Economía y sociedad
El viejo, el burro y el niño
Cuando alguien escribe sobre temas de economía, lo hace en pleno conocimiento de que no lo hace sobre una ciencia exacta, sino sobre una ciencia social. A diferencia de las ciencias naturales como la física o la química, la economía lida con sistemas complejos influenciados por factores humanos, sociales, políticos y psicológicos, que son difíciles de aislar y medir con precisión. Dada esta situación, muchas veces nos vamos a encontrar con diferentes opiniones (imagínense que algunos aún discuten si la tierra es redonda o es plana).
Es por lo que acabo de mencionar que muchos de los lectores de esta columna pueden o no coincidir con las apreciaciones acá vertidas, lo cual es totalmente válido dado. Para dejar en claro esto, es que he decidido traer una pequeña historia para ilustrar que a veces, aunque se haga lo que se haga habrá alguien cuya opinión no coincide con la nuestra.
La fábula que algunos atribuyen a Esopo y otros a La Fontaine, cuenta que había una vez un anciano y su nieto que emprendieron un largo camino a lomo de su burro. Para evitar fatigas innecesarias, el abuelo iba montado sobre el animal mientras el pequeño caminaba junto a ellos. Al atravesar un pueblo, algunos lugareños comenzaron a murmurar con desaprobación: "¡Qué viejo tan egoísta y desconsiderado! Monta plácidamente sobre el burro mientras el pobre niño debe ir a pie bajo este sol abrasador".
Avergonzado por los reproches, el abuelo bajó del burro e hizo montar a su nieto para seguir el trayecto. Sin embargo, no tardaron en encontrarse con otro grupo de gente que los criticó duramente: "¿Es que no tienen corazón? ¿Cómo permiten que ese pequeño abuse así del pobre animal con su peso, mientras el viejo camina descansado?" Para acallar las voces reprobatorias, el abuelo bajó al niño del burro y decidieron continuar llevando al animal desamarrado, caminando todos juntos. Pero esta solución no fue bien recibida tampoco, pues al poco tiempo otro grupo los increpó burlonamente: "¡Miren a esos tontos! ¿De qué les sirve tener un burro si ninguno lo monta?"
A pesar de los constantes reproches e intentos por satisfacer a quienes los criticaban, el pobre viejo y su nieto no lograban complacer a nadie. Llegaron finalmente a su destino, agotados por el arduo viaje y amargados por las constantes burlas e improperios. Fue entonces cuando el sabio anciano comprendió una valiosa lección: es imposible agradar y cumplir con las expectativas de todos. Siempre habrá quien esté dispuesto a censurar y criticar cada acción, por más bien intencionada que esta sea.
Desde aquel día, el viejo y su nieto aprendieron a seguir sus propios criterios y actuar con sensatez, sin volverse locos tratando de complacer las opiniones y caprichos ajenos. En vez de amargarse por los comentarios negativos, optaron por forjar su propio camino con buena voluntad, sin descuidar sus valores e intenciones nobles.
Lo bueno es que de la diversidad de opiniones puede surgir cosas buenas. Al menos algunas veces.
Asesor Financiero Certificado (AFC) Instituto Español de Analistas Financieros [email protected]