuestras escuelas y universidades argentinas? Probablemente en algunas sí, y probablemente en otras se festeja el fracaso como un triunfo sobre el mérito, tan mal visto por el presidente Alberto.
** En la búsqueda quedé impresionado con lo que ellos llaman “el error de oro”. Es el error que nos avivó. Puedo imaginarlo como el error que nos hace cambiar la mirada y tomar un camino diferente para intentarlo de nuevo. Y comprendo que cuando a una persona se le llama “fracasado”, “frustrado”, o su versión femenina, estamos frente a personas a quienes las cosas no les salieron como esperaban y no capitalizaron el fracaso, dándose por vencidas.
** Porque no todos los fracasos son errores, también los hay por falta de perseverancia, y están los que perseveran sin hallar la oportunidad. Me viene a la mente uno de los mayores fracasados de la historia universal, Vincent Van Gogh. Perseveró hasta la locura. Pintó unas 900 obras y murió sin haber vendido un solo cuadro. En realidad a los dos vendidos los compró su propio hermano, quien fue su mecenas. Pasaron 140 años y una de sus pinturas se pagó en subasta 82,5 millones de dólares.
Los fracasos de Edison
** Hay un libro apasionante sobre este tema, “Historias de fracasos y fracasados que cambiaron el mundo” (Demian Sterman). Uno de los grandes fracasados de la historia fue Thomas Alva Edison. el creador de la lámpara. Su invento, la bombita incandescente, tuvo éxito luego de al menos mil intentos fallidos. Quizás su genio pueda medirse no sólo por la medida de sus logros, sino por su propia valoración de los fracasos: “No fueron mil intentos fallidos, fue un invento de mil pasos”, dijo alguna vez.
** Es una pena grande, en términos de fracasos gubernamentales que se repiten desde hace siete décadas, que ningún gobernante quiera aprender de los “errores de oro” de sus antecesores. No es un problema argentino sino latinoamericano, salvo excepciones. A cada tanto, frente a crisis verdaderamente traumáticas que hemos tenido, se oye decir que “la Argentina ya no será la misma”. No puede haber fallo más grande en el diagnóstico, porque Argentina sigue siendo la misma de siempre, con sus clásicos vaivenes, donde frecuentemente la palabra oficial vale menos que el papel pintado al que llamamos dinero.
** Mi amado país se agota en una interminable carrera de unas pocas liebres contra una gran mayoría tortugas, donde el podio siempre será para los mismos ganadores. A los mil intentos fallidos de Edison ya los tenemos; Dios nos diera el invento de la lamparita.